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Sur

El florista que conquistó a Dalí

En quince años, Guy Martin ha rehabilitado una finca que ha convertido en jardín botánico

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Jardín Botánico Montecristo

A Salvador Dalí le maravillaba pintar, esculpir, grabar e incluso escribir. Nada nuevo en el horizonte. Y, aunque poco se conoce su afición, también le encantaban las flores, pero no unas flores cualquiera. Le gustaban sobre todo las que se vendían en una tienda ubicada en el centro de la ciudad de París, en Francia, entre finales de los años 70 y principios de los 80. El establecimiento estaba regentado por Guy Martin, un reconocido artista floral que rompía los moldes de la época y que abandonó su vida en la capital gala para instalarse en Gran Canaria, donde adquirió un terreno que tiempo después convertiría en un espectacular jardín botánico.

Allí, Guy Martin conserva el libro de visitas de su antiguo establecimiento, por el que pasaron destacados personajes como María Callas, Romy Schneider, Paloma Picasso o el propio Salvador Dalí, de quien conserva su firma y una pequeña ilustración. "Era un buen cliente, y en una de sus visitas le dije que me firmase el libro, y lo hizo", cuenta Martin, "así, sin más, tuve que pedirle que no fuera tan escueto y me dibujara algo, y el artista accedió".

El libro de visitas se encuentra en el Jardín Botánico Montecristo, en el barranco de Ayagaures, en San Bartolomé de Tirajana, donde llegó Guy Martin en el año 2003, junto a su pareja, el chef Andreas Dacke, después de una ajetreada vida como artista floral de éxito. De padre vasco-francés y de madre alemana, Martin nació en la ciudad de Sarbrúcken, en la frontera franco-germana. A los 16 años comenzó a estudiar horticultura, luego se formó durante tres años como florista y otros seis meses como maestro florista. Con 22 años marchó a París "para cambiar de aires", dice, y allí trabajó en una tienda. "El mundo de la floristería en París era muy clásico, y yo arriesgaba y experimentaba", apunta Guy Martin, "mi jefe me dijo que si quería hacer algo rompedor alejado de lo clásico me buscase otro sitio".

Vergel

Y no lo pensó dos veces. Su talento en el arte floral le llevó a abrir una tienda en el centro de la ciudad. "Abrí las puertas al arte floral para que se considerase un arte real", explica, "y creé un estilo rompedor que fue aceptado en toda Europa". Tan aceptado fue, que el mismo Gobierno de Francia le expidió una autorización para que pudiera impartir clases de arte floral de alto nivel, destinadas a floristas profesionales. Y para el Ejecutivo galo trabajó en la decoración floral de varios palacios y en la organización de la primera competición europea de artistas florales, de la mano del Ayuntamiento de París.

Tuvo como clientes a destacados artistas del panorama internacional, hasta que diez años después de abrir la tienda al público, decidió cerrarla. "Tenía que emplear demasiado tiempo en la vida pública, y no quería pasar tanto tiempo en las cafeterías o tomando champán", señala Martin, así que la vendió. Abrió en 1984 la escuela Cicaf en el norte de París, donde formaba a maestros floristas. Pero tras una década con su tienda y otros veinte años en la escuela decidió que era el momento para volver a cambiar de ambiente; vendió los once pisos que tenía en la capital francesa y viajó hasta el sur de la isla de Gran Canaria, donde había veraneado durante más de dos décadas.

Con el dinero que obtuvo de la venta de sus propiedades, en el año 2003, junto a su pareja, Guy Martin compró una finca de mangas en el barranco de Ayagaures, sin caminos ni accesos, hoy reconvertida, quince años después, en el Jardín Botánico Montecristo, un vergel que ocupa una superficie de casi cuatro hectáreas de terreno sobre la que reposan unas mil especies de plantas llegadas desde lugares tan dispares como Vietnam, México, India, Sudáfrica, Etiopía, Madagascar, Brasil, Kenia o Nicaragua, además de especies endémicas de las Islas Canarias.

En el millar de especies que habitan en este jardín, que ha adquirido en viveros, a través de internet o en viajes que ha realizado, ha invertido más de un millón de euros. Y más de cuatro millones en rehabilitar toda la finca, que cuenta con una cueva habilitada como sala de conciertos, casas rurales, piscina, estanques, capilla al aire libre, escenario, restaurante, sala de exposiciones, parking y hasta zona nudista repartidas en cinco plantas. Entre ellas, Guy Martin ha colocado numerosas esculturas elaboradas por él mismo, así como por otros artistas internacionales, como Arno Breker, un escultor que trabajó para Hitler, o la canaria Luisa Benítez. En su jardín cuenta con piezas elaboradas con materiales como el metal, piedras, madera o el cristal. De hecho, la finca alberga un arco de más de 5.000 botellas de cristal recicladas. El jardín exhibe además mosaicos originales procedentes de un templo de Siria, que datan de hace más de 1.400 años, o piedras de la fachada de un castillo parisino con una antigüedad de más 2.000 años.

El trabajo floral de Guy Martin es efímero, reconoce, porque la vida de las flores es limitada. "He hecho trabajos de hasta 300.000 euros que al cabo de un par de horas acaba en la basura", señala, "pero no me frustro, es algo con lo que cuento desde el principio". Así, el equilibrio, dice, lo encuentra en el diseño de las figuras escultóricas que expone en el jardín botánico ya que éstas perduran en el tiempo.

A su finca, muy reconocida entre los europeos, han llegado turistas británicos, alemanes o austríacos para pasar sus vacaciones o incluso para celebrar bodas. "Aquí se celebran bodas de todo tipo, desde católicas hasta budistas y LGTB", apunta por su parte la organizadora de eventos de Montecristo, Julija Major. Y es que el paraje, en plena naturaleza en el barranco de Ayagaures, se convierte en un remanso de paz para aquellos que buscan la tranquilidad y el contacto con los espacios naturales.

El Jardín Botánico Montecristo acoge numerosos eventos culturales, como la celebración, a partir de octubre, del ciclo de conciertos Music & Dinner at Montecristo, que traerá hasta Gran Canaria a artistas reconocidos internacionalmente. Guy Martin ya trabaja intensamente para conseguir el sello oficial de Turismo que le permita incluir este jardín botánico en las guías turísticas oficiales.

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