El obispo de Canarias, Francisco Cases, lamentó ayer durante la homilía en honor a la Virgen del Pino la "tasa de paro juvenil" que registra Canarias, a pesar de ser una de las comunidades con mayor Producto Interior Bruto (PIB) del país. Gobierno autonómico y Cabildo coinciden en la necesidad de aumentar las medidas para acabar con esta "lacra social".

Con un templo abarrotado de peregrinos y frente a los representantes de los 21 municipios de la Isla y Fuerzas de Seguridad del Estado, el obispo hizo "memoria" de las "alegrías y preocupaciones" que afectan a la población en su vida cotidiana. Entre los motivos que ayudan a la sociedad a "caminar con esperanza hacia el futuro", señaló Cases, destaca el "trabajo de las parroquias y de los grupos de Cáritas en la acogida de los pobres". "Nos anima el descenso de las cifras del paro y que el PIB de nuestra comunidad sea de los más altos del país", aseguró, pero "al mismo tiempo nos preocupa el crecimiento de la desigualdad, la tasa de paro juvenil y la fractura social que supone que el tener trabajo no conlleve salir del nivel de la pobreza" agregó el obispo junto a una veintena de religiosos de la Isla.

Industria turística

A pesar de los momentos dulces que experimenta la industria turística en Canarias, que incrementó el PIB en un 3,8% el año pasado, los jóvenes del Archipiélago continúan sin conquistar la inserción laboral. Las Islas cerraron el primer semestre de este año con un 48,3% de desempleo entre los menores de 25 años, según la Encuesta de Población Activa (EPA).

Se trata de un "reto" en el que "cada administración debe poner su granito de arena", explicó el vicepresidente del Ejecutivo, Pablo Rodríguez, al salir del templo y que debe "primar" en los "planes de empleo" que se desarrollan en la actualidad.

En sintonía con esta línea de trabajo el presidente del Cabildo, Antonio Morales, insistió en la necesidad de luchar no solo contra el paro juvenil y la "precariedad laboral" sino también en dar respuesta a las necesidades que presentan los desempleados de más de 45 años. "Los peores años de la crisis no han pasado para todo el mundo. Aún hay gente que lo pasa mal y los que estamos en la tierra debemos hacer un esfuerzo por solucionar este problema social", añadió el responsable insular tras acompañar a la Virgen en procesión.

A este "dolor" de las nuevas generaciones se suma, según la iglesia, una "nueva cultura" de calle que en ocasiones pesa más para los jóvenes que la "familia, escuela y la parroquia". "En la educación de los menores existen demasiadas nubes y a veces los padres, educadores y poderes públicos no están suficientemente atentos o viven indiferentes al impacto de Internet o la televisión en el crecimiento de los pequeños", continúo Cases en su discurso.

La excesiva exposición de los adolescentes a estos riesgos y la "falta de arraigo a la fe" pueden dificultar una "convivencia social en paz" y fomentar que crezca el "odio como reacción inmediata a la crueldad de los acontecimientos terroristas" que ocurrieron en Cataluña hace apenas unas semanas, destacó el obispo.

"Los jóvenes que atentaron en Barcelona no eran niños desarraigados ni inmigrantes recién llegados. Tenían trabajo y no se sabe por qué se radicalizaron. Sea de las redes sociales o de otro tipo de medios, lo cierto es que hay que cuidar a nuestros adolescentes", reflexionaba Rosi Sánchez, peregrina en primera fila de la iglesia, tras las palabras del obispo.

Tras los atentados en las ramblas de Barcelona del pasado 17 de agosto, muchas ciudades españolas han incrementado los efectivos de seguridad en citas que albergan gran afluencia de público.

Este año las Fiestas del Pino han seguido las nuevas directrices con más vigilancia. Una medida que agrada pero a la vez "inquieta" a los visitantes.

"Con tanta policía una se siente segura pero es evitable pensar en lo vulnerables que podemos ser ante este tipo de situaciones", confesó Loli González en compañía de su cuñada Sofía, tras despedirse de la virgen en la basílica.

Entre los representantes que acompañaron a la imagen en procesión se encontraba la delegada del Gobierno, Mercedes Roldós, así como los mandos de Canarias, Pedro Galán, Juan Manuel Sánchez y Fernando de La Cruz.

La "seguridad" no solo en el día grande de la patrona de la Isla sino a lo largo del todo el año encabeza la agenda de estas autoridades la próxima semana. Según explicó Roldós, la nueva línea de trabajo se orienta a la coordinación de los cuerpos del Estado con los agentes municipales, por ser los "efectivos más cercanos" al ciudadano y al turista.

"La idea es trabajar de forma más coordinada, estrechar lazos y reforzar el canal de comunicación entre los efectivos. De forma que los ayuntamientos informen al resto de cuerpos de seguridad cuáles son las zonas o las citas más concurridas durante el año en sus respectivas localidades. Sin olvidar la formación específica en materia de antiterrorismo que recibirán los agentes locales en un futuro próximo", apuntó la delegada del gobierno.

Asimismo, una de las cuestiones claves en esta lucha contra amenazas terroristas pasa por "incrementar" los medios materiales y humanos. Tal y como recordó Morales en estos últimos años de crisis la administración, "en todos los niveles", ha experimentado una merma de personal "considerable".

"Es difícil controlar un fenómeno de estas características, pero al menos se ha de destinar más recursos a este cometido. A veces exigimos a la administración trámites, que resultan complicados de resolver si no se dispone de personal", rescató el presidente insular.

En un baño de aplausos y gritos de emoción, la Virgen del Pino abandonó el templo para recorrer las calles principales del casco histórico de Teror junto a la banda del regimiento de infantería Canarias 50 y un amplio escuadrón de militares. En su 250 aniversario, la basílica norteña excedió su capacidad máxima de ocupación con más de 1.500 peregrinos, vecinos y visitantes.