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Bernard Doughty, en la exposición junto a una foto de la iglesia de Firgas.ANDRÉS CRUZR

Valleseco

El cazador de luces de El Zumacal

El escocés Bernard Doughty fotografía los cielos de Gran Canaria en sus ratos libres de músico de la Orquesta Filarmónica - Los atardeceres de la cumbre le tienen cautivado

Los atardeceres de las cumbres grancanarias cautivaron tanto a Bernard Doughty que se ha instalado de forma definitiva en una casa de campo de El Zumacal, algo lejos de su puesto de trabajo, que no es otro que el de profesor de música y trombón solista de la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria. En el tiempo libre entre ensayos y conciertos, este escocés se dedica a cazar la luz de la Isla a través de su cámara fotográfica y ya ha ganado varios premios. Una exposición en la Agrupación Fotográfica de Gran Canaria recoge ahora 41 de esas imágenes, mientras él sigue mirando al cielo y buscando nuevos rincones.

Bernard Doughty llegó a la Isla en septiembre del 1988 tras ganar, en Londres, unas oposiciones que había convocado la Orquesta Filarmónica de Gran Canaria para cubrir la plaza de trombón solista. Nacido en la ciudad escocesa de Dundee, había estudiado en el Trinity College de la capital inglesa y desde los 12 años se dedicaba a tocar de todo un poco en bandas de metales, aunque lo que más le inspiraba era la música clásica.

Aquella aventura laboral en Gran Canaria empezó hace 28 años y confiesa que su plan es quedarse en El Zumacal, a donde llegó después de vivir en la playa de Las Canteras, en Santa Brígida y en La Veguetilla de San Mateo. Un invierno, paseando por Valleseco, vio una casa en venta y se quedó enamorado tanto de la vivienda como del lugar, quizá porque esa tarde el sol y las nubes habían dibujado un cielo rojo sobre la costa norte de la Isla.

"Eso fue lo que más me llamó la atención de El Zumacal, es el sitio de la Isla que más me recuerda a mi país, es frío y húmedo, pero también muy cálido en verano; yo jamás podría vivir más al sur del aeropuerto de Gando porque no soporto el calor", comenta Doughty al recordar su primer contacto con ese pago del municipio de Valleseco, donde aún se conservan algunos restos del antiguo bosque de Doramas.

Junto a su esposa, violonchelista húngara de la Orquesta Filarmónica, tardó tres años en rehabilitar la casa, pero reconoce que valió la pena por la tranquilidad y por los paisajes que le rodean, ideales para escuchar música y tomar imágenes. "Siempre me gustó la fotografía y mi primera cámara, aún estando en país, fue de fabricación rusa, completamente manual", apunta.

Ya en Canarias compró una Canon automática y después su primera cámara digital, pero siguió utilizándolas en sistema manual, lo que se nota en su estilo. Como la afición crecía, se presentó a varios concursos de fotografía y ganó uno en Firgas y otro en Santa Lucía. Un día que llevó a revelar unas imágenes de mujeres embarazadas, los propietarios del estudio fotográfico le ofrecieron trabajar con ellos en reportajes de bodas y otras celebraciones, lo que le ayudó a conocer nuevas técnicas, aunque nunca ha pensado en la fotografía como una profesión, sino como una expresión artística similar a la música.

Doughty encuentra dos paralelismos entre la música y la fotografía. La primera es "captar el instante preciso", tanto al tocar una partitura como al disparar la cámara. "Si te equivocas, te adelantas o te retrasas, ya no puedes arreglarlo, porque la música sigue sonando; en la fotografía pasa lo mismo, si no enfocas y coges la luz en el momento exacto, ya no se puede dar marcha atrás", explica. La otra similitud es el uso de la luz, que a su juicio es fundamental en un concierto clásico o en cualquier espectáculo musical. Una de sus últimas experiencias es realizar las fotografías para el grupo de rock La bola de cristal, cuyos resultados se pueden ver en la exposición.

Esta es su cuarta muestra fotográfica, pues ya ha había exhibido sus imágenes en Valleseco, Tamaraceite y Firgas. Y prepara otra en el Ateneo de Vecindario. "Si me invitan, me gusta exponer; ahora voy a practicar otros tipos de fotografía y a seguir investigando con las nuevas tecnologías, aunque no me gusta retocar las imágenes más de lo necesario, tienen que quedar salvajes", sostiene. Los lugares de Gran Canaria que más le inspiran son la cumbre y la costa norte, "preferentemente los atardeceres porque hay más colores en el cielo y más reflejos".

Paisajes y retratos

Normalmente prepara la foto durante los días previos, estudiando el sitio, el encuadre y la luz, aunque otras veces se tropieza de repente con la imagen soñada o se interna por los barrancos en busca de una charca o una cascada. Aparte de los cielos y los paisajes grancanarios, en esta exposición también hay retratos de personas, con títulos como La semilla de la vida, sacada en una finca de trigo en Zumacal con la modelo Tamara Sánchez Rietmeijer. Una de sus hijas también sirve de modelo en una puesta de sol en las charcas de San Lorenzo con el Teide y la montaña de Gáldar como fondo.

"La exposición tiene 41 fotos de varias temas, entre las que hay retratos artísticos, una sección de fantasía, músicos y imágenes nocturnas; el elemento principal que une las fotografías es la luz, y especialmente, como la luz resbala o toca cada sujeto", puntualiza Doughty, que asegura. Ante la buena acogida, el director de la Agrupación Fotográfica, Carlos Lasso, ha decidido mantenerla abierta hasta el martes 22 de marzo.

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