A las diez menos veinte de la mañana de ayer, -hora Zulu-, salía pitando de su caja la primera de las 3.500 perdices que soltará en los próximos días el Cabildo de Gran Canaria en 28 rutas diferentes para potenciar la caza en la Isla, y especialmente para que la actividad cinegética no afecte a las zonas agrícolas.

Las aves son criadas por la propia corporación en su granja de Corral de Los Juncos, en la cumbre, donde pasan un parvulario entre algodones, con sus huevos bien seleccionados para que sean en el futuro unas perdices fuertes y gordas.

Este tratamiento de cría incluye el traslado, una vez que el pollo va cogiendo tino, a los voladeros cercanos de la finca insular de Tirma, con el objetivo de que vayan asimilando las pautas de la aviación propias de una perdiz, todo ello, según explicaba la consejera de Medio Ambiente, María del Mar Arévalo, sufragado por las cuotas y licencias de los aproximadamente cinco mil cazadores registrados en la isla de Gran Canaria, la única del Archipiélago que tiene permiso del Gobierno de Canaria para realizar sueltas de este tipo.

Paralelamente los cazadores, también a través de subvenciones del Cabildo, siembran varias extensiones de cereales, en terrenos abandonados y siempre con semillas autóctonas para crear un hábitat adecuado a estas especies, algo que ayuda también a conservar el paisaje.

Las primeras 30 inocentes perdices, que ayer viajaban en cajas hasta el área recreativa de San José del Álamo, que ayer actuaba como zona piloto de despegue, emprenden en los próximos meses una optimista vida rodeadas de vegetación, confortadas por ricos comederos y bebederos naturales y también artificiales colocados estratégicamente para su bienestar, todo ello en serenas vaguadas y dehesas en la que harán pandilla con otros ejemplares. Allí onronearán a su pareja en febrero, empollarán a partir de abril y harán prosperar con éxito del orden de cuatro a seis pequeños perdigones, que es el siniestro nombre que reciben los pollos de perdiz, y que barrunta a rente y sin paliativos lo que vendrá apenas poco después...

Porque las perdices vivirán felices hasta agosto. A partir de ahí y hasta septiembre se acaba el relajo y el animal comprenderá que no todo el monte es tunera, acebuche, cardo y tabaiba, sino un muy hostil mundo de perdigones de cartucho de escopeta. Así hasta el año que viene, donde nuevos pollos ajenos a lo que ocurre un poco más abajo, serán criados al dedo en el Corral de Los Juncos, dentro del llamado plan de repoblación de especies animales.