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La isla de los canarios Gentes, tiempos y lugares

Siglo VI: una odisea del Atlántico

El Cabildo lanza una colección que retrata las primeras 40 generaciones que poblaron Gran Canaria

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La Isla de los canarios | Siglo VI: una odisea del Atlántico

Hace más de 1.500 años un pequeño grupo de norteafricanos pisaron playa en Gran Canaria, bien por voluntad propia o quizá desterrados del continente, pero en cualquier caso, con la firme voluntad de quedarse para siempre.

Atrás dejaron territorio, usos y costumbres para acometer una de las aventuras más alucinantes del Atlántico, la de colonizar el primer y único archipiélago de la Macaronesia que fue habitado antes de la irrupción de los europeos.

Durante siglos se ha tratado de desentrañar la sustancia de una sociedad que llegó con lo puesto y que en vísperas de la colonización había sido capaz de crear un modelo económico no solo estable sino en expansión. Que había logrado estandarizar su industria locera, que había creado centros de extracción de obsidiana y que montó redes de distribución de útiles como las piedras de molino.

Pero ha sido a partir de las dos últimas décadas sobre todo, con la mejora de las técnicas, la profunda formación de arqueólogos, geólogos y paleontólogos, entre otras muchas disciplinas, más la utilización de herramientas de última generación, como la modelización 3D o la extracción de secuencias de ADN, cuando se ha logrado afinar el retrato de los canarios.

Si a eso se añade el ingenio divulgador científico de expertos como Javier Velasco Vázquez, el delicioso cóctel de información y relato está servido. Y presentado en alto gramaje en la obra Gentes, tiempos y lugares, que es la primera entrega de una serie que edita el Cabildo de Gran Canaria bajo el epígrafe La isla de los canarios.

Velazco Vázquez es arqueólogo y doctor en Historia por la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, de la que es profesor asociado, además de inspector de Patrimonio Histórico y se releva en este trabajo como un percutor capaz de dar justo en la diana que espabila la curiosidad.

El autor es capaz de situar al lector en la primera playa que pisaron los pioneros, de transmitir el desafío de prosperar en una isla salvaje y de extrapolar las medidas de urgencia social, -algunas tan dramáticas como el infanticidio femenino o el engorde prenupcial -, en un texto que sin perder en ningún momento sus referentes científicos se acerca por momentos al thriller.

Son 90 páginas de viaje insular a los primeros siglos de nuestra era en los que se desmontan tópicos y se acerca a tierra una sociedad que, día a día, sigue arrojando datos a pesar de la distancia de la línea temporal.

Velasco considera que "las investigaciones más recientes están aportando nuevas respuestas que cuestionan muchos de los planteamientos hechos hasta el momento sobre los antiguos canarios. Ofrecen explicaciones alternativas a nuevos y viejos interrogantes. El juego de preguntas y respuestas es la clave para enfrentarse a este primer título", añade.

Y la primera que acomete es la de una cronología que hasta hace poco a colocado la arribada en los siglos V-VII a.C., es decir hace unos 2500 años, sin que hasta el momento ninguna datación haya podido alcanzar esas fechas. Aún sin descartar que nuevas investigaciones vayan aproximando el calendario de los canarios en su justo punto, el autor, basándose en los datos encontrados a día de hoy, se mueve en la horquilla del siglo VI-VIII d.C. para contextualizar al pequeño grupo humano que, con un equipaje de cochinos, cabras, ovejas, higos, leguminosas y cereales se plantó en Gran Canaria. Un ataretaje que indica, como expresa textualmente, "que vinieron a la isla para quedarse" cumplimentando hasta las vísperas de la conquista un total de 40 generaciones.

La fecha, como subraya el doctor en Historia, es crucial para tratar de dar respuesta a una de las principales preguntas, la del porqué razón salen del continente, si por alguna crisis documentada históricamente en el norte africano, quizá por un destierro o por situar una punta de lanza a pocos kilómetros de la costa, en lo que define "como uno de los procesos más desconocidos".

Pero ¿cuántos eran? Según modelos matemáticos "bastaría con 4 o 5 personas para que la empresa resultara viable", si bien un grupo fundador de diez personas, de entre 17 y 21 años tendría una posibilidad de extinción de solo el 28 por ciento. A modo de ejemplo ofrece lo ocurrido en la isla Pitcairn, que fue ocupada en 1790 por los amotinados de la Bounty en el Pacífico.

Aquellos 50 hombres, doce mujeres y una niña que formaron el grupo fundador logró en apenas 35 años "alcanzar la capacidad de carga máxima" del territorio insular.

El proceso se divide en tres partes. El descubrimiento del lugar, la colonización y el establecimiento. Y llama la atención la ocupación temprana del interior grancanario con la creación de enclaves santuarios y el aprovechamiento de los singulares accidentes geológicos de la isla para adaptarlos como graneros estratégicos que van a ir configurando la identidad territorial, con núcleos de población anexos de mayor importancia, creándose a su vez lo que el doctor en Historia define como el urbanismo vertical que se da en Bentayga o en Acusa, entre otros puntos, con la ocupación y organización de las cuevas tanto en su interior como en su exterior.

Esos graneros, como el de Él Álamo, también en Acusa, el de Cuevas Muchas, en Guayadeque o El Pósito, en Temisas "no solo aseguraban las bases subsistenciales de la población, sino también su perpetuación como colectivo".

Un colectivo que, con el tiempo, da síntomas de progreso, que experimenta un cambio en los últimos cinco siglos, con la expansión de sus cultivos cerealistas, el incremento poblacional y un entramado social que cada vez se hace más complejo, con sus inherentes desigualdades sociales y diferencias regionales dentro de una única isla.

Con tasas de fertilidad elevadas, entre otras, por el sistema de afianzar la natalidad engordando a las mujeres -"las reservas de las que haga acopio la madre en ciernes permitirán que tanto ella como la criatura puedan salir indemnes"- también derivan en infanticidios selectivos. Lo cuenta Leonardo Torriani a finales del XVI. "Creció la gente en tanta cantidad, que ya no bastaban las cosechas para su manutención, y empezaron a padecer carestía, a tal punto que, obligados por la necesidad, para que no perecieran todos, hicieron una ley inhumana, que se matasen todos los hijos después del primer parto".

Próximos títulos

Para el arqueólogo Javier Velasco Vázquez, este primer relato de La isla de los canarios trata de revisar la identidad de unas "gentes que, venidas del vecino continente, encontraron en esta tierra su lugar en el mundo. Aquí siguieron perpetuando una cultura africana de hondas raíces continentales, pero a la vez se hicieron isleños, marcando con ello una parte importante de su idiosincrasia. Y también de la nuestra".

La serie se complementará en breve, según informa el Servicio de Patrimonio de la Corporación insular, con dos títulos, Los guardianes de las semillas: agricultura en Gran Canaria (siglos V-XV), de Jacob Bentejuí Morales Mateo y Un adiós sin olvido: la muerte, que firma la arqueóloga Verónica Alberto Barroso.

El libro Gentes, tiempos y lugares' se venderá en La Librería del Cabildo y otros establecimientos similares al precio de 16 euros la edición impresa, y a 5 euros la edición digital en formato e-pub.

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