Los niños saben más de medio ambiente de lo que muchos adultos suponen y este miércoles lo pudieron demostrar. Los protagonistas fueron un grupo de escolares de sexto de primaria del CEIP Doctor Juan Espino Sánchez de Ingenio que participaron en el primero de los talleres de concienciación ambiental que lleva a cabo la Mancomunidad del Sureste en los centros educativos de la comarca.

El taller contó con la animación de dos ´científicas chifladas´ pertenecientes a la empresa Ciencia Divertida, que compartieron con los estudiantes sus conocimientos. El objetivo estaba claro: demostrarles a los pequeños que el cuidado del medio ambiente resulta de la suma de todas las acciones individuales a favor del planeta, pero haciéndolo de una forma amena al usar la risa como lenguaje. Tras un pequeño saludo del presidente de la Mancomunidad y alcalde de Ingenio, Juan Díaz -a los pequeños no les costó demasiado adivinar de quién se trataba-, para explicarles cuáles son las funciones de este organismo intermunicipal, dieron comienzo la diversión y el aprendizaje.

Juegos creativos

Hubo juegos, hubo bromas€ todo estaba permitido para lograr que los pequeños interiorizaran los gestos relacionados con el reciclaje y el ahorro energético. Para explicar el efecto invernadero, por ejemplo, las peculiares investigadoras echaron mano de un pequeño globo terráqueo, una jaula, film transparente y una linterna, y los escolares lo comprendieron perfectamente. También hubo un concurso Pasapalabra con un rosco elaborado a partir de términos relacionados con la ecología y otro de preguntas y respuestas con rebote en el que ganaban los que presionaran más rápido el pulsador.

"A ellos les encanta aprender de esta forma, porque les resulta divertido, lo pasan genial y lo bueno es que aprenden significativamente, porque lo asimilan todo de una manera distinta", destacaba Raquel García, la intérprete que daba vida a una de las científicas, poco después de terminar el taller. Durante una hora, ella y su compañera Silvia Márquez llegaron incluso a repasar el contenido de una bolsa de basura que podría haber salido de la casa de cualquiera de los niños participantes. Uno a uno, fueron sacando objetos para preguntar qué había que hacer con ellos. Algunos resultaban sencillos de adivinar, como un periódico, pero otros tenían más complicación, como un ordenador portátil. "¡Hay que llevarlo al punto limpio!", les recordó una de las simpáticas investigadoras.

De la escuela a casa

Joel Espino, de 11 años, no podía ocultar su alegría por haber podido participar en el taller. "Con esta actividad no nos enseñan tradicionalmente con un libro, sino con juegos, y eso es bueno porque siempre se aprende mejor", comentaba.

Las toallitas húmedas fueron los residuos que más sorprendieron a los escolares cuando descubrieron que depositarlas en el retrete puede provocar atascos y problemas en los sistemas de aguas residuales, aunque también se interesaron por el consumo de energía que producen las regletas de los aparatos eléctricos cuando están enchufadas. "No lo hacía hasta ahora y ya lo haré porque es algo que no cuesta nada y puede ayudar al planeta", relataba Inés Hernández, de 12 años. Junto a ella, su compañera Nerea Pérez aseguraba que no sólo iba a empezar a ser más consciente, sino que también iba a insistir en casa para que todos recuerden "apagar la luz, no gastar agua y tirar las cosas bien al contenedor".

El taller celebrado en este colegio de Ingenio es sólo uno de los que se van a realizar durante las próximas semanas en centros escolares de los tres municipios de la comarca. En total, 800 escolares participarán en ellos, de los cuales 400 serán de Santa Lucía, 200 de Agüimes y otros 200 de Ingenio. Además del de cambio climático, próximamente se pondrá en marcha otro destinado a despertar en los estudiantes el interés por la investigación científica.