Eran las nueve de la mañana de ayer cuando las nubes tormentosas dieron una pequeña tregua en las medianías del sur grancanario. Un claro permitió que los riscos de Tirajana pudieran lucir nevados, una estampa poco habitual que atrajo la mirada de lugareños y foráneos. "Me desperté y vi el panorama desde el balcón, entonces corrí a hacer una foto para mi hijo que le encanta la nieve pero vive en Arguineguín", señaló Ana Cardona, vecina de Tunte, mientras comentaba el tiempo con una amiga en una calle del pueblo.

La postal invernal se repitió en todas las localidades de la caldera de Tirajana. Poco después unas nubes amenazantes cubrieron el valle y comenzó a llover de forma persistente durante varias horas. "Esto ha sido una garujilla, rascas la tierra y sigue seca", indicó ayer Pedro Pérez mientras compraba una cerveza en el bazar de Expedita Santana, en la calle principal de Tunte. "Mi hija dice que esto es lluvia, pero nada, lluvia era lo de antes; ahora ves correr el agua por la calle pero el campo y las fincas siguen secas", apuntó la dependienta.

Según estos vecinos el año pasado fue muy seco, llevaban meses sin ver el agua caer con cierta persistencia. "Desde noviembre del 2016, por lo menos, no caía así", recordó Pérez. No obstante, afirmaron que la lluvia serena de ayer viene muy bien para regar las fincas de papas y otros cultivos. En total, se recogieron poco más de diez litros por metro cuadrado. Un parche para paliar, en parte, la sequía que vive el campo grancanario.

En un paseo en coche por las medianías del sur de la Isla es fácil observar los efectos de la falta de precipitaciones. La tierra sedienta absorve estos días muy rápido el agua que cae del cielo. Además, las principales carreteras que recorren los municipios tirajaneros no sufrieron complicaciones. Tan solo algunos charcos y pequeñas piedras en la calzada entorpecieron la circulación.

No obstante, las lluvias de los últimos días han provocado que el barranco del Negro, próximo a Cruz Grande, luzca unos hermosos caideros dignos de inmortalizar en una selfie. La pequeña Nayeli García estaba ayer con su madre jugando a tirar piedras en los charcos de la escorrentía. "Queríamos ir a ver la nieve, pero no nos dejaron pasar", indicó la madre. Como ellas fueron muchos los curiosos que subían y bajaban por la carretera que une Maspalomas con Tejeda y las cumbres, en busca del blanco elemento.

Quien sí se ha dejado notar estos días en las Tirajanas es el frío. "Salgo de trabajar y voy directa a casa a dormir, manta sobre manta", apuntó Santana. La temperatura mínima que se alcanzó ayer en la zona fue de 6,1º poco antes de las doce del mediodía, momento en el que arreciaba la lluvia. En cambio, las máximas sobrepasaron por poco los diez grados a eso de las dos de la tarde. El lunes tampoco lograron subir de los doce grados.

Ni siquiera en la costa se libraron de las bajas temperaturas. En Maspalomas la máxima de ayer fue de 17,6 grados a las seis de la tarde. Este tiempo desapacible extrañó a muchos turistas. " Scotish weather", tiempo escocés, remarcó Douglas en referencia al tiempo brumoso y de llovizna que había en ese momento en Tunte.

Tiempo de Escocia

Este escocés vino solo a Gran Canaria en busca de sol para relajarse durante unas semanas. A principios de semana subió desde Maspalomas caminando para encontrarse con un tiempo de lo más desapacible en la zona de medianías. De todas formas, afirmó que "ama la montaña y el senderismo", por lo que no tenía ningún inconveniente en disfrutar del entorno.

Otros visitantes se cobijaron en los distintos restaurantes del camino sureño para disfrutar de un buen potaje de berros y una pella de gofio. La cuestión era sortear unas condiciones meteorológicas para las que no vinieron preparados o, al menos mentalizados. "Muchos turistas vienen en pantalón corto, chancletas y con una rebequita pensando que hace calor, pero no todo es el calor de las dunas", Eva Vélez mientras despacha en el restaurante La caldera de Tirajana, en Santa Lucía.

"Cuando más llovió vino una excursión de jeeps y estaban todos tiritando, es más, el otro día tuve que dejarle una manta a una chica que iba en manga corta y me estaba dando pena del frío que tenía", continuó la camarera, en referencia a lo poco preparados que están los turistas que visitan el Archipiélago para las inclemencias invernales en las zonas de medianías y cumbre.

Las calles de San Bartolomé y Santa Lucía lucieron la mayor parte del tiempo vacías. Pocos se aventuraron a salir, eso sí, los que si lo hicieron llevaban paraguas y chubasquero. "A esta hora esto otros días esta lleno y mira, el día no ayuda y se quedan en las casas rurales", señaló Carmen Rosa Benítez, cocinera en el restaurante La caldera de Tirajana. "Encima en los hoteles les dicen que hay alerta, cogen miedo y no te suben", continuó.

Quien sí subió hasta Santa Lucía fue Antonio Mesa a traer mercancía. "Esto ha sido poca lluvia, poca nieve y poco frío", afirmó contundente. "Otras veces ves todos los ricos llenos de caideros", recordó. Al igual que en otros puntos de las Tirajanas, los vecinos de Santa Lucía esperaban más agua porque la tierra está muy sedienta y hace mucho tiempo que no cae "con fundamento", como dicen por allí.

Feliz y contenta estaba ayer Eva López. "Esto nos beneficia, ha sido un agua muy buena porque hemos tenido un año muy seco", señaló contenta esta frutera santaluceña. Las precipitaciones benefician sus pequeños cultivos de naranjas, aceitunas y aguacates. "Hay algunos productos que esta temporada la cosecha ha venido muy mala", apuntó la dependienta.

El viento ha tenido poco protagonismo en esta ocasión. "Por lo menos se quitó esa ventolera, porque el fin de semana esto fue horrible", indicó Expedita Santana en Tunte. "Mis nietas decían quien llamaba a la puerta", recordó con gracia, en referencia al sonido que causó el aire contra las ventanas. No obstante, los vientos superaron los 90 kilómetros por hora. Ayer, en cambio, las rachas apenas sobrepasaron los 40 kilómetros.

Más allá de las Tirajanas las brumas y nubes se aferraban a los riscos y roques, por lo que impedían ver las cumbres nevadas. Tanto en Agüimes como en Ingenio el agua precipitó de forma serena sin causar grandes esconrrentías. Solo unos pocos truenos causaron sobresaltos a eso de las once de la mañana. Poco después, los termómetros apenas pasaban de los diez grados en la plaza de la Candelaria de Ingenio.