Antonio Ojeda usa la técnica del calamar. La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil cree que el Rubio, el hombre al que se dirigen todas las mirada del equipo de investigación y el juez en relación con la desaparición de Yeremi Vargas el 10 de marzo de 2007, ha tratado de soltar tinta para dirigir las miradas a un vecino de Santa Lucía, con el fin de diluir cualquier sospecha sobre él. Los autores del último informe policial han descartado la participación de esta persona, conocida como Tani. "Soy inocente", "estoy totalmente descartado", "todo es por celos y envidia", "espero que toda la Ley pase por él, y que limpie mi imagen", ha declarado a Telecinco.

Antonio Ojeda se desahogó con su compañero de celda. En sus conversaciones en la Península le contó múltiples detalles del caso, pero siempre usando como autor a una tercera persona. Entre los muros, le contó que el responsable de la desaparición y posi- ble fallecimiento del niño era su vecino Tani. Y le dijo que éste le había dado algún tipo de producto para dormirle, que acabó por causarle la muerte, debido posiblemente a que era asmático. Y llegó a asegurarle que había visto cómo incineraba sus restos utilizando maderas y un colchón, tal y como publicó la pasada semana este periódico.

"No tuve nada que ver, fue Tani. Le puso al niño algún tipo de disolvente, droga u otra sustancia, con el fin de dormirle", aseguró Juan el rubio sobre la desaparición del pequeño".

El Tani lo niega, y la Guardia Civil le da crédito. Los agentes revisaron este nuevo relato y llegaron a la conclusión de que era imposible que el vecino de Orilla Baja estuviera vinculado al caso, ya que ese día estuvo trabajando fuera de Santa Lucía.

Ahondando en el testimonio, 'El Programa de Ana Rosa' emitió el lunes unas declaraciones de Tani, en las que admitió encontrarse "muy mal. Yo no sabía que ese hombre fuera tan malo como es". Recuerda que las primeras noticia del relato de el Rubio le llegan por una llamada de la Guardia Civil. "Me dice que este señor me acusa de la violación de un niño que se cometió aquí en 2012. Pero todo esto es mentira. Yo no he visto niño, ni nada". En aquella época, este vecino trabajaba en una obra, por lo cual encontró testigos que corroboraban su relato, según la Unidad Operativa.

En su defensa, el Tani alega que ese rencor que mantiene Antonio Ojeda hacia él se debe que "me tiene celos y envidia". Y detalla los hechos que ocasionaron esa animadversión personal: "Conozco a la familia de toda la vida, porque son del pueblo. Pero un día contactó con un vecino de mi mujer que tenía pepinos, y le preguntó si le podía conseguir un trocito de tierra aquí -en alusión al Barranco de Tirajana-. Le eché una mano a construir esta chabolita. Me dijo que era para meter trastos de materiales de construcción y herramientas, pero cuando me di cuenta estaba viviendo ahí".

No fue el único contratiempo, relata en la entrevista de la televisión nacional: "Le presté unos tambores de pesca para unas morenas. Un día se los pedí y me dijo que eran de él. Y se puso bravo. Yo le dije que se los había prestado y me había dijo que cuando me hiciera falta se los pidiera, y cuando fui me dijo que no. A partir de ahí tuvimos unas palabras fuertes. Se puso agresivo, que si no me hago a un lado me mete hasta mano".

El hombre cuenta junto a la citada infravivienda situada en Santa Lucía que a "toda aquella persona que se cruce en su camino lo va machacando y criticando por ahí". Y acaba defendiendo su exculpación sobre la desaparición del pequeño. "Soy inocente en todo. La Guardia Civil me ha investigado, me ha mirado por todos lados. Ha mirado mi historial, y dónde estuve ese día. Estoy totalmente descartado por el caso de Yeremi. Y no sé dónde vamos a salir de esto". Para concluir, pide "que pese toda la ley sobre él. Y que limpie mi imagen". Y acaba pidiéndole que acabe con esta situación, y "que hable Juan el Rubio".

