Más del 70% de las abejas de la Isla son del tipo negra canaria, un porcentaje que permitirá acometer procesos de selección y conservación dado este alto grado de pureza desvelado por un estudio encargado por el Cabildo de Gran Canaria a la Universidad de Murcia.

La investigación concluye que la situación genética de la población de abeja negra canaria, única en el mundo, es idónea para tomar estas medidas, ya que solo un 15% pertenece a razas propias del sur peninsular y apenas otro 15% presentó mezclas de ADN extranjero.

La abeja negra canaria es propia del Archipiélago, pertenece al sublinaje africano de distribución atlántica y se caracteriza por su mansedumbre, su excelente producción de miel y su buena adaptación al clima y a la variedad floral de las Islas, si bien se desconocía el porcentaje de pureza de la población apícola.

Programa de mejora

Los resultados del estudio han sido, además, presentados a medio centenar de apicultores de Gran Canaria en el marco del programa para la mejora genética de la abeja negra, creado por el Cabildo de Gran Canaria tras la declaración de su protección emitida por el Gobierno canario en 2014, y en el que colabora la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC).

El Cabildo, tras la investigación de muestras de 53 colmenas de diversos puntos de la Isla, ha seleccionado una zona y cinco apicultores cuyas colmenas poseen abejas reina genéticamente idóneas para la reproducción de esta especie protegida, un grupo de las cuales será fecundada por zánganos genéticamente seleccionados.

Hasta seis colmenas con miles de abejas obreras y zánganos serán trasladadas a esta zona alejada de otras colmenas con mezcla de razas, de forma que las abejas reina seleccionadas solo sean fecundadas por los zánganos elegidos.

Una vez concluida la fase de fecundación, las hijas de las abejas reinas seleccionadas serán, a su vez, distribuidas por los cinco apicultores al resto de profesionales de la Gran Canaria para la progresiva expansión y mejora de la raza.

Será preciso esperar al menos un año para poder contabilizar de forma objetiva los resultados de estas actuaciones. Este mismo plazo será necesario para confirmar, además, el esperado incremento de producción de miel derivado de la expansión de este tipo de abeja.