Un total de 64 pintores, escultores, diseñadores y artesanos han volcado su talento sobre las calabazas de agua como soporte artístico de una exposición que se inaugura este viernes, 4 de noviembre, a las 20.00 horas, en la Casa-Museo Antonio Padrón.Centro de Arte Indigenista de Gáldar.

La muestra es una de las partes del proyecto 'Calabazas para el agua', el cual posee un objetivo solidario que se concretará el 13 de diciembre con la subasta pública en Casa África de las piezas exhibidas, a las que se sumará otra del pintor Pepe Dámaso. Los fondos se destinarán a la organización no gubernamental Escuelas de Wara Wara de Sierra Leona, uno de los países más empobrecidos del mundo, para financiar la construcción de un pozo de agua.

Entre los artistas que han participado figuran Ángel Sánchez, José Antonio García Álvarez, Cristóbal Guerra, Félix Juan Bordes, Manolo Ruiz, Manolo González, José del Rosario, Toño Patallo, Pilar Rodiles, Jorge Ortega, Gabriel Ortuño, Fernando Álamo, Fátima Suleiman, Miguel Panadero, Alfonso Crujera, Hildegard Hahn, Reinado Sola o Pepe Dámaso.

La muestra permanecerá abierta hasta 27 de noviembre en la casa-museo (Calle Capitán Quesada, 3) y se enmarca dentro de su filosofía de promover la responsabilidad social fomentando la colaboración y cooperación entre instituciones y entidades que comparten fines como la cohesión social, la igualdad o la solidaridad.

En este caso concreto, un pozo de agua puede cambiar de manera notable la vida de los niños y niñas con los que trabajan las Escuelas de Wara Wara. Por un lado permite un mejor acceso a los recursos hídricos y mejora la higiene y la salubridad. Por otro, facilita la escolarización de los menores que se ven obligados a recorrer grandes distancias para conseguir agua, un problema que afecta de manera especial a las niñas.

La calabaza en la historia y en la obra del pintor Antonio Padrón

La calabaza de agua o calabaza del peregrino (Lagenaria siceraria) ha sido cultivada desde tiempos inmemoriales en todo el mundo. En China, África y América se hicieron -y se hacen- calabazas pintadas y decoradas como objetos de valor simbólico, ritual y talismánico, aunque también muchas personas las han pintado como un sencillo objeto decorativo o ejercicio infantil.

Igualmente, por el gran número de semillas presentes en su interior ha simbolizado la fecundidad, relacionándose también su forma con la silueta femenina. En África alude al huevo del mundo y a la matriz o al útero. Y es que las calabazas son profundamente simbólicas.

El propio Antonio Padrón no fue ajeno la fascinación que provocan las calabazas. Las suyas aparecen pintadas de negro lustroso, con estrías longitudinales, de gris plata e intenso rojo. La combinación de negro y rojo es ancestral: son colores primigenios muy presentes en la decoración de cerámica neolítica y aborigen canaria: noche y sangre.