La idea de los honores reales surge a raíz de la proclamación, a instancias del obispo Marquina, de la imagen de Nuestra Señora del Pino como patrona de la Diócesis de Canarias por el papa Pío X el 16 de abril de 1914. Como ya se ha señalado, el Ayuntamiento de Teror, una vez conocida la noticia del patronazgo, acordó en sesión de 2 de junio a propuesta del alcalde don Juan Rivero García que, dada la popularidad y general devoción que a dicha imagen le tiene no sólo el pueblo de Teror y la isla de Gran Canaria sino también la Diócesis entera, se pida por quien corresponda al Gobierno de la Nación que:

1.- Se conceda oficialmente y para siempre a Nuestra Señora del Pino los honores de Capitán General en atención también a haber sido coronada solemnemente el día 7 de septiembre de 1905.

2.- Se den las órdenes oportunas para que el día 8 de septiembre próximo asista a la procesión al menos una compañía de militares con bandera y música que haga los debidos honores.

3.- Se pida a Su Majestad el Rey que, ya que no lo será posible realzar con su augusta persona los festejos que se efectúen, tenga a bien nombrar quien le represente en ellos, sobre todo en la solemne procesión.

Aunque desconocemos el recorrido que siguió tal propuesta, al menos en 1914 se ejecutó la decisión del rey Alfonso XIII de hacerse representar en las fiestas del Pino de ese año en la persona del Delegado del Gobierno en Gran Canaria, don Manuel Luengo Prieto (1913-1917), lo que produjo en Teror "general entusiasmo". El nombramiento se hizo vía telegrama: "Mayordomo mayor de Su Majestad al Delegado del Gobierno. S.M. el Rey se digna conceder a V. su alta representación en fiesta religiosa que se celebrará el ocho del actual en honor Virgen del Pino, patrona de esa isla". Como se recogía en LA PROVINCIA del 6-09-1914, la alta distinción y la representación recayó "en tan perfecto caballero y recto funcionario", concluyendo que "de no proceder de Don Alfonso, diríamos que no era distinción sino justicia".

La elección del Delegado del Gobierno no debió causar sorpresa pues desde la festividad de 1908 fue la "primera autoridad de este orden que ha honrado nuestras fiestas, dando realce a los actos oficiales" con su presidencia; además el propio don Manuel Luengo había acudido como tal Delegado de Gobierno el año anterior (1913) a la festividad y presidido la procesión de la imagen de la Virgen del Pino. Antes de su designación como representante del rey, la corporación municipal de Teror había acordado el 1 de septiembre invitarle a los festejos "por si se digna asistir, honrándola con su presencia a las próximas fiestas de Ntra. Sra. del Pino".

Luengo no dudó encontestar al alcalde que "tengo a gran honor aceptar siempre que las circunstancia actuales porque atravesamos me lo permita, como son mis deseos concurrir a tan noble acto", al tiempo que respondía a la petición de autorización hecha "de uso de un escudo por esa corporación" en el sentido de que, aunque se estaba tramitando, "desde luego puede usar la misma interinamente se resuelva el expediente". Bien es cierto que la corporación no quedó enterada de todo ello hasta el 22 de septiembre, ya pasados los festejos.

Don Manuel Luengo, teniendo en cuenta "su regia representación en el acto de la festividad del Pino", fue recibido a las 8 de la mañana "con los honores que le correspondían" a los acordes de la Marcha Real, "la cual se tocó después en los varios actos oficiales que en la villa de Teror se celebraron", por el Obispo, acompañado de más de 30 sacerdotes, el Ayuntamiento "y extraordinaria multitud que vitoreó al monarca y tributó entusiasta acogida al Señor Luengo, digno, por su caballerosidad y por las grandes simpatías que tiene en el país, de la representación con que D. Alfonso XIII se sirvió honrarle honrando a Gran Canaria en la imagen de su excelsa patrona".

En la iglesia recién consagrada, a donde a la hora conveniente entraron todas las autoridades para dar comienzo a la solemne función de la Natividad, el representante de Su Majesatd fue colocado en el presbiterio, "bajo ricos doseles de terciopelo rojo" o "en sitial, bajo dosel, a la izquierda del altar". Al término de la función tuvo lugar la procesión, última nota de las grandes fiestas religiosas que se celebraron.

El cortejo, brillante y solemne, recorrió las calles de la Villa, yendo detrás de las ricas andas de la Virgen el obispo Marquina, de Pontifical, el Delegado del Gobierno, representando al rey, "bajo palio", el Ayuntamiento de Teror, la banda de música del Regimiento de Las Palmas, que amenizó todas las fiestas, y "la inmensa muchedumbre que se postró de hinojos en la gran plaza cuando la venerada efigie, al regresar al templo, fue vuelta al pueblo, mientras los coros cantaban el himno compuesto por el maestro Valle para esta solemnidad".

En la tarde del día 8, el representante del rey regresó a Las Palmas, haciéndole también "una despedida muy afectuosa". No hay constancia que hasta la concesión de los honores de capitán general en 1929 se volviese a nombrar representante del rey en la "Fiesta del Pino"; incluso en la festividad de 1915 no asistió el Delegado Luengo por encontrarse en Madrid, desde donde envió un telegrama al alcalde de Teror en el que decía "recuérdenme en esa grandiosa fiesta religiosa, saludando ese digno ayuntamiento (en) nombre vecindario". No ocurrió lo mismo en la de 1916 en la que sí vuelve a acudir el delegado del gobierno señor Luengo y presidió la procesión de la Virgen del Pino, regresando en la misma tarde del día 8 a Las Palmas de Gran Canaria.

4. A modo de conclusión

A pesar de las tristes circunstancias de la guerra europea, la concesión de honores y la triple coincidencia de la festividad de la Natividad, la consagración del santuario por el Obispo y la declaración del patronazgo, a lo que se añadió el nombramiento de representante del rey, hicieron que las fiestas religiosas y populares de 1914 superaran todas las previsiones.

Desde entonces, como escribiera Rafael Ojeda Ortega en la edición de Diario de Las Palmas de 16-09-1914, las fiestas del Pino "ya no son estas fiestas de Teror, ni de Gran Canaria exclusivamente, son de la Diócesis entera". La prensa del momento se hace eco de los elogios recibidos por el Ayuntamiento de Teror, la buena organización de "las populares fiestas" y los agasajos dados el delegado del Gobierno, señor Luengo, que vino a las fiestas representando a Su Majestad el Rey Alfonso XIII.

Tras la celebración de las fiestas del patronazgo, la villa de Teror se sintió satisfecha por su resultado y agradecida al obispo Marquina. Como homenaje a dos obispos, el Ayuntamiento acordó, aunque su ejecución sufrió una ligera alteración, poner los nombres del Padre Cueto y del padre Marquina a las calles paralelas al templo que comunican la plaza del Pino con la Alameda.

Para 1915, la Virgen del Pino figuraría ya en el calendario como patrona de Canarias Orientales y las fiestas de septiembre de 1915, como recoge la edición de Diario de Las Palmas de 18-08-1914, serán el "coronamiento de las que ahora empiezan".