Un jurado popular declaró ayer culpable de asesinato al vecino de Teror que mató a su madre a puñetazos durante la madrugada del 3 de noviembre de 2015.

El tribunal popular ha rechazado la atenuante de obcecación planteada por la defensa al respaldar íntegramente la acusación de la Fiscalía de Las Palmas, que solicita una pena de 15 años de prisión por un delito de asesinato con alevosía, con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión de los hechos.

El abogado de la defensa, Iván Medina, pedía una condena de sólo 11 años de cárcel al apreciar también la obcecación como atenuante, pero el jurado ha descartado el arrebato como causa fundamental del crimen. Eso aboca al magistrado que preside el tribunal, Carlos Vielba, a imponer una pena similar a la solicitada por el ministerio público, que propone el castigo mínimo por el delito de asesinato (entre 15 y 20 años de prisión).

El jurado comenzó a enjuiciar a Juan Carlos Suárez Domínguez el pasado lunes y ayer por la tarde, tras dos sesiones de juicio, emitió su veredicto de culpabilidad. Por la mañana fue el turno de los médicos forenses, tanto de los que practicaron la autopsia a la víctima como de los que examinaron a Suárez para evaluar su estado mental.

Los forenses descartaron que el acusado, de 52 años, padezca un trastorno mental en relación con el crimen, según las declaraciones prestadas en la segunda sesión del juicio, que se celebró durante la mañana de ayer en la Audiencia de Las Palmas mediante el sistema del jurado popular.

Hastío y dependencia

Juan Carlos Suárez Domínguez asesinó a su madre a puñetazos sobre las 03.00 horas del 3 de noviembre de 2015. La defensa expuso que acabó con la vida de su progenitora "hastiado" por la situación familiar al verse obligado a cuidarla sin la ayuda de sus ocho hermanos, pero los expertos legales han rechazado que el estallido de violencia lo produjera un arrebato o sentimiento de obcecación, al menos en la dimensión patológica del término médico. Tampoco consideran que el historial clínico de Suárez, con un intento de suicidio y abusos de alcohol y de drogas en el pasado, influyera en el crimen. En esas conclusiones se ha apoyado el jurado para rechazar la tesis de la defensa.

El fiscal, tras las declaraciones de los peritos, mantuvo la acusación de asesinato con alevosía, pero rebajó la pena solicitada de 20 a 15 años al apreciar la atenuante de confesión, pues Suárez reveló lo ocurrido al concejal de Teror Juan Santana Navarro, que puso los hechos en conocimiento de la policía y eso motivó el comienzo del procedimiento penal. Posteriormente mantuvo su confesión ante la Guardia Civil y el juez instructor, recoge el veredicto del tribunal, que rechaza la tramitación del indulto para Suárez dada la gravedad del delito cometido.

Mercedes Domínguez Yánez, de 87 años, recibió "muchos golpes intensos y reiterados", según las autoras de la autopsia. Tenía la mayoría de los huesos de la cara rotos y estaba en la cama cuando la atacó su hijo, dormida o al menos recostada. De ahí que sus posibilidades de defensa fueran "escasas" y el ministerio público lograse un veredicto de culpabilidad por asesinato. "Con una mano la agarró del cuello y con la otra la golpeó", añaden las responsables de la autopsia.

Las salpicaduras de la sangre indican que previamente le retiró del cuello el aparato con el que estaba conectaba las 24 horas a la Cruz Roja, institución que le prestaba ayuda a domicilio a través del Ayuntamiento, dada la escasa movilidad de Mercedes y la situación de dependencia que sufría.

Todo eso demuestra, explicó el fiscal en su informe final, que se trata de una muerte "cruel y violenta" perpetrada por un hombre que "no tiene ninguna enfermedad mental", extremos que han sido verificados por el jurado, cuyo veredicto ha sido emitido en tiempo récord (el juez les entregó el objeto a las 12.00 horas y a las 18.00 horas hicieron públicas sus conclusiones en la sala de vistas).

El fiscal tuvo claro desde el principio que Suárez era consciente de lo que hacía porque urdió un "plan" para matar a su madre. Primero apagó el teléfono de auxilio que llevaba colgado del cuello; después la agredió cuando estaba dormida.