Un investigador tinerfeño defiende que la talla original de la Virgen de Candelaria, patrona de la Diócesis Nivariense, partió de una ermita en Gran Canaria y llegó a su Isla a consecuencia del desvío ocasionado por un temporal dentro del habitual comercio marítimo de esclavos aborígenes y riquezas naturales que existía con la Península. Enrique Vivancos reconocía ayer que su planteamiento es polémico, pero se basa en una referencia escrita. El historiador defenderá su tesis la próxima semana en el II Encuentro Canarias, territorio de misterio, que se celebrará en Guía.

La historia aceptada habla de que el origen de la Candelaria se remonta a finales del siglo XIV, cuando dos pastores guanches encontraron una talla gótica sobre una peña en la costa de Güímar y llegaron a pensar que era una mujer. A uno de ellos se le paralizó luego el brazo ante ella y el otro quedó herido. Asustados, fueron a ver al Mencey. Acaymo ordenó trasladarla y, al cogerla, sanaron. El rey aborigen pensó que era sobrenatural, por lo que insistió en llevarla. Pero, ante el lugar en el que se erige hoy la ermita de Nuestra Señora del Socorro, ya no pudieron seguir portándola. El guanche llamado Antón, que había sido esclavo de los españoles y sirvió de traductor para los conquistadores, reconoció en la imagen a la Virgen María, pasando a ser venerada como Chaxiraxi, señora del mundo.

En 1826 desapareció la imagen primitiva debido a un aluvión y fue sustituida por una talla de Fernando Estévanez en 1827.

Sin embargo, el investigador cuestionará la semana que viene en las jornadas de Guía sus du- das sobre la verdadera identi- dad de Antón Guanche. "¿Existió realmente o es una metáfora?" A su juicio, pudo tratarse de un recurso literario y que, detrás de esta figura, podría estar realmente Diego Belgua, que fue liberado de los nativos junto a un fraile, tal como apunta el dominico Alonso de Espinosa.

Y, dentro de esta intervención, pondrá sobre la mesa sus incógnitas sobre la supuesta aparición de la patrona por un milagro o fortuna, aceptada hasta ahora. "Todo es revisable", señala este profesor jubilado, que lleva más de dos décadas investigando la historia de Canarias. Vivancos admite que su planteamiento sobre el origen de la talla es polémico y genera controversia. Pero, para avalar su argumento, recurre al testimonio que dejó el historiador canario Tomás Marín Cubas (1643-1704), que habla en su relato sobre las Islas de que "la virgen [en alusión a la Candelaria] fue sacada de un barranco de Las Palmas para llevarla a España". A su juicio, a este relato "no se le ha dado la importancia que tiene", pese a que coincide con otros testimonios.

Vivancos añade que las alusiones a este posible hecho se recogen en apenas "dos hojitas". Pero relata que en aquella etapa previa a la Conquista eran habituales las expediciones religiosas, y también las incursiones en busca de aborígenes para su posterior venta como esclavos en los mercados europeos, no solo entre los castellanos. Además, existían mercaderías en torno a productos como la sangre de drago, que se usaba como barniz. Además, se habla de que pasaron tres días desde La Isleta, donde se embarcaba, hasta Candelaria. Y que el mal tiempo pudo llevarles hacia Tenerife, en vez de continuar a su destino inicial, que debía ser la Península. Y recalca que en Gran Canaria existían cinco ermitas construidas por religiosos en su afán evangelizador, por lo que es lógico que cada una tuviese su propia imagen.

Con todos estos argumentos, valida su tesis sobre el origen de la primera talla de la morenita, "aunque pueda llegar más de 600 años después de los hechos", que sitúa en 1391. A su juicio, Antón Guanche pudo haber sido un recurso literario para explicar la aparición de esa imagen, cuando en realidad podría haber llegado de una forma natural a la Isla por el transporte marítimo.

El investigador cree que todavía habría que adentrase a fondo en la documentación que guarda el Vaticano sobre las numerosas expediciones religiosas a Canarias para tratar de llegar a una definitiva conclusión, ya que detrás de ellas estaban los papas del momento y otras eran lideradas por los propios misioneros. Esta dinámica religiosa que se prodigó a mediados del siglo XII se paralizaría temporalmente luego hasta que se reanudaron un siglo y medio, tras concluir las Cruzadas.

Todas estas conclusiones serán expuestas en su conferencia de la Casa de la Cultura de Guía.