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Mogán

La Pesca Deportiva niega una matanza de atún rojo en aguas de Arguineguín

Los empresarios rechazan ser los furtivos que pescan esta especie para que las tripulaciones se tomen fotos con el ejemplar

Puerto de Arguineguín, en el municipio de Mogán. LP/DLP

Los empresarios de la pesca deportiva en Gran Canaria han rechazado ser los autores de una "matanza" de atún rojo en las aguas de Arguineguín para divertimento de los turistas, tal y como les acusa Richard Ortega, presidente de la Cofradía de Pescadores de Arguineguín, quien afirmó hace unas semanas que varias empresas de Puerto Rico están capturando ejemplares de esta especie sin autorización para ello "con el objetivo de que los turistas se tomen fotografías con el animal, al que luego devuelven muerto al mar". Ortega sostuvo que esta práctica, a la que se suma la pesca ilegal, podría volver a poner a la especie al borde de la extinción.

Fuentes de la Asociación Canaria de Chárter de Pesca censuran las palabras de Ortega y aseguran que es "falso" que capturen atunes rojos y lo lancen muertos al mar, ya que conocen bien la normativa "porque vivimos de esto y sabemos que tenemos prohibido pescar atún rojo, y más aún fuera de temporada". "No matamos atunes", afirman, "ya que sabemos bien que nos jugamos la pérdida de la licencia de pesca deportiva", y además se exponen a una multa de hasta 60.000 euros. "Si hubiera alguien que desarrolla esas prácticas, en todo caso serían los barcos particulares", sostiene la fuente.

"Cuando salimos a curricar (método empleado en la pesca) y capturamos un atún rojo, sabemos que no lo podemos coger", asienten, "por supuesto, el pez está fatigado tras unas horas de lucha con él, pero siempre lo devolvemos al mar en las mejores condiciones posibles". "Lo acercamos al barco, sin subirlo a bordo, lo desanzuelamos y lo liberamos", agregan las fuentes, quienes reconocen que "hay posibilidades de que el atún muera, como con cualquier especie, debido al estrés al que está sometido, pero es algo que no suele ocurrir a menudo".

Los empresarios de la Asociación Canaria de Chárter de Pesca consideran además "injusto" que se les incluya "en el mismo saco que al resto" porque, dicen, "hay 100.000 licencias de pesca en el Archipiélago y claro que hay algún pescador furtivo, pero nosotros no nos dedicamos a esa actividad".

Colaboración

Las fuentes aseguran que no entienden por qué se les acusa de practicar esta atrocidad "sin tener en cuenta que hacen un daño tremendo a un pequeño colectivo" que conforman solo ocho barcos en Gran Canaria.

Además, sostienen que "no todos en las cofradías opinan lo mismo que el presidente" y lamenta que se les acuse de perjudicar y no de colaborar. "Muchos pescadores de Arguineguín están en sus puestos de trabajo sin hacer nada, esperando que nosotros veamos los atunes y les avisemos para que salgan a faenar", explican, "les damos la posición y llegan directamente, y para ellos supone un ahorro de tiempo y de combustible importante". Por eso, dicen, "nos choca que estén en contra de nosotros, cuando solamente colaboramos".

Las fuentes explican que los 45 barcos de pesca deportiva que ahora mismo existen en el Archipiélago tienen autorización para pescar un atún y desembarcarlo entre junio y septiembre. El sector, recuerda, mueve a unos 100.000 turistas cada año, hecho que hace que tenga un importante peso en la economía de las Islas.

El presidente de la Cofradía de Pescadores de Arguineguín, Richard Ortega, apostó por que, para poner fin a esta situación, se instalen cámaras en el puerto para controlar qué saca cada barco a tierra o, en su caso, colocarlas en el interior de las embarcaciones. "A nadie debe preocuparle si no tiene nada que esconder", afirmó. "Da mucha rabia, sobre todo porque existen barcos que, aún queriendo, no pueden capturar atunes, mientras otros los tiran muertos al mar", lamenta. En el mejor de los casos, sostiene, lo sacan a tierra, lo descuartizan y lo venden ilegalmente a varios restaurantes. "Pero son más los que se tiran que los que sacan a tierra", critica.

Ortega no solo mostró su preocupación por el azote económico al sector pesquero que supone la presunta pérdida de atunes, sino por "el daño que provoca a la especie, ya que al capturarla fuera de fecha se vuelve a poner en peligro.

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