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Medio Ambiente Los Kunkel y el conservacionismo canario

Dos alemanes y la flora canaria

Günther y Mary Anne Kunkel vivieron 13 años en Gran Canaria, donde además de investigar sobre la naturaleza, influyeron en el ecologismo y en la concienciación social de los isleños

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Dos alemanas y la flora canaria

Si la mayoría de políticos de hoy en día admiten que la explotación de los recursos en pos de la atracción al turismo es una estrategia desfasada y dañina para el ecosistema de las Islas, además de un retraso hacia la economía diversificada, quizá es por la gran labor de concienciación que hicieron los ecologistas de mitad del siglo XX. Una lista en la que resaltan los nombres de Günther y Mary Anne Kunkel, botánicos que se instalaron en la isla de Gran Canaria en 1964 y que revolucionaron tanto el panorama científico como social de la comunidad canaria.

En la actualidad, el discurso que aboga por la sostenibilidad del medio y por el cuidado de la flora y la fauna es extenso y se repite diariamente en los medios de difusión públicos (aunque quizá no de la forma que debiera, pues todavía queda mucho camino para entender y poner en práctica que la naturaleza no es otro elemento más de atracción). Es un tema que destaca a nivel internacional, pero hablando de lo propio, en las Islas la importancia de dar valor a la conservación del entorno es fundamental por ser, precisamente, un trozo de tierra desprovista de protección.

La llegada de los Kunkel fue un gran punto de inflexión para las políticas que gestionaban la naturaleza canaria (inexistentes en buena parte), pues su labor activista y la difusión que dieron de sus conocimientos científicos en los medios de comunicación fue clave para crear concienciación en la ciudadanía. Sobre esto han escrito la investigadora de la Universidad de La Laguna Aránzazu Sarmiento y el catedrático de Ecología de la misma Universidad José María Fernández-Palacios en un trabajo titulado Los Kunkel, 13 años de divulgación, activismo y concienciación en Canarias, y sobre este han basado su ponencia para la tercera edición del Congreso de Historia del Periodismo Canario, que se celebrará los días 23 y 24 de este mes en Adeje (Tenerife).

La historia de los Kunkel en Canarias comienza a mitad del siglo XX; en el año en que Los Beatles aterrizaron en Nueva York y extendieron su música, mientras que en al otro lado del charco Nelson Mandela fue encarcelado por sabotaje. Puede que la sociedad estuviese inmersa en relevantes acontecimientos de escala mundial, sin saber que en las Islas Canarias pequeños actos se harían grandes. Envolviendo las ideologías y consiguiendo cambiar algunas cosas.

En esos años 60, el turismo había marcado el ritmo en las Islas. La hora de llegada y salida de los turistas en las costas pautó, en una gran parte, el horario de los nativos que en busca de una vida resuelta, sin atascos económicos, consumían la energía propia y la del medio.

El verde brillante, el beige arenoso y azul rugoso, colores que conforman la paleta cromática del paisaje de Canarias, se desgastaron un poco más y se dieron paso a los grandes hoteles y apartamientos de la costa (lugar preferido para los extranjeros). Pero el matrimonio, de origen alemán, vino a la Isla para concentrarse en algo que consideraban más grande que todo eso, la naturaleza.

Difusión científica

Günther Kunkel se convertiría en un referente clave en la investigación de las especies canarias, de las que escribió numerosos artículos en revistas y periódicos, además de libros de carácter científico.

Su mujer, en relación a esta tarea, dibujó con detalle cada especie y, de hecho, uno de los libros más populares de la pareja es Flora en Gran Canaria, que recoge una gran parte de sus ilustraciones. Quizá la sobreexplotación a la que estaban sometidas las Islas estaba incitando a arruinar por completo el paisaje que antaño destacaba por el verde grisáceo de sus plantas, únicas en el mundo y dignas de estudio. Por esa magia que rodeaba esas tierras sobre el mar, el matrimonio no podía evitar acercar a la ciudadanía canaria sus conocimientos y una de las fórmulas para ello fue editar la primera revista botánica especializada a iniciativa del propio Günther, Los Cuadernos de Botánica Canaria.

Pero además de la línea de investigación que tuvo durante sus años en Canarias, Günther también fue reconocido por su esfuerzo para empujar y aglutinar (junto a otras figuras relevantes de la época) el movimiento ecologista canario en la segunda mitad del siglo XX. El famoso botánico fue uno de los cofundadores de la Asociación Canaria de Amigos de la Naturaleza (Ascan), reconocida por ser la tercera asociación ecologista legalizada de defensa del medio en el estado español. A su vez, casi desde su llegada, el experto en botánica se introdujo de lleno en los medios de comunicación, herramienta que le sirvió no solo para hacer llegar a la ciudadanía información sobre sus estudios, sino además como fórmula para hacer una crítica constructiva y fundamentada a las políticas de desarrollo económico que estaban sucediendo en Gran Canaria.

