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La Aldea

Naturalistas de La Aldea alertan del deterioro de La Marciega

El humedal es refugio de especies endémicas y aves migratorias

Naturalistas de La Aldea alertan del deterioro de La Marciega AZAENEGUE NATURALISTAS

Si la barnacla carinegra (ganso) supiese que tras viajar 7.000 kilómetros desde Norteamérica hasta llegar a Canarias se va a encontrar con un botellón, casetas de acampada y un merendero, quizás se ahorraba el paseo. Es una de las aves que en plena migración se detiene a repostar en el humedal de La Marciega, en La Aldea de San Nicolás. Pero en lugar de disfrutar de un merecido descanso tras su largo periplo, tiene dos opciones: mandarse a mudar o pasar las noches en vela entre desechos a ritmo de Daddy Yankee.

"Han venido expertos, como Juanjo Ramos, ornitólogo y especialista en restauración de humedales, y aseguran que éste tiene un potencial enorme", explica Mara Ramírez, ilustradora botánica original de La Aldea. Pero a pesar de la insistencia de colectivos naturalistas en la necesidad de preservar este área histórica y de gran relevancia para la flora y la fauna residente y migratoria, la zona continúa desprotegida. "Mucha gente no conoce su riqueza y por eso hay que contarlo, para que aprendan a respetarla y ojalá también a quererla", cuenta Ramírez.

"Por amor al arte", el colectivo Azaenegue, junto con entendidos en la materia, ha llevado a cabo estudios del área porque en palabras de Daniel González, integrante de la asociación, "hay que justificar las solicitudes que trasladamos a los diferentes organismos públicos". Por ello, han llevado a cabo un registro, en el que figuran hasta 68 especies diferentes de aves, así como tres reptiles endémicos de la isla (el lagarto de Gran Canaria, la lisa variable y el perenquén de Boettger), al menos dos tipos de murciélagos, el montañero y el rabudo, y un invertebrado muy amenazado, Pimelia Granulicollis. "También hay una diversidad tremenda de arácnidos, escarabajos, mariposas, y plantas acuáticas como carrizos y juncos", apunta Ramírez.

Pasos en firme

Desde el Ayuntamiento de La Aldea apoyan la iniciativa y González destaca que hay "mucho que agradecer" tanto a Naira Navarro, concejala de Medio Ambiente, como al grupo de gobierno. No obstante, "falta bastante por hacer", asegura. Ella los apoyó cuando en 2015 presentaron su propuesta Acciones para el estudio, la ordenación y la puesta en valor del humedal de La Marciega para el programa de desarrollo rural del Gobierno de Canarias. "No entró por poco", se lamenta González.

No obstante, los primeros pasos en firme para proteger el área están al caer y es que según explica Daniel, una técnica del Cabildo presentó ante la Unión Europea un proyecto para la preservación de varias zonas de la isla y propuso incorporar el humedal. "Se aprobó y se va a empezar a ejecutar", anuncia con ilusión González.

Este sí supone la demolición de unos merenderos situados en medio del humedal, "que son un foco de atracción de campistas" y la ordenación del tránsito de personas. "La idea es que la gente visite el espacio sin molestar a las aves para que estas aniden con tranquilidad", señala González. La aprobación del proyecto significa además acordonar el área, colocar paneles interpretativos para indicar que se trata de un enclave ecológico e instalar un observatorio de aves para que el visitante aprecie la maravilla nada más llegar "y se le quiten las ganas de remojarse las patas o tirar piedras", apunta González.

Estas medidas constituyen sin duda un gran avance en la gestión y uso de La Marciega, pero Daniel menciona otras que en su opinión deberían llevarse a cabo en un futuro próximo, como establecer dentro del humedal un área de acceso restringido para uso exclusivo de biólogos y otros expertos así como para actividades educativas, rebajar la superficie del terreno un metro para crear otra zona de inundación y cercar el perímetro con vallas de madera y no con un cordón, tal y como está previsto que se haga en las próximas semanas. "El cordón es un aviso pero lo que realmente impide el paso es un vallado tipo el de otros humedales como el del Delta del Danubio o Doñana", explica González.

Por último, plantean también un análisis del impacto de las presas pues el agua dulce que llega al humedal se ha reducido en gran medida y al estar este tan salado impide el desarrollo de algunas plantas. "Quizás esto sea irreversible y tengamos que adaptarnos, pero se necesita estudiarlo para saberlo", afirma González.

El humedal de La Marciega contiene además el segundo tarajal más grande de Canarias después del Barranco de la Torre en Fuerteventura. Y su potencial turístico y su riqueza natural es tan indiscutible como su historia, la misma que cuenta que si el pueblo de La Aldea nació fue gracias a él.

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