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Con mucho tino | Talento Gran Canaria (54)

Carlos Quevedo Ortego, un mar de lujo

El isleño es Ejecutivo de Ventas de Silversea Cruises, la compañía de cruceros seis estrellas más prestigiosa del mundo.

Carlos Quevedo Ortego, un mar de lujo

Era jueves cuando Carlos Quevedo Ortego fondeó en Las Palmas de Gran Canaria. Era un 12 de enero de 1984 y desde que tuvo el resuello necesario comenzó a estudiar en el colegio César Manrique, para pasar de galletón al instituto Alonso Quesada.

Carlos Quevedo alternaba libretas y libros con el balón. "Desde que aprendí a caminar ya estaba dándole a la pelota", primero sin tino y luego con fundamento en la plantilla del Real Club Victoria durante varias temporadas.

Le gustaba la fisioterapia. "Parece mentira a día de hoy, pero me llamaba la atención la biología". Pero tenía un bloqueo con las matemáticas. Ahora ríe recordando los sudores que pasaba para resolver fracciones y derivadas, y su pasión por la química. Quevedo es un hombre de nombres. Un señor agradecido. "Admiro a aquellos profesores que transmiten, que te marcan esa etapa de estudios y que terminan siendo tus pilares, como Paco Martínez, de química, o Marga Santana, de inglés, en aquel entonces también jefa de estudios del Alonso Quesada".

Pero el caso es que la entrada a fisioterapeuta se le escapa por los pelos, "ese año pedían una nota altísima", pero lejos de quedarse varado sigue los consejos de su primo Lorenzo Ortego, actual gerente de Vital Suites, que le anima a entrar en la Escuela Superior de Turismo de Las Palmas.

Así saca la diplomatura en Dirección y Administración de Empresas Turísticas para, en 2003, comenzar las prácticas en la recepción del Imperial Playa de Las Canteras. "Me enganché por la hostelería y en 2004 comienzo con el grupo Dunas".

Aquí cita un punto fundamental de su carácter que casa luego con el perfil profesional, y que se macera en los largos veranos en los que, convocados por su abuelo, arramblaba con todo el árbol genealógico familiar para el sur, repartidos en dos y tres apartamentos. "Un grupo inmenso", vuelve a reír. En esos veranos empieza a relacionarse con turistas de todas las nacionalidades. "Le cogí el gusto a practicar el inglés que recibía en el colegio, pero también a otros idiomas sonaran como sonaran, y descubrí el hablar con la gente y el crear vínculos entre amigos y la hostelería requiere mucho de ello, el hacer un trabajo desinteresado y honesto para conocer la parte humana del cliente: de dónde viene, qué le gusta, si ha viajado a otros sitios, creo que es algo muy importante y a mí me resulta fácil".

En esta trayectoria pasa del 2005 al 2009 al Hotel Santa Catalina, que cambia sustancialmente el carácter de su trabajo. "Me dio un empujón enorme porque ahora se trata de un cliente de negocios de altas expectativas, muy diferente del vacacional que requiere de más esfuerzo, con lo que también la gratificación de tu labor es mayor".

De allí recuerda a su "mentor, Francisco Concepción, una persona delicada, un auténtico profesor de la vieja escuela que cada día con él implicaba una clase sobre la atención al cliente y el esfuerzo. Nos miraba si teníamos las uñas cortadas, si olías bien, y me medía la barba. Si estaba muy larga tenía que ir a afeitármela. Un ídolo".

En Canarias Carlos Quevedo también pasa por otros hoteles cinco estrellas, como el Gran Hotel Volcán o el Princesa Yaiza. Pero es desinquieto el hombre, y tira para Reino Unido, "a la aventura". Era noviembre de 2014.

Viene a caer en Bristol. Pero el aterrizaje es brusco. "Por mucho currículum e idiomas que tengas no es fácil encontrar aqui algo en hostelería, ni siquiera de botones, fregranchín o en la portería".

Y no le queda otra que aceptar un trabajo a comisión de puerta a puerta para una empresa de marketing, vendiendo suscripciones de frutas, verduras, carnes y pescados con un contrato tipo "o vendes o no comes, bajo mucha presión". En ese trajín perfecciona el inglés y se convierte en una especie de "samurai de las ventas". Tanto que acaba de jefe del área. "Descubres el poder de la palabra con transacciones que haces donde nadie piensa que es posible".

Así ficha a finales de ese año en Londres, para el mismo cargo, con field&flower, entramado de granjas orgánicas y sostenibles que ofrecen sus productos on line y los envían a la puerta de sus 19.000 clientes de Londres y el sureste de Reino Unido al precio más competitivo y de mejor calidad, provenientes de siete explotaciones que producen cordero, pollo, ternera, "y también presa, incluso faisán, todos al aire libre y que tienen que cazar. Impresionante", confiesa.

Hasta que se celebra un acto promocional de field&flower. "Conozco a una persona allí que resultó ser un cazatalentos. Y de repente me pone en contacto con Silversea Cruises ", la compañía de cruceros seis estrellas más prestigiosa del mundo, con base en Mónaco, Miami, Dubai y Londres.

"Me ofrecen una entrevista por Skype, y luego un proceso de selección de cinco etapas y me nombran Ejecutivo de Ventas para la compañía". Cada mes, junto con un equipo de 20 personas, genera entre dos y tres millones de dólares en reservas para billetes que pueden costar hasta medio millón de libras, que es lo que supone un crucero alrededor del mundo.

Carlos vive hoy en la zona residencial de Wandsworth, cerca de las oficinas de SilverSea, a las que llega caminando por la rivera del Támesis, "algo que adoro", confiesa. Y su trabajo consiste, entre otros, en las venta y proceso de reserva y el seguimiento del cliente desde la primera llamada hasta que éste aborda la escalerilla del buque. Son celebridades, altos cargos de empresas financieras, futbolistas, actores..., pero cuyos nombres quedan bajo estricto secreto profesional. "Ni te imaginas", subraya.

No fue un camino fácil el de su periplo en Bristol, "con una maleta a cuestas, durmiendo en sillones de casas de amigos por no encontrar un hostal donde quedarme".

Ha sido, según sentencia, "una carrera de obstáculos que me hace valorar no tanto lo que tengo como lo que soy. No me arrepiento ni un segundo de todas estas experiencias pero mi mayor ambición es tener a mi familia cerca, jubilarme pronto y volver a tener aquellas tertulias con mis amigos de las islas. Es que, donde quieran que me pregunten, siempre digo que yo soy de Canarias".

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