Teror no deja de sorprender. Ayer lo hizo, nuevamente, con una romería ofrenda de récord, que quedará en la retina de los presentes para enmarcar tanto por su poder de convocatoria -70.000 personas tomaron parte en ella y la vieron, según fuentes municipales- como por su generosidad, con más de 30.000 kilos de alimentos agolpados anoche en la sacristía de la Basílica donde se cobija desde hace siglos la Virgen del Pino y que en cuestión de horas estarían en la despensa de una decena de ONG.

El propio alcalde de la villa, Juan de Dios Ramos, ejerció al término del exitoso acto de juez y medidor para calificarlo como "uno de los más multitudinarios y generosos" que le había tocado vivir. Y es que la jornada de este domingo acompañó a todos los niveles, con un día en el que apenas se sucedieron los incidentes de relieve -a excepción hecha de las protestas iniciales ante la falta de previsión de Global en sus servicios especiales para volver a mediodía hasta la capital y Arucas- y donde la meteorología hizo un guiño a devotos, romeros y feligreses salpicando de nubes el cielo grancanario a partir de las cinco y media de la tarde.

Si otros años la plaza del Pino fue una olla que cocía a cualquiera a más de 35 grados, en esta ocasión hubo hasta una ligera brisa que muchos interpretaron como un ´beso´ lanzado por la propia Virgen en un año en el que se celebra, además, el centenario de su nombramiento como patrona de la Diócesis de Canarias.

Día triunfal

Teror amaneció tomado por una legión de peregrinos. La fiesta cayó en domingo y no hizo falta mucho más. La carretera recién asfaltada y muchas ganas por cumplir promesas. Eso hizo que en el pueblo se registrasen más de 30.000 visitantes a eso de las dos de la tarde. Bares repletos y, la única pega, los retrasos a la hora de subirse a una guagua. "Llevamos dos horas y media esperando", se quejaba efusivamente Andrés García con el tique en la mano. Entre unos y otros, el Ayuntamiento sumó 100.000 foráneos al caer la noche.

Reforzado el dispositivo matutino, no sin una larga espera, el panorama cambió. Policías, agentes de Protección Civil, Guardia Civil y demás miembros de la organización tomaron posiciones para arrancar la romería 15 minutos después de que la cohorte de políticos -con la delegada del Gobierno, María de Carmen Hernández Bento; y el presidente del Cabildo, José Miguel Bravo de Laguna al frente, al frente- ocupasen sus puestos a la vera de una virgen recibida entre vítores, repiques y aplausos y acompañada por el obispo Francisco Cases; el vicario Hipólito Cabrera; el sacerdote Manuel Reyes y otro párroco, Jesús Rodríguez, quien llegado desde la nunciatura de Madrid se confesaría dos horas después "fascinado ante semejante espectáculo" de frutas, verduras y viandas varias, convenientemente inmortalizadas en su moderna tablet.

Hasta que la patrona asomó hubo tiempo para muchas cosas: refrescarse con un helado, coger posiciones, como hizo María Dolores Jorge, venida de Telde sin dejar de trabajar y que hasta se echó una cabezadita en primera fila, o visitar a la imagen en su casa, gesto por el que se decantaron los primos Rubén y Beatriz Rodríguez y la pequeña Yulisa, hija de esta última.

Enrique Naranjo y su cerca de 100 ovejas abrieron la comitiva precediendo a la carreta de Teror, de la que tiraban Clavellina y Aceituna, una yunta imponente. Por allí pululaban ya Jimena y Sara Ojeda, que apenas levantaban dos palmos del suelo, bebiendo de un porrón mientras una tropa de vecinos dejaban los primeros 700 kilos de la entrega del día.

Después le tocó al Cabildo, que hinchó más el pecho y cargó su carruaje con 800 y se llevó también una ración de aplausos con sus ya tradicionales parejas de portadores de rótulos y el grupo de pescadores y viudas venidas de Tamaraceite que vestían el primer traje con el que acudieron a la primera ofrenda terorense, en los años 50.

