La evolución histórica de un pueblo se refleja no solo en sus paisajes y costumbres, sino también en su vestimenta. Aunque muchos son los romeros que intentan respetar el atuendo tradicional de las Islas, con sus respectivas particularidades, las nuevas generaciones adaptan la indumentaria según gustos y necesidades. La adquisición del traje tradicional, con sus elementos básicos, en el caso de las mujeres ronda los 200 euros y para los hombres 250 euros. La tendencia general es la compra de la vestimenta en establecimientos textiles, ya que una confección artesanal hecha a medida incrementa considerablemente su valor.

Según el investigador José Antonio Pérez Cruz, más conocido como Teno, las prendas básicas de la indumentaria típica para las mujeres se conforma de cachorro, mantilla, blusa, justillo, falda, zagalejo y zapatos de cuero. La sección masculina, en cambio, la componen la montera, camisa, chaleco, calzón, fajín, nagüetas, polainas y zapatos. Este fondo de armario tradicional supone un desembolso en cualquier establecimiento textil aproximado entre 200 y 250 euros, dependiendo del diseño y la calidad de sus telas.

Ahora bien, si lo que se busca es un corte y confección artesanal el precio puede dispararse hasta el doble. De ahí que en época de fiestas populares, como las de la Virgen del Pino, El Rosario o El Carmen, las tiendas de este sector incrementen sus ventas.

El universo de colores, formas y combinaciones es infinito. Sin embargo, Pérez, autor de La Vestimenta Tradicional en Gran Canaria, sostiene que en realidad el atuendo típico se compone de un inventario general cerrado y no tan dispar como se cree en la actualidad. Se trata de un catálogo de prendas básicas, que mostraba ciertas peculiaridades a razón de las circunstancias climáticas y religiosas de las zonas en las que habitaban los originarios canarios, pero que es común a los 21 municipios de la Isla. "Lógicamente las ropas de los pobladores de medianías no era igual de los que residían en la costa, o los de la ciudad frente al campo, pero eso no quiere decir que cada localidad de la Isla tenga un traje típico propio", explica el experto frente al gran abanico de variedades que contempla el muestrario popular.

El pasar de los años ha marcado la configuración de las piezas que componen el escaparte en épocas de romería. Así, de la lana de oveja del país o el lino se pasó con la llegada de la Revolución Industrial al uso del algodón foráneo para confeccionar las camisas, faldas y pantalones. A finales del siglo XIX nace el llamado vestido de la transición, en el que las mujeres comienzan a usar chaquetas y faldas largas con colores más fuertes. A partir de la primera década del siglo pasado se introduce el delantal y los bordados en el zagalejo.

Una de las influencias más destacadas del siglo XX sobre el atuendo textil fue la aportación del pintor Néstor Martín Fernández de la Torre, quien bajo su visión artística creó una blusa femenina con abundancia en calados y un refajo con bordados a punto de cruz. Las bolas de lana en varios colores en los zapatos y en el sombrero también son obra del artista.

En las últimas décadas muchos son los grupos folclóricos que han causado sensación en los escenarios con vestimentas de colores llamativos o prendas nuevas. En las romerías de los pueblos, sobre todo con las nuevas generaciones, se percibe un intento de reinventar el atuendo femenino mediante la combinación de pañuelos en la cabeza y camisetas de asillas. "La nueva tendencia consiste en lucir falda, delantal y pañuelo pero con un toque fresco y coqueto", bromea una trabajadora del Kilo San Rafael. Incluso algunas prendas antiguas como las mantillas, con las que las mujeres se cubrían la cabeza en señal de respeto, han adquirido hoy encajes que no contemplaba su forma inicial. En cuanto a la sección masculina, el denominado look de camarero, con pantalón negro y blusa blanca, está ganando terreno vertiginosamente.

Algunos expertos, como Pérez, consideran necesario instaurar en las romerías algún mecanismo de control con el fin de velar por la estética tradicional.