La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Mogán

El guardián del agua

Juan Ramírez custodia la presa de Soria desde que se terminó, en 1972

El guardián del agua SANTI BLANCO

Llegó al barrio de Soria en 1958 con tan solo 24 años como consecuencia de su participación en la construcción de la carretera que desde entonces conduce desde Cercados de Espino hasta este pago de las medianías del municipio de Mogán. Cuatro años después se incorporó como albañil a las obras del que hasta hoy es el mayor embalse de Canarias, la presa de Soria, y tras su finalización, en 1972, ocupó el puesto de vigilante. Casi seis décadas después y a sus 82 años, Juan Ramírez continúa siendo el único vigía que custodia esta infraestructura. Juan Ramírez es el guardián del agua, pero también testigo de la sequía.

El primer día en que llegó a la zona alta del barranco de Arguineguín para participar en los trabajos de construcción de la presa fue para Juan "un día normal". "Me puse a echar hormigón, no había tiempo que perder", rememora. En su construcción, que se prolongó durante diez años, entre 1962 y 1972, participaron unos 40 hombres. "Tardó una década porque además la obra estuvo paralizada un año", explica, "porque subieron los sueldos y los precios y tuvieron que elaborar otro presupuesto". Al término de los trabajos, la infraestructura jamás se inauguró, recuerda el vigilante. "Aquí no se hizo nada, se colocó la última piedra y se abrió", añade Juan, "pero sí se celebró un acto en el Hotel Oasis Maspalomas, propiedad del conde de la Vega Grande de Guadalupe, promotor de la presa, espacio que luego vendió al Cabildo".

La presa de Soria continúa siendo uno de los proyectos de mayor envergadura de Gran Canaria. "Su apertura sigue siendo todo un acontecimiento", dice, "porque en toda la Isla no hay una obra tan grande como esta". Y es que el embalse tiene capacidad para almacenar más de 32 millones de metros cúbicos de agua, aunque nunca ha llegado siquiera a la mitad de su volumen. "Su caudal procede del rebose de las presas de Chira y Las Niñas, pero jamás la he visto llena, ni siquiera con las lluvias de este invierno, aunque sí han ayudado a paliar la sequía", sostiene.

Durante cinco décadas, la labor de Juan ha consistido en abrir y cerrar la presa y "vigilar por si venía alguien que cometiese alguna infracción, para llamarle la atención". Diariamente, este vigilante ha subido y bajado a pie los 628 escalones que unen su vivienda con la zona de trabajo del embalse. "Me pegaba 1.256 escalones a pulso todos los días; ni me molestaba ni me dolía", apunta, "y gracias a Dios nunca di un mal paso". A sus 82 años ya no realiza este trayecto como consecuencia de una dolencia en un pie. "Yo creo que esto me lo hizo el Señor para que no bajase más, no vaya a ser que me caiga", cuenta con una sonrisa.

Gran incendio

Ataviado con un sombrero y un bastón que le ayuda a caminar, Juan deambula por los exteriores de su vivienda con mucha fuerza y ganas de contar su historia. Antes de subir a Soria se dedicó a casi todo. Perdió a su padre cuando tenía tan solo ocho años y a su madre cuando tenía dieciséis. "Me quedé absolutamente solo; trabajaba como un condenado en todo lo que me salía, unos días en la agricultura y otros arrastrando piedras", recuerda este vigilante, "fue una vida dura, pero por suerte tenía gofio, queso y agua para comer".

Desde que descubrió Soria, no ha vuelto a bajar al barrio de Las Filipinas, en el que se han criado sus tres hijos y cinco nietos, y donde reside su mujer, Pino Lorenzo, una reconocida artesana de palma del municipio de Mogán. O al menos no lo ha hecho para vivir; porque Juan ama las medianías. "Estoy muy bien aquí, este entorno me da la vida", confiesa el vigilante, "y como tampoco tengo quejas ni reproches de mis jefes, aquí me quedo". Le apasiona vivir en el lugar por el contacto con la naturaleza y por la tranquilidad que le ofrece. De hecho, asegura que prefiere la soledad porque "si viene mucha gente, yo no aguanto aquí ni 24 horas; eso es como matarme". A Las Filipinas, dice, va "de compromiso"; pero pese a vivir en Soria, Juan no se pierde una fiesta familiar. "¿Los bautizos o comuniones de mis nietos? Jamás he faltado a uno", reconoce, "y cuando me apetece bajo uno o dos días sin pedirle permiso a nadie".

Cuando llegó, el barrio que hoy conocemos aún no existía. "La primera casa que se construyó aquí fue para yo vivir", señala Juan, mientras recuerda con nostalgia aquella vivienda, situada casi al margen de la carretera, una anterior diferente a donde reside ahora. Luego se mudó, porque los clientes del bar le molestaban para dormir. "Trabajaba doce horas al día, y el ruido proveniente del local no me dejaba descansar", apunta, "así que le pedí a mi empresa que me habilitara otra vivienda en una zona apartada del bar". Y en esta casa, propiedad de su empresa, continúa viviendo solo en la actualidad. Allí, rodeado de pinos, nogales o naranjeros que él mismo ha plantado, dispone de todas las comodidades que ahora necesita.

En su memoria habita aún el fantasma del gran incendio de Gran Canaria en 2007, un mal recuerdo que conserva con una mezcla de tristeza y alegría. "El fuego arrasó con todo, y aunque se quemó todo a mi alrededor, de mi casa no se quemó ni una puerta ni una ventana", destaca. "El viento provocó que las llamas se propagaran muy rápido y que nos tuviéramos que marchar evacuados del barrio durante tres días", rememora, "este incendio fue un crimen medioambiental".

A sus 82 años, Juan Ramírez ha vivido prácticamente de todo, y lo ha visto y oído casi todo. Y en los últimos diez años "algo" ha escuchado de la futura construcción de la central hidroeléctrica Chira-Soria proyectada por Red Eléctrica de España. "Desde que tengo recuerdos existe algún proyecto en la presa, pero nunca llega", lamenta, "ya llegará". Mientras tanto, Juan seguirá vigilando la presa, por si acaso a algún infractor se le ocurriese cometer alguna tropelía. "Seguiré hasta que aguante", cuenta Juan, "y cuando me muera, aquí dejo la presa para el próximo que venga".

Compartir el artículo

stats