A partir de ahí, la romería comenzó a coger ritmo. La Aldea se plantó en la plaza con plátanos para dar y tomar y Mogán volvió a asombrar al respetable con un picudo de 170 kilos que ayudó a desembarcar de la falúa el bueno de Isaac Quintana. Además de una amplia muestra de la agricultura local, los del Sur dejaron en la villa mariana 250 kilos de pescado, haciendo las veces de entrantes para las carretas de Santa Lucía de Tirajana y la capital -con Leire Hernández y Lucía Moreno hilando fino en lo alto del carromato institucional- y dejando, entre descarga y descarga, pequeñas pinceladas de tipismo y canariedad -que si una folía por aquí, que si una demostración del juego del palo por allá-, seguido muy de cerca por Emilio Ballesteros, alcalde de la localidad asturiana de Nava, invitado al sarao por estar hermanado su pueblo con la villa.

Llegados este punto, el alcalde Juan de Dios Ramos mandó parar para sacar de la cabina de comentaristas al periodista Antonio Cruz Domínguez, agasajado por su medio siglo como cronista de la fiesta. Aplauso y vuelta a la faena.

Firgas introdujo también en el templo "más comida que el año pasado", como reconocía Kiko Santana, y la expedición de Nava se quedó boquiabierta al ver en pleno corazón de Gran Canaria a 26 bailarines de Sabinosa, en El Hierro, danzando y haciendo retumbar el trono de la Virgen con sus chácaras y sus tambores. "El año pasado no pudimos venir, pero aquí estamos de nuevo", explicaban en una pausa Vicente Padrón y Carlos García, primos y bailarines de primera.

A todas estas, los verseadores Yeray Rodríguez y José Manuel Dávila seguían muy de cerca las evoluciones de los 44 niños encargados de leer las 22 décimas que hacían las veces de presentación de cada comitiva. Emma Estupiñán y Joel Déniz fueron, en este sentido, los que ejercieron como maestros de ceremonias para Ingenio.

En la trastienda, Pepe Santana, sus 20 compañeros voluntarios de la parroquia y sus otras carretas no daban abasto. "El año pasado fueron 20 toneladas, pero ya hemos leído en LA PROVINCIA que esta vez van a ser más". No le faltaba razón. Al término del acto se hablaban de 30. "Está todo muy variado, hay mucha fruta. Y también gofio, garbanzos, lentejas...El picudo se lo van a llevar a San Juan de Dios. Junto a ellos, también se llevarían un pedazo de solidaridad isleña la Obra Social, las hijas de la Caridad (Colegio del Carmen), Cáritas, Hijas de la Caridad (Cen. Labouré. de Santa Brígida), Cruz Blanca de Arucas, asilo de ancianos, amigos de Lourdes, Maná (Obra Social), con 1.435 usuarios.

Artenara, Arucas (con mucho producto enlatado descendido por Gustavo Fernández) y Valleseco, que dio forma a uno de los carromatos más originales continuaron con el evento a buen ritmo y mejores condiciones meteorológicas.

Hasta el trono se acercaba una marea incesante. Un club de lucha canaria, el Tinamar de San Mateo, y romeros tan pintorescos como Vicente Díaz, cargado de orégano, menta y sahumerio, o Estela Armas, con 20 kilos de sardinas en la cabeza y que, sin pretenderlo, se erigía en avanzadilla de sus compañeros de Agaete. Moya, Valsequillo -que triunfó con Manuel Monzón pisando uvas en el centro del artefacto mecánico- y Santa Brígida rindieron igualmente tributo. A Telde se le esperaba con temor por aquello de que habían anunciado 700 romeros, pero al final desfilaron a gran velocidad y no parecieron ser tantos. Gáldar con sus cebollas, Tejeda con dulces, Agüimes y San Bartolomé cerraron la comitiva. Los del sureste dieron en el clavo: no sólo trajeron cosas que llevarse a la boca, siempre bien recibidas, sino dentífrico y champús, productos también básicos. Tirajana presumió de Faro de Maspalomas y la romería echó el cierre con el célebre "¡Ay Teror, qué lindo estás!" que ayer era fácilmente reemplazable por "¡Ay Teror, qué lleno estás!" ante tanto rebose.