Antonio Ojeda relató a su compañero de celda algunos detalles que sólo podía conocer alguien que vivió el secuestro de Yeremi Vargas, según los investigadores. De ahí que se haya dado mucha credibilidad al relato aportado por el interno. Unos datos que corroboran, de igual forma, que debió fijarse muy bien para poder retener esa información tan detallada. De ahí que todas las miradas confluyan en quien ha enumeró los acontecimientos, aunque haya tratado de inculpar a Tani. También se da la circunstancia de que Antonio Ojeda mostró un gran interés por otros sucesos de gran repercusión, como el de Asunta Basterra, la niña gallega que ha llevado a prisión a sus padres adoptivos. Además, su narración sobre la muerte del pequeño se pudo asemejar a su fórmula para deshacerse del cadáver y hasta el lugar ideal, ya que este hombre recogía chatarra por los alrededores y solía visitar el vertedero de Juan Grande.

'El Programa de Ana Rosa' añadió ayer que la expareja de 'El Rubio' informa que Ojeda relataba más detalles que sólo podía saber si había estado con el niño, como es el caso de la descripción de la ropa que vestía el niño en el momento de la desaparición, y que no correspondía fielmente con la que se dio en un primer momento. Nuevamente, estos matices solo los podía conocer alguien que estuvo ligado al caso.

El principal sospechoso habla de que el niño llevaba un pantalón caqui y unas gafas azules, que coinciden con su vestimenta ese día, en contra de lo que se dijo en un primero momento, cuando el pantalón parecía un vaquero azul y las gafas tenían otra tonalidad.

"Estoy convencida de que es el autor de la desaparición de Yeremi Vargas", recoge en el último documento redactado por la UCO con la declaración de la expareja de Antonio Ojeda, quien recordó que ambos solían visitar el vertedero. También en este caso, 'El Rubio' contó a su compañero de celda que al niño lo había quemado el vecino y llevado sus restos a un vertedero. Por este y otros motivos la policía cree que Antonio Ojeda actuó solo.

Según su relato privado, Tani había quemado el cuerpo sobre unos colchones y tiró los restos en el vertedero.

La expareja relataba sobre esta coincidencia que "fuimos muchas veces al vertedero de Juan Grande a recoger chatarra. Accedíamos por la parte del barranco, evitando la carretera principal para no ser vistos. Mi expareja quemaba colchones para extraer hierros, así poder venderlos en la recuperadora de metales. Las quemas las solía hacer cerca de su chabola, en el Barranco de Tirajana".

Distintos testigos coinciden en recordar su presencia física en la zona en la que jugaba Yeremi junto a su casa, y de la concordancia del coche que tenía en aquella época.

Al parecer, la exmujer también ha declarado que el Rubio era una persona con muchas adicciones, y daba su certeza de que podía ser el causante de su desaparición. En su momento, lo había llegado a denunciar por agresiones.

Tal y como publicó este periódico, la Guardia Civil ha ido echando por tierra sus falsos relatos, que le llevan a concluir que la implicación de Ojeda es mayor de la que él está dispuesto a reconocer. En el caso del coche, el ahora detenido en la prisión de Juan Grande les contó que el día de la desaparición había visto cómo una mujer morena introducía en un Seat Toledo blanco a un niño que coincidía con la descripción de Yeremi, en la confluencia de las calles Guatemala y Diego de Ordaz, a unos 50 metros de la casa del niño, y que tres días después había vuelto a ver el mismo vehículo en una recuperadora de metales de Arinaga.

Los agentes admiten de su existencia y que había estado en el polígono industrial de Agüimes el 13 de marzo de 2007, pero el automóvil pertenecía al Ministerio de Defensa y sólo era utilizado de lunes a viernes, mientras que Yeremi desapareció un sábado. Su conductor, un trabajador civil de este departamento, explicó a los agentes que no tenía ningún tipo de relación con Vecindario y que no conocía a ninguna persona vinculada directamente con el pequeño.

En cuanto a la familia, en las declaraciones que Ojeda realizó a Antena 3 Televisión en el año 2015 había explicado que aquella mujer morena que supuestamente se había llevado a Yeremi le había dicho, como justificación para los llantos del niño mientras tiraba de él, que era su tía.

También fue comprobada esta explicación, hasta que finalmente se certificó que "no se ajustaría en modo alguno a la realidad".

Los policías interrogaron a varios familiares del menor desa- parecido, cuyas coartadas no les dejaron lugar a dudas: unos estaban cuidando de sus propios hijos; otros, trabajando; incluso había quien se encontraba en un centro de salud a causa de una reacción alérgica. Ninguno de ellos podía haber participado en la desaparición.