El preso que compartió celda con Antonio Ojeda en las prisiones gaditanas de El Puerto de Santa María y Algeciras volvió a prestar testimonio ayer a través de videoconferencia ante el Juzgado de Primera Instancia número 2 de San Bartolomé de Tirajana por la desaparición de Yeremi Vargas.

En la declaración, que hubo de ser repetida por un defecto de forma durante su primera comparecencia, el testigo confirmó los extremos de sus anteriores testimonios, según los cuales Ojeda habría admitido tener un grado de conocimiento sobre el suceso mucho mayor al que ha reconocido nunca ante la Guardia Civil o la justicia, aunque sin llegar a admitir su responsabilidad directa en el caso. Este testimonio contrasta con otro ofrecido en diciembre ante el magistrado por otro preso, el compañero de celda del acusado en la cárcel de Juan Grande, según el cual el también conocido como Juan el Rubio le habría confesado la autoría de los hechos.

A preguntas de las partes, el testigo tuvo ayer la oportunidad de repasar sus primeros testimonios y se ratificó en la mayor parte de lo que ya había expresado en anteriores ocasiones, aunque aclaró algunos aspectos. Por un lado explicó que la confesión sobre Yeremi no tuvo lugar el mismo día en el que Ojeda había tenido una videoconferencia en relación con otro caso en el que en aquellos momentos estaba imputado. Por otro confirmó que Ojeda le contó que cuando vio al niño ya estaba muerto, si bien clarificó que el investigado no le indicó en ningún momento si al pequeño se le había suministrado algún tipo de narcótico. De hecho, aseguró que el niño presentaba en la piel un color azul compatible con algún tipo de asfixia.

Durante el tiempo en el que compartieron vivencias -primero en la prisión Puerto III de El Puerto de Santa María y después en el módulo 8 del centro penitenciario algecireño de Botafuego- Ojeda y el testigo trabaron una amistad no exenta de conflictos que aun así sirvió para que el acusado desvelara detalles sobre el caso.

Siempre que habló sobre el caso con su preso de confianza, Ojeda lo hizo situándose a sí mismo como testigo e incluso como víctima de Tani, un conocido suyo que tenía una finca contigua a la suya. De acuerdo con esta versión del compañero de celda, similar a la que la Guardia Civil ya había recabado de él meses atrás para su atestado sobre el caso, el presunto responsable del fallecimiento del niño habría sido este vecino y no el acusado, quien sólo le habría ayudado entregándole unas bolsas de plástico para introducir en ellas los restos incinerados del niño una vez había quemado el cuerpo sin vida usando un colchón como pira.

La Guardia Civil ya comprobó en su día la veracidad de la coartada de Tani, que ese día se encontraba trabajando fuera de Vecindario. El juez hizo lo propio en diciembre, tanto con el vecino como con el empresario que le contrató aquel 10 de marzo de 2007.

Con anterioridad a las comparecencias judiciales, el testigo había dado su primer testimonio ante la Guardia Civil a finales del mes de mayo. Entonces, como este viernes, explicó que Ojeda le había contado dos versiones: la que implicaba a su vecino y otra según la cual el investigado aseguraba haber visto cómo "una mujer de pelo moreno tiraba del brazo del niño" el día que se perdió el rastro del pequeño y después lo introdujo en un Seat Toledo de color blanco conducido por un hombre.

Ojeda ya había ofrecido antes esta versión. En septiembre de 2007, seis meses después de la desaparición de Yeremi, afirmó ante la Guardia Civil no sólo que había visto cómo la mujer introducía al pequeño en el Seat Toledo el sábado en el que ocurrieron los hechos, sino que días después se encontró con el mismo vehículo en una recuperadora de metales de Arinaga. Los agentes comprobaron esta línea de investigación, aunque la descartaron al constatar que el vehículo era conducido habitualmente por un empleado del Ministerio de Defensa que no tenía acceso al mismo los fines de semana.