Ni la fiebre por el senderismo ha evitado que el Macizo de Amurga sea uno de los lugares más desconocidos de la Isla. Casi todos los grancanarios y visitantes lo han divisado a lo lejos, desde la autopista del Sur o desde las carreteras que suben a Tunte por Santa Lucía o por Fataga, pero muy pocos se han adentrado por sus escarpadas laderas y sus profundos barrancos.

Tan agreste es el paisaje que en el interior del futuro Parque Natural no hay viviendas, ni carreteras, solo caminos pedregosos y algunas huellas de la población aborigen. Los principales puntos de acceso están en Los Sitios de Santa Lucía, por el este; en Fataga, por el oeste; y por Juan Grande o el poblado de Sioux City por el sur.

La casa de Asunción Nordelo es la última que se deja atrás al entrar en el macizo por el camino de Fataga. Mientras recoge la ropa tendida en el propio sendero, asegura que cada vez pasan más excursionistas para hacer la ruta hacia Los Sitios, pero cree que pocos de ellos se aventuran hacia el interior de Amurga. Ella misma reconoce que no ha llegado más lejos de la primera degollada, la Loma del Pajarcillo, a casi una hora de distancia.

La mujer, nacida y residente en Fataga, señala a los visitantes una empinada cuesta con escasa vegetación y un desnivel de más de 600 metros hasta el pico de Amurga, situado a 1.129 metros de altitud. Ese es el vértice montañoso, desde donde se extienden infinidad de barrancos hacia el sur, hasta la franja de litoral entre El Doctoral y San Fernando de Maspalomas. Los millones de turistas que veranean en esa costa no se imaginan los valores naturales que tienen a escasos kilómetros.

"Es una isla dentro de Gran Canaria, con la naturaleza en estado puro", sostiene Eugenio Reyes, sociobotánico del Jardín Canario Viera y Clavijo, que sí ha explorado Amurga en compañía de antiguos pastores de la zona para estudiar la flora, la fauna y los restos arqueológicos. Reyes compara la visita con "un viaje al pasado desde el futuro", pues los picos y barrancos están exactamente igual que en la época de la conquista de Gran Canaria, cuando previsiblemente sirvieron de refugio a los aborígenes.

Las huellas más evidentes se encuentran en el yacimiento de Los Gánigos I, descubierto y estudiado a partir del año 1976 por los arqueólogos e historiadores del Museo Canario "después de penosas ascensiones por una de las zonas más inhóspitas -y a la vez más bellas- de la Isla", según escribieron en un artículo de la revista Aguayro.

Los Gánigos I, relataron los investigadores, "es un espectacular almogarén con cazoletas y un roque a modo de fortaleza que podría ser uno de los hitos históricos de la conquista del Gran Canaria". En un principio incluso pensaron que habían descubierto el legendario Ansite, algo que descartaron pronto. El yacimiento incluye cazoletas de planta circular u ovaloide excavadas en la roca dura de basalto, así como un grabado o ideograma en una de sus paredes verticales. Se cree que tenía un uso ritual, mágico o religioso, dada su especial ubicación en el filo de la montaña y "la inexistencia de funcionalidad alguna".

Situados casi linealmente de noroeste a sudoeste se descubrieron otros diez yacimientos, que se denominaron Sepultura del gigante, Los Pasos, Abrigo de la Montaña, Los Gánigos II, Cabaña de la Degollada, Fortaleza de Amurga , Casa y Abrigo del Risco del Drago, Cuevas de Ana, Túmulo de Amurga y Los Números de Eslollo.

Aparte de sus reconocidos valores históricos y etnográficos, la propuesta para declarar el Macizo de Amurga como Parque Natural está fundamentada en la vegetación, la fauna y la geología. Sus más de 5.800 hectáreas están protegidas actualmente con la figura de Zona de Especial Conservación (ZEC) y, a juicio de Eugenio Reyes, podría incluso catalogarse como Parque Nacional porque, junto a Güi-güi, "es el único territorio totalmente virgen de Gran Canaria". Amurga forma parte también de la Reserva de la Biosfera, con un 6% del territorio terrestre de esa figura de la Unesco.

El documento del PIO, que se encuentra en la fase de exposición pública hasta finales de octubre en las oficinas del Cabildo, señala que Amurga "se caracteriza por la formación de una espacio natural muy bien conservado, conformado por lomos en los que en sus zonas bajas se localizan algunos de los mejores cardonales de la Isla, y barrancos encajados de gran espectacularidad, destacando de entre ellos el Barranco Hondo".

En el apartado de flora y vegetación destacan los matorrales termomediterráneos y preestépicos, entre ellos el cardonal-tabaibal enriquecido con especies como la retama blanca, balo, cornical, tasaigo, verol, bejeques, leña buena y cardoncillo.

Palmerales y pinos

En los campos de lava y excavaciones naturales existen comunidades vegetales que se desarrollan en grietas o fisuras en las rocas, como la cerraja de risco y el balillo. En algunos barrancos abundan los ejemplares de palmera canaria, acompañados por cornical y tasaigo. En zonas altas se conservan pinares endémicos canarios, con especies acompañantes como el escobón, la retama amarilla y la tabaiba amarga.

También hay bosques de olea y ceratonia, con presencia de acebuche, almácigo, lentisco y sabinas aisladas, acompañadas por ejemplares de cornical, esparraguera y tabaibas, entre otras. Además, en el interior del parque quedan especies amenazadas y de interés comunitario, como el Pimentero de Temisas (S olanum lidii) y la Gildana ( Teline rosmarinifolia).

Entre la fauna a proteger están reptiles como la lisa rayada de Gran Canaria ( Chalcides sexlineatus) y el lagarto gigante de Gran Canaria ( Gallotia stehlini). Entre las aves están el murciélago montañero ( Hypsugo savii), el camachuelo trompetero ( Bucanetes githagineus) y el halcón tagorote ( Falco pelegrinoides).

En el aspecto geológico destacan formaciones como el Arco del Coronadero y el Barranco Hondo, un desfiladero entre paredes de hasta 400 metros de altura que los senderistas comparan con algunos parajes del Gran Cañón del Colorado.

El catálogo de Reserva de la Biosfera reconoce actualmente un único uso al Macizo de Amurga, el senderismo, y recuerda que del pasado quedan "importantes vestigios de los antiguos canarios, principalmente de carácter ritual, mágico o religioso; como túmulos funerarios, grupos de viviendas, la Fortaleza de Amurga, refugios de pastores y cuevas naturales de habitación, entre otros".

El senderismo es, pues, la única de manera de disfrutar de este paraje desconocido de Gran Canaria, aunque Reyes advierte que hay que coger el camino con paciencia y cierto espíritu aventura, pues una excursión puede llevar el día entero. Se necesitan varias jornadas para descubrirlo a fondo, pues cada barranco es diferente al siguiente y es fácil perderse entre ellos.

Roger Bradley, inglés jubilado, ha explorado estos riscos y está enamorado de ellos. De hecho, hace 20 años decidió quedarse a vivir en Fataga y ahora cuida una pequeña finca de frutos tropicales. Desde una de las acequias que bordean el pueblo, donde vigila que el agua llegue sin dificultades a sus terrenos, asegura que el interior de Amurga "hay paisajes inimaginables".

Como él, centenares de turistas europeos se han aventurado en los últimos años a recorrer el Barranco Hondo, entrando por el complejo medioambiental de Juan Grande, y cuentan maravillas de la experiencia, aunque también se quejan del deterioro visible en sus límites, como la escombrera abandonada en la Degollada de las Yeguas.