Jugoso, fresco y dulce. El mango de Cecilia Ramírez, más conocida como Chila en Cercados de Espino, conquistó el pasado lunes el paladar de los chefs que integran la asociación Mojo Picón de San Bartolomé de Tirajana. Su receta, un pudin de mango cultivado en su propia finca, conquistó el primer premio del certamen de postres caseros de las Fiestas del Santo Cristo.

El barranco de Arguineguín, donde confluyen las fronteras de los municipios de Mogán y San Bartolomé de Tirajana, reúne las condiciones ideales para cultivar "casi cualquier fruto" del inventario tropical. A pesar de no ser tierra de grandes aguaceros, en el fondo de sus laderas nacen plataneras, aguacateros, naranjeros, mangos, papayos, caña de limón y "hasta cafetales".

En la finca de la familia Ramírez Cazorla, los mangos lucen esta temporada su mejor color. Los hay rojos, blancos, naranjas y verdes. Grandes, medianos y pequeños así como fibrosos y blandos. Ante tremenda variedad, resulta hasta difícil elegir alguno para guardar en la nevera; pero Chila optó en esta ocasión por quedarse con los rojos y medianos para su "dulce de mango".

En estas fiestas del Santo Cristo y la Virgen de Los Dolores de Cercados de Espino se animó a participar en el concurso de postres caseros. El año pasado "no estaba para mucho jolgorio", confesó Chila, pero esta vez le apetecía ponerse el delantal y "experimentar" un poco con el producto estrella de su despensa.

Como hasta ahora solo había probado con el "helado", decidió pedirle consejo a una prima. Y, por mera "casualidad", el "dulce de mango", con queso Mascarpone y leche condensada, se convirtió en su gran apuesta.

Entre los 13 postres que participaron en el concurso, la tarta de Chila cautivó los sentidos de los expertos. Y eso que "cuando empezaron a nombrar los platos" del resto de participantes "no esperaba ninguna mención" en especial, asegura la vecina, con una sonrisa a los pies de uno de sus mangueros en plena cosecha. Además de la calidad del producto estrella, el secreto del éxito de esta receta radica en la "ilusión" de su creadora.

Las Fiestas de Cercados de Espino, pago en el que habitan apenas 400 almas, constituyen la cita "más esperada" del año de los vecinos. A la ofrenda del sábado se unieron vecinos de pueblos aledaños, como Filipinas o El Horno.

"Un total de 13 carrozas" marcaron el paso de la romería, cuenta entusiasmada Chila tras puntualizar que, en comparación con otros barrios de mayor población, la participación de la gente en Cercados de Espino es muy "generosa".

Desde chiquilla, Chila y los suyos han disfrutado con intensidad de las fiestas y los encantos del barranco de Arguineguín.Con una madre de Soria y un padre de Cercados, que se unieron por "los amoríos de los bailes" de la época, la tranquilidad que desprenden las montañas del Sur regalaron una infancia "feliz" a los Ramírez. Seis hijos que corretearon por cardones y tuneras de camino a la escuela de Periquito Suárez antes de incorporarse a "temprana edad" a la vida laboral.

Con solo 13 años, Chila se sumó al medio millar de mujeres que trabajó en el almacén de empaquetado de tomates, propiedad del Conde de la Vega Grande, en Juan Grande. "Fueron años que recuerdo con cariño, porque allí dentro hice buenas amigas", espeta Chila a la vez que acaricia el portarretratos de una fotografía en blanco y negro del grupo de trabajadoras de la época en el salón de su casa.

A los 21 y tras siete años "hablando" con su amor de "toda la vida", se casó en la iglesia de Cercados de Espino con su marido. El cura que ofició la misa, Francisco López, fue el mismo que les casó 25 años después en la capilla con motivo de la celebración de las "bodas de plata". Para su segundas nupcias, Chila eligió recorrer la alfombra roja hacia el altar vestida de "rosa".

De aquel día "ha llovido" algún que otro invierno y madurado unos cuantos manojos de plátanos. Sin embargo, los mangos de su casa continúan creciendo sabrosos al natural y "aún más ricos" en postre.