Moya rehabilita el acueducto de Las Canales, que alberga la mayor acequia de madera de Gran Canaria, que está labrada con pino canario. El canal es uno de los vestigios de la tradición hidráulica del municipio y sus orígenes se sitúan en la primera mitad del siglo XIX. La actuación financiada por el Cabildo cuenta con un presupuesto de 45.000 euros.

El acueducto situado en el barrio de Lomo Blanco se encuentra en desuso desde hace décadas, y sufre un avanzado estado de deterioro. Las piedras de los pilares llegaron incluso a ser utilizadas para la construcción de la carretera vecinal adyacente, desconsiderando su valor histórico.

El acueducto es un icono del paisaje cultural de la comarca. Fue construido por la Heredad de Aguas de Los Chorros, Propios y El Laurel para salvar el desnivel existente en la zona. Y se cree que data de la primera mitad del siglo XIX. Precisamente, la institución insular tiene previsto realizar un estudio de la madera para determinar la fecha exacta de su construcción. Su singularidad es debida tanto a su morfología estructural, con dos muros laterales y cuatro pilastras irregulares que sustentan el canal de riego, como a los materiales con los que fue levantado, piedra y cal para la estructura, así como tea de pino para el canal.

El Cabildo habla de que es una joya de ingeniera hidráulica de la época, que muestra el empeño de las gentes del lugar en la búsqueda de soluciones para canalizar el agua con fines agrícolas.

El acueducto de Las Canales es precisamente una de las mayores muestras de este legado etnográfico. Su inclusión en el Catálogo de Patrimonio Arquitectónico y en la Carta Etnográfica Municipal ponen de manifiesto su importancia como uno de los elementos más característicos del patrimonio hidráulico de Moya y de toda Gran Canaria.

La rehabilitación ha sido impulsada por la Consejería de Presidencia, Cultura y Nuevas Tecnologías del Cabildo, a instancias del Ayuntamiento de Moya, y cuenta con un presupuesto de 45.000 euros y un periodo de ejecución de cuatro meses, si bien los trabajos se encuentran ya muy avanzados.

Gracias a la riqueza hídrica de sus dos principales barrancos, Moya cuenta con una extensa cultura del agua forjada a lo largo de los siglos. A raíz de los primeros repartos de tierras tras la Conquista de Gran Canaria y de la posterior constitución de las heredades de aguas, la población local se esforzó sin pausa en el aprovechamiento agrícola de este recurso natural.

El agua que nacía en los altos de la Villa era conducida hacia cotas más bajas, de mejor clima para la producción agrícola y ganadera, pero de menor abundancia de lluvias. Y es testimonio de ello es la extensa red de infraestructuras hidráulicas, formada por pozos, galerías, molinos, acequias, lavaderos, estanques y cantoneras.