Tras las protestas ciudadanas por la eliminación de cabras silvestres mediante disparos de rifle, la Consejería ha anunciado que retomará las apañadas, pero no descarta matar más animales. ¿Es eso necesario?

Hay que elegir qué modelo queremos, si queremos una isla totalmente erosionada y desertificada donde las cabras nos hayan ganado el terreno o una isla que contribuya a evitar el cambio climático con repoblaciones y con la protección de unos endemismos canarios que son exclusivos en el planeta y que están en grave peligro de extinción. Hay que poner en una balanza qué queremos. A nadie le agrada pegarle un tiro a un ser vivo, por eso se va a combinar las batidas con las apañadas. Hay peticiones de personas que desean hacer apañadas y también se han planificado algunas con la Asociación del Salto del Pastor. Si hay un éxito rotundo con las apañadas se evitarían los disparos, pero las experiencias nos dicen que las apañadas tienen un resultado muy limitado. Tenemos que intervenir de forma continua, no podemos hacer una batida ahora y otra dentro de dos años, porque sería insignificante. Tenemos que elegir si queremos flora endémica o solo cabras que campen a sus anchas y se coman hasta medio millón de euros que nos hemos gastado en las repoblaciones.

Alegan los defensores de esas cabras silvestres que muchas tiene dueños y se les deben devolver. ¿Es cierto?

Las cabras no están identificadas. Si se detectara que hay ganaderos que se dedican a abandonar sus animales, nuestro deber es denunciarlos por delito ambiental. Lo que nos dice la Dirección General de Ganadería es que lo primero que tenemos que hacer después de cada apañada es identificar las cabras para entregarlas a los pastores o subastarlas.

¿Tiene respaldo político en la eliminación de las cabras?

Totalmente. Somos conscientes de que este asunto ha supuesto un desgaste para el gobierno insular, pero se han respetado las decisiones de los técnicos. Las batidas se empezaron con el anterior gobierno del PP y en el Cabildo ningún grupo político las ha cuestionado.

¿Cómo va la recuperación del pinzón azul?

El Cabildo ha trabajado en los últimos diez años en un programa Life de la UE para la cría en cautividad y la mejora del hábitat. Vamos a hacer un corredor desde Inagua y Pajonales hasta Tamadaba para incrementar la población en libertad. Creemos que el pinzón azul ya está salvado, porque es una especie muy amenazada, pero tenemos un problema de fauna invasora similar al de las cabras. Se trata de los gatos, a los que también tenemos que controlar y limitar. No podemos soltar pinzones azules para que se los coman las gatos, que son grandes depredadores.

El programa Life para la erradicación de la serpiente de California ha perdido las subvenciones europeas, ¿no se corre el peligro de que se dispare la plaga?

Lo que dicen los expertos es que la serpiente no se va a poder erradicar en su totalidad, eso es muy complicado, pero se han estabilizado las capturas en unos 500-600 ejemplares al año, pues se han mejorado los sistemas de detección y el trampeo. Hay que decir que el 80% de las capturas se logran por la colaboración ciudadana, eso ha calado entre la población. Cuando un vecino ve una serpiente, llama al 112 o al Cecopin y los técnicos acuden a capturarlas, eso va a seguir funcionando. Creo que la plaga no se va a disparar.

El consejero Juan Manuel Brito ha anunciado un Plan de Mascotas, ¿en qué consiste?

El abandono en Gran Canaria está en torno a las 10.000 mascotas al año y nos parece excesivo, por lo que pretendemos implicar a los agentes afectados. Primero están los ayuntamientos, que son los que tienen la competencia, para que hagan un correcta gestión en sus municipios. Los perros y los gatos deben estar identificados, porque así será más fácil devolverlos al propietario original. Si ese propietario no los quiere, pues se le debe sancionar con una multa, que se destinaría al mantener al albergue que lo acoja. La idea es que en cuatro años se llegue al abandono cero. Ahora se adoptan unos 3.500 perros al año, pero los otros se tienen que sacrificar. Hay que mejorar la gestión del albergue para igualar abandono y adopción.