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La Degollada de La Yegua, un vertedero junto a un mirador con suelo de cristal

El grupo de gobierno incluye en el programa Dusi un proyecto que pretende ser un espacio emblemático donde los visitantes caminen con el barranco bajo sus pies

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Vertedero ilegal en Degollada de la Yegua (San Bartolomé de Tirajana)

Un vertedero incontrolado de escombros, enseres, neumáticos y otros desechos conforman desde hace años la imagen de uno de los espacios más emblemáticos de San Bartolomé de Tirajana, la Degollada de La Yegua, pero que desde el Ayuntamiento se pretende convertir en una atracción singular de referencia para vecinos y visitantes. Del que fuera mirador restaurante no lo recuerdan ya ni siquiera los senderistas, pero con el proyecto europeo Dusi y la financiación del Ayuntamiento se pretende construir en el paraje vecino un sitio que no deje a nadie indiferente, ni por su belleza ni por su diseño en el aire y sobre el barranco.

Una obra para resaltar más si cabe este lugar, situado en la parte sur del Macizo de Amurga, enclave que el Cabildo de Gran Canaria pretende incluir en el Plan Insular de Ordenación como parque natural por sus valores de flora, fauna e historia. En la actualidad todo está más en la mesa de ingenieros y arquitectos que sobre el terreno, más en teoría que en la realidad visual.

El proyecto del que se trata es la construcción de un skywalk, un paseo por la nubes o en cristiano, un mirador con una extensión acristalada hacia el acantilado que permita contemplar el palmeral y el fondo del barranco de Fataga. Una vista panorámica a más de 400 metros de altura para contemplar la belleza de la zona, pero primero habrá que limpiar el entorno, muy estropeado por los vertidos ilegales que desde hace décadas lo afean. La construcción del mirador con paseo acristalado sobre el precipicio de Fataga no bajará de los dos millones de euros, según las previsiones, aunque solo se está con el borrador y habrá que esperar su finalización para calcular con certeza el importe.

La Degollada de La Yegua, declarada Reserva de la Biosfera en 2005, presenta un aspecto que nada parece indicar su transformación, casi metamorfosis, en lo que el alcalde sureño, Marco Aurelio Pérez, denomina "un mirador singular en un lugar emblemático de Gran Canaria". Incluido en el Dusi SBT-2020, el Skywalk Fataga es de momento, una idea de futuro que la administración local contempla financiar con fondos propios y que se encuentra en fase de anteproyecto, "ya que los ingenieros y arquitectos están estudiando la forma de realizar el mirador con esa prolongación acristalada y diáfana hacia el acantilado que dé la sensación de que se está suspendido en el aire mientras se observa abajo la belleza del palmeral, el barranco y los senderos".

En opinión de Pérez, "queremos ofrecer en San Bartolomé de Tirajana una atracción singular como ocurre cuando viajamos a otros países y nos las ofrecen", una oferta que, aunque no puede hablarse todavía de ficha financiera porque es ahora un anteproyecto que se está redactando y que se ha aprovechado para llevar a Madrid a Edusi, correrá a cargo de los presupuestos municipales.

El regidor asegura que "tenemos capacidad económica para financiar este proyecto y nuestro compromiso en ese gran proyecto Edusi es que lo vamos a financiar antes de 2023". En la actualidad, el espacio, situado en zona de la Reserva de la Biosfera y al sur del Macizo de Amurga no llama al optimismo. La vecindad del futuro mirador con esta amplia extensión de restos de materiales de construcción, neumáticos, botellas y latas, no ayuda.

Marco Aurelio Pérez indica que "con la Degollada de La Yegua nos encontramos con un problema, que el Cabildo de Gran Canaria ha abandonado unas instalaciones que en su día hizo y es cierto que mantenerlas por parte de la administración insular es muy costoso".

El alcalde sureño recuerda que "esta institución no tuvo en cuenta que allí no había agua, ni electricidad y por tanto dar los servicios es complejo, pero no se tuvo en cuenta nuestra opinión".

La situación de abandono de la zona se remonta a bastantes años, tantos que Pérez no logra acordarse, "cuando el concesionario que lo tenía lo abandonó, desde el Ayuntamiento se elevó la protesta y el Cabildo lo que hizo fue tapiarlo con planchas metálicas, pero todo lo que está en el interior está probablemente abandonado. Era un restaurante mirador, cuyo concesionario tenía que pagar los servicios de una máquina extractora de aguas negras, el agua de abasto con una cuba y tener un motor que debía estar permanentemente encendido para generar electricidad, no solo cuando había clientes, sino también para mantener los frigoríficos. Todo esto, lógicamente lo hacía inviable desde el punto de vista económico".

De esa actividad económica frustrada quedan sus restos por doquier. Bloques, trozos de azulejos, cenefas, grifería, tubos de plástico, algún portaluz, pedazos de vajillas a los que se suman neumáticos, un parachoques, tablas, botellas de plástico y cristal, entre otros desechos, han convertido al lugar en un vertedero que, si no se ha producido algún incendio pese a la existencia de vidrios o materiales sensibles a la combustión, es porque la vegetación, compuesta por tuneras y alguna que otra planta autóctona, es casi inexistente u oculta entre tanta porquería.

Las protestas de colectivos ecologistas en esta zona han sido una constante para que desde las administraciones se erradique este vertedero y dé paso a una imagen más acorde con su belleza.

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