"Cuando fui madre no me esperaba esta aventura en mi vida, pero al final todo esto va de amor hacia nuestros peques, de intentar que vivan lo más felices posible, y todo lo demás sobra". Son palabras de Eva Pascual, presidenta de Chrysallis Canarias, asociación de familias de menores transexuales; organización que durante esta semana presenta la exposición fotográfica 'Cotidianamente extraordinario' en la Oficina de Turismo de Yumbo, en el marco del Maspalomas Gay Pride. Eva reivindica el término 'hijes' para referirse a los hijos e hijas que no se identifican con ningún género.

El objetivo de esta muestra fotográfica, que expone imágenes del día a día de familias con menores trans, no es otro que el de normalizar esta condición. "Hay mucha gente que ve la transexualidad desde la ambigüedad de si se es hombre o mujer y cómo se vivía antiguamente", explica Pascual, "queremos eliminar esos prejuicios de la mente, ya que nuestros peques no tienen nada que ver con esa imagen social de persona transexual".

Ceguera social

'Cotidianamente extraordinario' presenta la vida normal de personas con una condición con la que ya se nace. "En un elemento más, como si se es rubio o moreno, alto o bajo", añade la presidenta de Chrysallis Canarias, "no es algo malo, los niños y niñas transexuales han venido al mundo para enseñarnos que la diversidad es una realidad". Y en esa realidad, es la sociedad la única que tiene una mirada negativa, comenzando por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ya que todavía considera la transexualidad un trastorno, aunque en su actualización de 2018 pasará a denominarla "incongruencia de género". "Debe despatologizarse y directamente no debería existir ninguna calificación; sin ninguna otra etiqueta", puntualiza Pascual.

Para corregir esa miopía social, Chrysallis apuesta por la educación y la información; por ser visibles, porque lo que no se ve, no se conoce. Y eso, precisamente, no es una tarea tan sencilla. Primero porque hay que luchar constantemente contra el fantasma de la norma de género. "En un aula infantil de tres a cinco años se cree a cualquier niña que diga que es una princesa, porque es lo que se espera de ella, pero no a otra que se siente un chico, y mucho menos a un niño que se siente niña", critica Eva Pascual, "aún seguimos pensando que a esa edad no lo saben, porque continuamos confundiendo identidad o orientación sexual; una cosa es quien soy y, otra, lo que me gusta".

Y segundo, porque los menores todavía tienen que sufrir que sea un juez o un médico el que decida su identidad. "Estamos hartos, porque además es aleatorio y el resultado variará en función de la empatía de esa persona, de sus prejuicios y creencias", agrega, "es duro, porque los menores no entienden por qué a unos se les permite, por ejemplo, un cambio de nombre, y a otros no". Pero la rigidez del sistema no solo supone un golpe para los menores transexuales, sino también para sus familias. "Para mi fue duro aceptar que mi hijo, con cinco años, tuviera que pasar por un psicólogo que certificase que era un chico", recuerda Eva Pascual, "en cambio nadie tuvo que certificar que mi hija cisgénero (persona que se siente identificada con el género asignado al nacer) era una chica; al final, una persona decide sobre quienes son los demás, y eso es cruel".

Sobre la legislación trans estatal, Pascual explica que se está apostando por modificar la ley de 2007 "porque además de patologizar, no recoge la identidad sentida de los menores de 18 años, es decir, mi hijo con ocho años no tiene amparo". En su caso, a nivel regional, las asociaciones han presentado recientemente una propuesta al Gobierno para que la norma acoja la realidad de las personas transexuales, intersexuales, aquellas que nacen con una genitalidad ambigua, y no binarias, que no se sienten ni chicos ni chicas.

Chrysallis Canarias trabaja en los centros escolares de San Bartolomé de Tirajana desde hace tres cursos a través de un convenio firmado con el Ayuntamiento que permite impartir charlas sobre identidad a niños de seis años. "Al principio los peques dicen que eso no puede ser, pero luego lo viven con mucha naturalidad", relata Pascual, al tiempo que explica que a los centros de otros municipios acude de urgencia, cuando la dirección lo solicita al conocer la existencia de un menor transexual en sus aulas. Al principio, como madre, rememora Eva, no fue fácil, aunque sí para su padre, "pero si me tengo que resetear y entender que la diversidad es una realidad, lo hago. Lo importante es que tengamos la capacidad de seguir amando a nuestros peques'", sentencia