Denuncias públicas

El franquismo y su hermético sistema normativo dificultó en gran medida el trabajo de divulgación del científico en los medios de comunicación. Los problemas no faltaron a la hora de mostrar públicamente sus opiniones, pero su insistencia y reiteración ante los temas que consideraba no sólo importantes, sino esenciales para la salvación del ecosistema, le llevó a hacerse un hueco superando las adversidades y otros problemas.

Mediante El Eco de Canarias, un periódico de la época que sucedió a otro más antiguo llamado Falange, pudo seguir dos líneas editoriales claras; la denuncia pública y la enseñanza. "Lo que yo destacaría de Kunkel es su forma de explicar las cosas; no solo denunciaba situaciones que afectaban negativamente a los medios insulares, sino que contextualizaba el problema y llegaba a la raíz para que todo el mundo pudiera formarse una opinión propia y se pudiese generar un debate enriquecedor", explica Aránzazu Sarmiento, bióloga e investigadora de la Historia de la Conservación en Canarias.

"Me parece que hoy en día no existe el argumento neutral, basado en el análisis de datos objetivos, sino que todas las causas buscan convencer de lo que está bien o mal sin educar a la población para que puedan formarse su propio criterio. En definitiva, hay mucho conocimiento mucha información disponible sobre muchas cosas muchas problemáticas, pero falta educación para que esta se puede asimilar", opina Sarmiento.

El botánico redactó multitud de artículos de opinión en la sección Cartas al director en los que expresaba su visión acerca de asuntos como las intenciones políticas en las que se pretendía convertir el Pinar de Tamadaba en un lugar de ocio. El proyecto, que no llegó a realizarse, suponía la urbanización del paraje de Tamadaba con la construcción de un hotel y la instalación de un telesilla desde el puerto de las Nieves a Tamadaba.

La fuerte oposición que ejerció el científico ante esta idea pudo haber supuesto la ruptura de todo relación profesional futura, y aunque no está comprobado (al carecer de declaraciones de Günther o de su esposa Mary Anne) el hecho es que el matrimonio no tardó en trasladarse y en 1978 abandonaron las Islas para mudarse a Almería para residir allí.

"Tuvieron mucho coraje, sobre todo para la época que vivieron. Hoy, el medio ambiente y la sostenibilidad está en boca de todos, pero muy pocos saben en qué dirección dirigirse. Es todo muy superficial", explica la bióloga.

Finalmente, casi diez años después de la ida del matrimonio, el Cabildo Insular declaró Tamadaba como Parque Natural. La insistencia y las declaraciones sin tapujos hicieron que lo que podrían parecer pequeñas acciones se convirtiesen en una batalla ganada.

El matrimonio, entre muchos más actos no mencionados, participó en el cambio de las políticas conservacionistas e influyeron en las declaraciones de los parques nacionales de Timanfaya en el 1974 y Garajonay en el 1981.

Es indudable que la figura de estos extranjeros en las Islas marcó la historia del activismo en mayor en menor parte. Quizá la idea de sostenibilidad que escuchamos en el discurso público es un proyecto de quita y pon, una fachada que sólo muestra la cara bonita de una casa a punto de derrumbarse, y quizá la superficialidad que rige el día a día, el afán de llegar al poder y de levantar la economía a costa de cualquier cosa, manchen la causa por lo que los Kunkel y otros muchos activistas han luchado durante los años. Sin embargo, hoy es indudable que el cuidado al medio ambiente es importante.

La sostenibilidad hoy en día

"Creo que hace unos años, con la crisis, y a pesar de no estar nada de acuerdo con estas medidas políticas, se podía justificar la necesidad de realizar recortes de presupuesto para determinadas áreas (en este caso investigación y el desarrollo de la ciencia); sin embargo, eso ya ha pasado y estamos resurgiendo. Ahora sí que ya no existe justificación para dichos recortes, por lo que se deberían volver las partidas económicas de los años anteriores a la crisis", opina Sarmiento, que cree que es fundamental que la ciudadanía actúe para lograr estos objetivos.

"La naturaleza es muy importante, y mucho más en nuestra situación; somos territorios frágiles y aislados (islas) y tenemos una gran dependencia, no solo de muchísimos agentes externos para mantenernos, sino de los valores naturales, patrimoniales e históricos del archipiélago; de ahí que debamos cuidar lo que tenemos y preocuparnos por ello".

Sarmiento observa un mundo en el que elementos superficiales nos confunden al hacernos creer que lo material es una prioridad en nuestras vidas. Y ojo, que no se mete con el turismo. "No estoy en contra del turismo, el problema está en el modelo de turismo que estamos aplicando, que ejerce tal presión antrópica sobre los medios insulares que sumado a las cifras anuales de visitantes que llegan, se hace insostenible. Además, en regiones con las características de Canarias, hace falta diversificar la economía, para no depender sólo de una actividad económica", asegura la investigadora. Y esto, aunque se avanza, aún no se contempla.

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