El incendio que arrasó hace una semana más de 2.700 hectáreas de la Cumbre de Gran Canaria pudo ser cuatro o cinco veces más grave si la lluvia y los equipos de extinción no hubiesen frenado las llamas en la madrugada del jueves. Así lo aseguró ayer el analista de la Unidad Operativa de Fuegos Forestales del Cabildo, Federico Grillo, quien calculó que el incendio "hubiese quemado entre 12.000 y 14.000 hectáreas y, además, de forma muy rápida".

Federico Grillo acompañó al presidente del Cabildo grancanario, Antonio Morales, en la visita a las zonas más afectadas por el siniestro y explicó, en cuatro lugares distintos, las operaciones realizadas para controlar el fuego y las consecuencias sobre las viviendas, las infraestructuras públicas y el medio ambiente.

En Cruz de Tejeda, tras señalar el punto exacto del origen del fuego, junto a la carretera que baja hacia el pueblo de Tejeda, el también jefe de los equipos Presa del Cabildo comentó que el incendio "se propagó de forma eruptiva, casi como una deflagración", y lo comparó la situación vivida en el Parador Nacional con la del incendio de 1894 en La Gomera, cuando una bola de fuego subió desde un barranco hasta el Roque de Agando y mató a 20 personas, entre ellas las primeras autoridades de la provincia y de la isla.

Ante el "tsunami de fuego" nunca visto antes en Gran Canaria, solo cabía la opción de evacuar a toda la gente, pues incluso había curiosos junto a la carretera observando como subían las llamas, que en pocos ¡minutos cruzaron Cruz de Tejeda y formaron un frente de unos tres kilómetros. En la segunda parada de la visita de ayer, en las cercanías del Monte Constantino, Grillo recordó que uno de los primeros objetivos de los equipos de emergencia fue evitar que el incendio se extendiera hacia las localidades de Aríñez, Risco Prieto y las medianías de Valleseco y Teror, pues son zonas más pobladas y con un gran potencial de fuego en caso de ser alcanzadas. En total se evacuaron a 800 personas.

La zona de pastoreo en el Monte Constantino y la carretera de las Emisoras actuaron de cortafuegos y eso permitió que los equipos Presa y Bravo, así como los bomberos del Consorcio y la UME se concentraran en proteger las viviendas de Las Lagunetas y Cueva Grande, por un lado, y en intentar atacar el frente que avanzaba totalmente descontrolado hacia Llanos de La Pez, la parte alta del Barranco de La Mina, Los Pechos y Cazadores.

Grillo consideró que si el incendio hubiese sobrepasado ese perímetro y saltado hacia Taidia y la Caldera de Tirajana hubiese generado una situación "muy grave", semejante a la del gran incendio del año 2007. "Hubiésemos tenido trabajo para muchos días", apuntó.

En la tercera parada del recorrido, en el cruce de Las Mesas, resaltó que numerosos pinares se salvaron del fuego por la limpieza y quemas controladas realizadas en los últimos inviernos. En ese punto neurálgico de la red de carreteras de la cumbre se montó otro operativo para proteger las instalaciones del Corral de los Juncos, El Garañón y Llanos de la Pez, donde se paró el avance en la carretera.

Confinamiento

Grillo explicó cómo una treintena de personas, incluido él mismo, tuvieron que realizar un confinamiento en las instalaciones militares de Los Pechos al verse rodeados por llamas de hasta 40 metros. "Fuimos hacia arriba porque sabíamos que había personas allí y que las salidas por carreteras se iban cerrando cada vez más; en mi caso, pasé el frente, me metí dentro y reuní a toda la gente porque es un sitio preparado para confinar; allí hay un polvorín y todo estaba ardiendo alrededor, pero con la tranquilidad de que esa zona estaba preparada y los agentes habían mojado todas las instalaciones antes de llegar el frente", relató.

Durante siete largas horas, desde las 20.00 horas del miércoles, estuvieron allí confinados 16 miembros del Brigada Forestal de La Palma, cuatro militares, dos civiles (los trabajadores del autobar), un vigilante, un agente de seguridad de Aena, dos agentes forestales y Grillo. A las 03.00 de la madrugada pudieron salir en un convoy de vehículos, salvo la Brigada de La Palma, que se quedó a dormir para reanudar los trabajos por la mañana.

Un momento "crucial" del incendio, según el analista, fue la llegada de la neblina y lluvia en las partes bajas que se habían evacuado, lo que permitió concentrar los esfuerzos en impedir que el fuego saliera del perímetro y pusiera en peligro los grandes pinares y los palmerales de Santa Lucía, San Bartolomé y Mogán. Según Grillo, el incendio fue tan violento que siguió avanzado bajo la lluvia.

Al acabar la visita, Morales anunció que en el Pleno del Cabildo de mañana viernes se va a solicitar la Medalla de Protección Civil para los Presa y los agentes de Medio Ambiente, que "se han portado como jabatos y han evitado que el incendio tuviera peores consecuencias".

Juli Caujapé, director del Jardín Canario Viera y Clavijo, también recorrió las zonas afectadas por el fuego y declaró que las tres especies de plantas endémicas vasculares terrestres que estaban más amenazadas -la flor de mayo leñosa, la cresta de gallo de pinar y la fistulera de Gran Canaria- "no parece que corran un peligro inminente de desaparición". No obstante, en una primera supervisión de los hábitat de esas plantas, se ha comprobado que algunos ejemplares de flor de mayo y de cresta de gallo han sufrido daños.

Sotobosque

"Suponemos que esas poblaciones se van a regenerar por sus propios medios y, si no es así , en el banco de semillas del Jardín Canario disponemos de efectivos de las tres especies por si se necesitan", apuntó Caujapé, quien subrayó que "el mayor daño va a estar en el sotobosque de tajinastes, escobones o salvias blancas, que va a tardar en recuperarse porque ha quedado devastado".

Además, el suelo ha sufrido ha un emprobrecimiento a consecuencia del fuego, no por las cenizas, sino por la muerte de micorrizas, unos hongos microscópicos que contribuyen a que las raíces de las plantas capten el nitrógeno, y de las lombrices que acondicionan el terreno. "Si no se producen lluvias torrenciales que arrastren el suelo y el banco de semillas del subsuelo, en pocos meses vamos a ver con la germinación y los primeros brotes verdes, aunque la recuperación del ecosistema tardará más porque han muerto decenas de miles de insectos y posiblemente algunos pájaros que contribuyen a la dispersión de esas plantas", puntualizó.

Respecto al pinar canario, el director del Jardín Botánico aseguró que se va recuperar en uno o dos años. Las otras especies de pinos han muerto ya y solo cabe talarlos o dejarlos en el sitio. También están afectados muchos almendros, castañeros, sabinas, cedros y los frutales y cultivos de la parte baja.