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Bisontes en Agáldar

Altamira elige Cueva Pintada para su primera exposición fuera del yacimiento cántabro - La muestra abre hasta el 15 de octubre

Bisontes en Agáldar

Hace 33.000 años el Homo sapiens comenzó a alicatar el mundo subterráneo de Altamira, convirtiendo sus paredes, techos y zócalos en la Capilla Sixtina del Paleolítico en un fenomenal trampantojo policromado dibujado con la luz del fuego, y salpicado de figuras antropomorfas, ciervos, caballos, jabalíes, bóvidos y bisontes.

Un conjunto de tal complejidad técnica que cuando el cántabro Marcelino Sanz de Sautuola enseñó al mundo lo que su hija María descubrió al padre tras mirar los techos, -"¡mira, papá, bueyes!"-, los científicos de la época acusaron a Marcelino de haberlos pintado él mismo. Las salas que albergan Altamira, en Santillana del Mar, estuvieron 'pintándose' durante más de 20.000 años, hasta que un derrumbe blindó el arcano.

Durante ese periodo de habitación se acumularon los aerógrafos de hueso, los morteros con los que se mixturó el óxido de hierro, las margas y los carbones que conforman la paleta de colores. Y también los buriles o las puntas de sílex, una de las cuales está considerada como una de las más perfectas talladas jamás, y que por primera vez desde todos esos miles de años ha salido de Altamira para exponerse en Cueva Pintada, el otro gran totem de la prehispánica Canarias y con el que le une más lazos de los que a simple vista parece.

Tal como muestra combinando ambos tesoros, la exposición abierta ayer al público en la sede del museo galdense. Pilar Fatás, directora del yacimiento cántabro, confesaba en la apertura, que, como experta en la materia, "no me siento extraña" en el reducto de la Agáldar prehispánica, como otro tanto le ocurre a Carmen Rodríguez, conservadora de Cueva Pintada, cuando se sumerge en las salas de Altamira. Al fin y al cabo ambas culturas, rupestres las dos, son producto de un único hombre moderno, "dotado de una misma capacidad simbólica, de un lenguaje abstracto y preocupado por un mismo anhelo: construir una sociedad para sobrevivir y conjurar la muerte".

La excepcional visita, que pone a Cueva Pintada como el primer lugar del mundo adónde viaja Altamira a través de 84 piezas, reunió en el zaguán del Guanartemato al subdirector general de Museos Estatales del Ministerio de Cultura, Miguel González; al presidente del Cabildo, Antonio Morales, y su consejero de Cultura, Carlos Ruiz; a la directora general de Cultura del Gobierno de Canarias, Aurora Moreno; al alcalde de Gáldar, Teodoro Sosa y, entre otros, a los arqueólogos Valentín Barroso y Jorge Onrubia Pintado, profesor de Prehistoria de la Universidad de Castilla-La Mancha y estrechamente vinculado al recinto galdense.

El recorrido se encuentra distribuido en cuatro áreas temáticas, pero con un denominador común que distribuye estratégicamente los objetos para crear un mixturado que trabaja como nexo de las dos culturas, desde la cosmovisión creada en torno a las cuevas y los mundos subterráneos, hasta detalles más técnicos -como los aerógrafos que difuminan los colores, contra las pintaderas que los estampan-, y en los que se disecciona las distintas maneras de crear imágenes, con el empleo del negro en Altamira, "frente al blanco de Cueva Pintada", colores que confluyen, en el uso del pigmento rojo, extraído en los dos casos de arcillas ricas en óxido de hierro".

La 'joyería' de Altamira aporta, entre los idolillos, recipientes y punzones de origen isleño, las agujas, los arpones o los dientes atrofiados de ciervos que se utilizaban como colgantes, así como otras piezas dentales de bisonte, zorro y caballo del yacimiento cántabro.

Pero el sentimiento es recíproco. De tal forma que este mismo viernes se inaugurará, con idéntico título, El largo viaje... De Altamira a Cueva Pintada, la primera muestra de objetos prehispánicos del museo galdense fuera de las islas en el yacimiento hermanado, "con una selección equivalente de bienes culturales de la Cueva Pintada de Gáldar y de la cueva de Altamira en cuanto a su significado cultural", y que permanecerá abierta hasta el 15 de octubre con acceso gratuito.

Una deliciosa gira por la historia, desde el planeta de los cazadores-recolectores del Paleolítico superior en la cueva de Altamira, hasta las sociedades pastoriles de los siglos VII al XVI de Cueva Pintada, todo ello aquí al lado.

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