El catequista Javier Sosa Galindo recordó anoche con cariño en su pregón de las fiestas del Cristo de Telde al grupo de monaguillos, apodados Los Mariachis "por el bigote que lucía el sacristán de la época y el origen mexicano de la imagen", que han participado en las 52 bajadas oficiales del santo desde el altar mayor. Desde el interior de la basílica de San Juan, el mayordomo rescató las anécdotas de la imagen durante su peregrinación a la catedral en el año jubilar. La parroquia espera hoy la visita de más de 1.500 feligreses con motivo de la bajada de la imagen.

Las fiestas en honor al Santo Cristo de Telde, que se celebran hasta el próximo 22 de septiembre en el barrio de San Juan, arrancaron anoche con la lectura de un pregón cargado de anécdotas de "un niño, nacido y criado" a la sombra de la imagen.

La pasión por los fastos del catequista Javier Sosa Galindo, mayordomo del Cristo durante 52 años, comenzó en la tienda de venta de pienso a granel, que regentaba su madre en la calle Don Esteban. El armarito de cristal, que guardaba el chocolate y la conserva cubana, servía de soporte para los carteles que anunciaban los actos religiosos. "La ropa de salir" era la elegida por su progenitora para asistir a la procesión.

Con once años de edad, Sosa comenzó a doblar los programas de las fiestas en el archivo parroquial y a repartirlos a pie hasta "los límites de la ciudad", desde el edificio La Tortuga de la calle El Roque hasta la fachada del Tenesoya en Los Picachos.

Lo que más le impresionaba de pequeño al mayordomo teldense eran "los cambios de color que se producían en la tez de la imagen" mientras descendía del altar mayor. Si la estatua adquiría un color muy oscuro es que "no quería bajar o estaba enfadada". Por contra, "ya en la cercanía, la figura parecía más clara".

De adolescente, formó parte del grupo de muchachos que año tras año ultimaban los preparativos de la bajada y subida del Cristo. "Recuerdo que Juan, el sacristán, se dejó bigote como los músicos de mariachis. Al verlo el párroco Teodoro y, recordando el origen mexicano de la imagen, nos bautizó como Los Mariachis", confesó con entusiasmo el pregonero a la vez que elogiaba a algunos de esos mayordomos que le han acompañado durante las 54 bajadas del santo (52 oficiales más dos pruebas para el trono móvil).

Con palabras de agradecimiento, Sosa recordó la despedida de don Teodoro, "el incansable párroco", la llegada de Francisco González, "quien hizo al resto de la parroquia enamorarse más del Cristo", el paso de José Francisco y la inauguración de las torres de la basílica y, por último, al sacerdote José María Cabrera.

El catequista, además, rescató con nostalgia las dudas que le surgieron a la congregación durante la peregrinación del santo a la catedral en el año 2000. "¿Pasará la imagen los Siete Puentes? ¿El obispo dejará al santo en las Palmas para siempre?". Sin dejar atrás la visita del santo a la iglesia de La Luz, en el Puerto, donde Sosa acabó "atropellado por el trono" y con una muleta en "el banco de los lesionados del Cristo".

El templo, que estrena iluminación, espera recibir hoy más de 1.500 devotos con motivo de la celebración de la bajada del santo.