¿De dónde procede su vinculación con el Cristo de Telde?

Bueno, yo soy un vecino de San Juan que desde pequeño ha estado muy cerca del Cristo. Ejercí en su momento como monaguillo y mi familia, con mis tías, fue quien me transmitió la fe. A eso ayudó mi experiencia en el monasterio de Santa Brígida, donde realicé retiros y convivencias. Desde hace más de 20 años soy mayordomo de la imagen y en la parroquia colaboro como catequista. También ayudo en la logística de la liturgia, preparando los tronos y echando una mano en lo que se pueda...

Podría decirse que han buscado a una persona más que idónea para ser pregonero.

Entiendo que hay mucha más gente preparada que yo para asumir ese reto, pero si viene del Señor hay que aceptarlo. Si estoy aquí, es porque él ha querido.

Le queda poco más de una semana para abrir la celebración.

Efectivamente, y ya tengo formada una idea de lo que quiero contar. Hablaré de mi niñez y experiencias en las bajadas y subidas del Cristo. Pero sobre todo quiero centrarme en la pastoral de este año, que lleva por lema Señor, enséñanos a orar.

Nadie discute que tras la Virgen del Pino es el Cristo de Telde la imagen que más pasiones despierta en la isla. ¿A qué se debe?

Si el Cristo de Telde tiene tanta fama es porque da amor y esperanza y nos aumenta la fe. Esas son tres virtudes muy importantes y por medio de la imagen podemos llegar a entender la pasión, muerte y resurrección del Señor.

Los descensos de la talla, al igual que los ascensos, son multitudinarios. ¿Percibe muchos cambios en estas décadas?

Yo empecé encargándome de recibir a la imagen en la escalera desde los pies y ahora llevo el hombro izquierdo. Nadie duda de que cada año viene más gente. Cada párroco ha seguido un estilo y un gran cambio, que ya explicaré en el pregón, se produjo con el sacerdote Francisco González. Tener esa responsabilidad de ayudar en la bajada y en la subida es muy especial: sientes emoción y gozo.

¿Comparte la idea de que con la crisis aumenta la fe?

Es cierto, pero también se debe a que el corazón de un hombre tiene un molde y en él sólo cabe Dios aunque algunas veces lo queramos llenar con otras cosas.

En los 90 se le hicieron unas radiografías al Cristo que demostraron su origen mexicano. ¿Cómo vivió ese hecho?

Eso no hizo más que reafirmar su valor histórico, sentimental y de mediador. Pero no hay que olvidar que el Cristo de Telde, como otros, no es el sin, sino el medio.

¿Y qué puede contar de su experiencia como catequista?

Hay niños que vienen preparados por las abuelas, que parece sus madres políticas en lo que a fe se refiere. También hay otros que no saben nada. Es duro enseñarle a un niño de ocho años a hablar con Dios, pero lo hago con gusto.