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Honores y distinciones | Roque Nublo Social ((IX)

"La idea de Barrios Orquestados surge al recordar mi infancia entre coros"

"Nuestro método busca la excelencia en comunidad, más que la pura formación en el aspecto instrumental", afirma José Brito

José Brito, uno de los fundadores del proyecto social ´Barrios orquestados´. Juan Castro

Reconocen su trabajo por el proyecto Barrios Orquestados que creaste hace años. ¿Qué buscabas principalmente con un proyecto así?

Sí, desde abril del 2012 que funcionamos y a nosotros, el equipo, nos gusta decir que es un proyecto de ciudadanos para ciudadanos. Su germen es el altruismo y en un principio es hacer algo tan simple y a la vez tan complejo como transmitir cultura, específicamente enseñar música a niños que viven y estudian en barrios que a lo largo de la historia han estado más desatendidos o aislados; Tamaraceite, Risco de San nicolás, Cono Sur, Jinámar, etc. Aparte de esos barrios, también actuamos en Tenerife y Lanzarote, aunque por supuesto ha sido algo paulatino. Ya son seis años, y lo que hacemos es que de forma totalmente gratuita, ya que nosotros conseguimos todos los fondos enseñamos a niños. Lo que buscamos es la democratización de la cultura, el acceso libre y gratuito a la cultura, y además el desarrollo socio-afectivo que esta actividad puede provocar no sólo en el niño, sino a su familia y por ende, en el barrio.

¿Cómo surgió esta idea?

Siempre hago referencia a nuestros antepasados para explicar esta historia. Yo me crié en una familia de músicos, y además vivíamos en una zona periférica. Y mi padre ya empezó en esa época, cuando yo era pequeño, a crear diferentes coros en barrios como Chamán, Escaleritas, Las Torres... Y toda mi infancia y juventud estuvieron ligados a esos movimientos corales, y así vivencia el enorme beneficio que suponen este tipo de grupos a nivel social. Ver como se forma un colectivo, que converge por un único objetivo, es la representación sincera de lo que podría ser una perfección social. Esto me da pie a intentar trasladar esa idea, aunque mi padre no lo hiciera con ese sentido, a crear un proyecto junto a mi hija, Laura Brito, y uno de mis alumnos de esa época, Andrés Betancor. Comenzamos en Tamaraceite en los colegios, sin imaginarnos que realmente iba a generar tanta demanda, que iba a tener una aceptación tan grande y que además íbamos a poder mantenernos.

Empezaron siendo tres, y ahora tienen un equipo de más de 20 personas y acuden a barrios de todas las zonas de Gran Canaria e incluso de otras islas. ¿Cómo se ha desarrollado?

Es verdad que hemos crecido, pero seguimos siendo poco personal para todo lo que abarcamos. Aún así somos conscientes que este equipo es acorde a las necesidades y a los recursos que van surgiendo. Pero lo que hace que con tan pocas personas podamos hacer tanto es la metodología que seguimos, algo que diseñamos minuciosamente desde el principio para poder llegar a muchos niños en poco tiempo y con los menos recursos posibles. Eso exigía un método totalmente divergente. Al enseñar música lo normal es que un profesor de clase a un sólo alumno, y si no como mucho tres. Sin embargo, nosotros damos clases a veinte alumnos con sólo dos profesores: uno coordinando la clase y otro centrándose en el apoyo individual. También incluimos en el proyecto a los familiares en el proceso de aprendizaje, se reúnen para aprender a cantar y así también se relacionan con sus hijos. Este método trabaja los diferentes aspectos de la formación musical como el correcto desarrollo del cuerpo y mente, la parte rítmica o la parte de instrumental, entre muchas. Cada una de esas partes lo diseñamos desde un punto de vista social. No buscamos la excelencia académica, sino la excelencia comunitaria, así que el foco está en lo social.

¿Tuvieron alguna problemática al principio? ¿Cómo se tomaron los niños de los comienzos que quisiesen enseñarles música?

La verdad es que lo que nos sorprendió es lo interesados que estuvieron la mayoría. En este mundo actual, donde nos movemos por el cortoplacismo y por la tecnocracia parecía difícil que a los niños de hoy les pudiera interesar algo así. Estudiar música es algo muy disciplinado, y sólo el sacarle sonido a un instrumento es complicado. Sin embargo, tuvimos el efecto contrario al esperado. Yo creo, además, que los pequeños necesitan cosas artesanales y no estar siempre a golpe de click. Al final ha habido un gran entusiasmo y demanda. Lo único que sí fue un poco difícil al principio fue la desconfianza que provocábamos en los adultos. Es normal que tanto los familiares como los profesores no entendieran al principio lo que buscábamos, y no se llegasen a creer del todo que lo fuéramos a hacer totalmente gratuito. Y la verdad es que nosotros empezamos sin saber muy bien cómo lo íbamos a hacer. [Ríe] Sólo seguíamos el sueño y teníamos la esperanza muy fresca. Cuando uno empieza a volver pragmático y utilitario el sueño se desvanece, y ahí empiezan a morir muchas cosas. Es importante mantener la capacidad de sorprenderse y cuidar el sueño, porque no es algo que vaya a ser permanente y eterno si no se cuida. Es peligroso, porque te puedes volver un burócrata incluso en un proyecto social.

El proyecto lleva seis años desde que se fundó, ¿cómo ha visto la evolución?

Ha habido grandes evoluciones, no sólo de los niños a nivel instrumental , que también. De hecho, hay alumnos muy buenos y que realmente destacan a nivel musical. Sin embargo, la evolución integral y personal es algo que percibimos. No hemos tenido tiempo de realizar un estudio sociológico y medir de una manera científica en qué manera ha repercutido el proyecto en los niños. Sabemos, por ejemplo, por los padres que en muchos han aumentado el rendimiento escolar o también hemos observado como algunos familiares de estos niños han conseguido salir del paro gracias a las relaciones que han mantenido con familias de otros niños de esta pequeña comunidad que hemos creado. Es que es impresionante también las relaciones que se han creado entre familias ajenas, porque además hacemos siempre una vez al mes un encuentro entre todas las familias de todos los barrios, y así se crean mayores lazos afectivos. De hecho, unos padres de Agüimes me contaron que debido al proyecto se habían presentado con otra familia que vivía en su misma calle, pero con la que nunca habían cruzado palabra. Solemos hacer un ciclo de movimiento que repetimos a diario y al final se nos escapan muchas cosas de la vida, y de cierta forma el proyecto ha ayudado en eso. Les ha hecho sentirse en un grupo. Cuando hacen conciertos, tanto los niños como los padres y el propio barrio se sienten protagonistas, y es algo que en algún momento de tu vida debes sentir.

Ha dicho que los fondos para financiar este proyecto los consiguen ustedes mismos.

Sí, y aunque mucha gente se piense que somos un proyecto dependiente de las instituciones, no es así. Financiamos un 55% por financiación privada, con empresas que quieren colaborar con nosotros, y otro 45% es público. Es importante que se sepa que somos independientes, laicos y apolíticos.

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