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Mogán Fiestas de San Antonio 'El Chico'

De padre de alma a padre de familia

Juan Bueno, fundador de la cooperativa agrícola, inaugura mañana las fiestas en honor a San Antonio

Juan Bueno Quintana (1943, El Juncal de Tejeda) iba para "padre de alma y se quedó en padre de familia". Comenzó a estudiar para entrar en el seminario con apenas 10 años, pero el destino lo convirtió finalmente en un "hombre de números" al cruzarse en su camino la administración de la corresponsalía del banco central en Mogán, la comunidad de regantes de la presa El Mulato y la cooperativa agrícola, donde recibió tres melladas de oro por situar al municipio sureño a la cabeza de la exportación de berenjenas en España durante la década de los ochenta. Durante casi 30 años fue voluntario de La Cruz Roja e interventor del club de pensionistas Tahona. Ahora, que el Ayuntamiento le ha encomendado la tarea de inaugurar mañana en el parque Nicolás Quesada las fiestas de San Antonio, asegura que su "capacidad de adaptación" a las circunstancias le ha permitido disfrutar de una vida vinculada a la actividad económica y social del municipio y de una familia compuesta por cuatro hijos y cinco nietos.

Bueno nació en el seno de una familia gestada por padre moganero y madre tejerense. Cuando tenía cuatro años, sus progenitores decidieron trasladarse al barrio de Molino de Viento. Fue el penúltimo de 13 hijos y como buen chiquillo de la época combinaba sus deberes de la escuela de Nicolás Quesada con el cuidado de cabras y vacas en la montaña del Castillete. Por aquel entonces ya destacaba por su gusto por la religión. Estudió hasta 5º de Latín rodeado de curas en la capital de Gran Canaria y, como por aquella época la lista para entrar en el seminario era larga, regresó a Mogán para continuar desde el Sur con sus cursos de preparación eclesiástica. En una antigua BCA recorría los domingos los pueblos de Tabaibales, Veneguera y Barranquillo Andrés con una piedra de ara envuelta en sábanas. En almacenes de empaquetados de tomate o en los patios de vecinos colaboraba en la celebración de misa a domicilio. También se encargaba de limpiar la imagen del patrón para las fiestas y en una ocasión que San Antonio lucía una vestimenta no muy prolija para salir a la calle por su día grande, el chiquillo se esmeró en frotar la escultura para quitarle la mancha. Tal fue el zafarrancho que montó con estropajo de esparto en mano que el pecho de San Antonio se quedó "color madera". Gracias al "betún negro" que consiguió en una tienda del pueblo pudo disimular aquel episodio que casi le cuesta un disgusto entre sus superiores de la parroquia.

Por San Antonio iba a El Guirre a por "juagarzos" con los que las vecinas del valle horneaban el pan de leña. Disfrutaba del olor a cochinillo negro que desprendían los ventorrillos y, con suerte, alcanzaba alguna peseta de su padre para comprarse un turrón de Lolita, La Moyera. Un año, recuerda el pregonero, que el padre de familia no tenía dinero para todos, le sugirió que fuera a Los Navarros a por un racimo de plátanos. El chiquillo lo trajo a hombros hasta Molino de Viento y se lo vendió por 9 pesetas a la tienda del barrio. Nunca 9 pesetas dieron para tanto. Con aquella calderilla, Bueno jugó a la ruleta de Gregorito, engulló una tapita de carne cabra y regresó a casa con una sonrisa de oreja a oreja. "Aquellas fiestas sabían a gloria", espeta el vecino desde un banco de la Plaza de Sarmiento y Coto de Mogán.

En plena adolescencia, "cuando los muchachos comenzaron a hablar de chiquillas", se decidió a entablar conversación con Emilia León. La pareja comenzó a salir a solas por el valle tras coincidir en los almacenes de Los Lucas, en El Cercado. Cinco años después se casaron y fijaron su residencia en la capital, donde abrieron una tienda de regalos en Vegueta.

Rey Melchor

En 1972 Bueno regresó a Molino de Viento. La corresponsalía del banco central en Mogán le llevó "de casa en casa" para recoger en un maletín los ingresos y préstamos de los vecinos. Incluso "hasta de aval" sirvió Bueno en más de una ocasión.

A sus 30 años se encomendó a la fundación de la cooperativa agrícola del valle. Como director general logró colocar a Mogán a la cabeza de la exportación de berenjenas en España con la venta en Holanda y Reino Unido de dos millones y medio de kilos al año. Esta labor le otorgó tres medallas de oro a nivel nacional.

En su años mozos ejerció también de secretario de la comunidad de regantes de la presa El Mulato, colaboró en la gestión del club Tahona y en la recuperación del Auto de Los Reyes Magos, donde interpretó durante años al Rey Melchor. Y como nunca tuvo "tiempo para aburrirse" compaginó durante 30 años sus obligaciones laborales con el voluntariado en Cruz Roja. Esta ONG, donde fue tesorero y presidente durante 26 años, le concedió en 2012 la medalla de plata en reconocimiento a su labor. Es el único moganero que cuenta con esta distinción.

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