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Finlandia, un siglo sin los rusos

Los finlandeses de Gran Canaria celebran el centenario de la libertad que llegó con la independencia de Rusia, el 6 de diciembre de 1917

Finlandia, un siglo sin los rusos

El pasado 6 de diciembre, Finlandia celebraba 100 años desde que proclamase su independencia de Rusia, nación de la que formaba parte desde principios del siglo XIX, cuando se arrebató el territorio a Suecia en el marco de una guerra con la Rusia zarista. Pasó entonces a conformar el Gran Ducado de Finlandia, una región muy apreciada y valorada por el país hasta el punto en que la mayor parte del tiempo que dependió de Rusia disfrutó de una más que considerable autonomía.

Fue precisamente esa autonomía la que permitió que en el territorio comenzasen a gestarse importantes valores en una sociedad finlandesa que, ya durante la primera década del siglo XX, empezó a tomar conciencia de su condición de país diferente. De hecho, uno de los aspectos más relevantes llevados a cabo durante el período de dependencia de los zares rusos fue la consolidación del idioma finlandés, lo que dotaría a la región de mayor argumento en pro de su desconexión.

Los cien años de desconexión han sido celebrados por la comunidad finlandesa residente en Canarias, que alcanza unas 2.500 personas, en su mayoría en la provincia de Las Palmas. El pasado 6 de diciembre, mientras España conmemoraba el Día de la Constitución, la comunidad finlandesa se reunía en Las Palmas de Gran Canaria y Puerto de La Cruz para rendir honores a su bandera y, entre otras acciones, homenajear a los pocos veteranos de guerra que aún viven. Días antes, residentes en Maspalomas recordaban este día con una celebración en el Centro Ecuménico de Playa del Inglés, cuyo edificio se iluminó con los colores de la enseña finesa. Al acto asistieron el alcalde de San Bartolomé de Tirajana y la cónsul general de la Embajada de Finlandia en Madrid, Katariina Hautamäki-Huuki. La comunidad tiene en este templo uno de sus principales puntos de reunión porque es aquí donde la parroquia evangélica luterana celebra periódicamente sus oficios religiosos.

El 6 de diciembre de 1917, el hasta entonces Gran Ducado de Finlandia, aprovechó la situación de profunda convulsión política en la que se encontraba inmersa Rusia durante la Revolución Bolchevique para proclamar su independencia, un nuevo escenario que Rusia aceptó de buen agrado. Y es que "fue un proceso bastante pacífico", explica Juan Carlos Díaz Lorenzo, cónsul honorario de Finlandia en Canarias.

Pero aunque la transición se produjo sin problemas, poco después, ya en 1918 y recién estrenada la independencia, se desató una guerra civil de cuatro meses, entre el 27 de enero y el 15 de mayo, entre partidarios y detractores de reincorporarse a la también recién proclamada Unión Soviética, una empresa "que dejó huellas importantes en la sociedad finlandesa", apunta el cónsul.

La marcha de Finlandia se produjo en medio de un complicado contexto internacional, que sufría todavía los coletazos de la Gran Guerra, la mayor confrontación bélica internacional conocida hasta entonces. Sin embargo, la lejanía de Finlandia del centro del continente europeo, donde se libraron las mayores batallas del conflicto, posibilitó que las consecuencias de la contienda apenas se notasen durante su proceso soberanista.

Desde que se constituyese como país independiente, Finlandia ha notado cambios importantes. "Ha pasado de ser un país eminentemente agrícola y poco conocido en el panorama europeo, a ser un referente en el continente y a nivel mundial", explica Díaz Lorenzo. Así, el país pasó del trabajo en la agricultura a una rápida industrialización, un cambio que ha traído consigo un elevado desarrollo tecnológico y de las telecomunicaciones, así como un fuerte incremento en la inversión de capitales.

Finlandia siempre ha destacado por su concepción de la sociedad, en la que prima la igualdad, la democracia y la justicia. "En la sociedad finlandesa todos son iguales y deben ser tratados con justicia", relata el diplomático, "y se concede un gran valor a la lealtad", motivo por el cual "es importante ceñirse siempre a las promesas y los acuerdos".

"La deslealtad es lo peor para los finlandeses, quienes valoran el trabajo y el esfuerzo", apunta el cónsul. De hecho, son los aspectos que han hecho triunfar a la sociedad en estos últimos cien años, "con la educación como piedra angular de la democracia y de la sociedad moderna". Esa educación que ha situado a Finlandia a la cabeza de los informes PISA pasa por una alta calidad del personal que forma a los maestros y el alto nivel de excelencia entre los profesores, además de la gratuidad de la enseñanza en todos los niveles, desde la educación básica y obligatoria, hasta la universitaria.

"La profesión de maestro otorga un estatus muy elevado en el país y a nadie le es sencillo impugnar la autoridad de un profesor", indica Díaz Lorenzo. La alta calidad de la que Finlandia ha dotado su sistema educativo durante estos 100 años tiene un hándicap, y es que "no se acepta el fracaso ni la mediocridad en el ejercicio de la función docente".

Precisamente la educación posibilita que a día de hoy nadie se plantee siquiera la independencia de alguna de las regiones que integran Finlandia. "Al contrario, todos los territorios están perfectamente hilados dentro del sistema político finlandés", explica Díaz Lorenzo, al tiempo que recuerda que en el país ya hubo un sufrimiento importante durante la Segunda Guerra Mundial, en la batalla contra la Unión Soviética, cuando Finlandia tuvo que renunciar y ceder el 10% de su territorio, la región de Carelia, y reubicar a los 400.000 ciudadanos que allí vivían en otras ciudades del país para que ese espacio quedase libre y a disposición de la Unión Soviética.

"Fue un dolor nacional que todavía pervive y hoy el país está completamente comprometido con la Unión Europea", a la que se incorporó en 1995. "Así que a día de hoy poco sentido tienen los nacionalismos, el único planteamiento claro se llama Finlandia", reconoce. Para el diplomático, un siglo después, la independencia "sin duda" ha merecido la pena. "Los finlandeses están muy orgullosos de su país, un orgullo legítimo por lo que Finlandia representa en el mundo y por cómo el mundo valora su esfuerzo, su estado de bienestar y su sistema educativo".

Un siglo de libertad no se cumple todo los días. Por delante, toda una vida y un país que camina hacia una consolidación cada vez más fuerte dentro del concierto europeo y hacia la potenciación de sus valores.

Finlandia sigue apostando por el desarrollo tecnológico, por una presencia cada vez mayor en los foros de decisión europeos, y por su proyección hacia los mercados asiáticos. "Y todo", concluye el cónsul, "haciendo un país más feliz para su gente".

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