Cada vez es más frecuente encontrar los palmerales y las zonas verdes de Gran Canaria plagadas de cotorras, una especie exótica invasora que se extendió por la Isla, se calcula, hace más de dos décadas y cuya población sigue experimentando un crecimiento descontrolado, sobre todo en las zonas turísticas de la Isla. No existen estudios ni estimaciones sobre cuántos ejemplares de cotorras argentinas y cotorras kramer, las dos especies con mayor presencia, se mueven por Gran Canaria, "pero es una población importante", explicó este martes Miguel Ángel Peña, técnico de la consejería de Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria.

Cautividad

No existen estadísticas que cuantifiquen el número de ejemplares, pero tampoco las hay que establezcan de modo certero su distribución a lo largo de la geografía insular, si bien es cierto que la zona del sur de Gran Canaria se constituye como un punto caliente para la expansión y reproducción de esta especie invasora, natural de entornos tropicales. Es precisamente esta condición la que ha provocado que estas aves se extiendan de forma descontrolada por "todo el cinturón litoral" de Gran Canaria, las áreas más propicias a registrar temperaturas más cálidas, apuntó el técnico medioambiental.

Así, es muy habitual contemplar a las cotorras en los palmerales de la zona turística de San Bartolomé de Tirajana, como el palmeral de Maspalomas, así como en áreas de La Aldea de San Nicolás, Agaete o incluso algunas zonas de Las Palmas de Gran Canaria. En pocas ocasiones, aunque se han dado casos, se encuentran ejemplares en zonas residenciales. Y tampoco se encuentran en las zonas de medianías y cumbres, al ser entornos muy fríos y húmedos para estos animales de origen tropical. Las cotorras asilvestradas son ejemplares que en algún momento estuvieron en cautividad, bien en parques especializados o bien en casas particulares, "aunque eso es muy difícil de demostrar", añadió Miguel Ángel Peña.

El daño más importante que provocan estos animales es el medioambiental, ya que su presencia influye negativamente en el ecosistema. "Son especies que viajan en bandadas, y cuando aparecen imponen su presencia y, en consecuencia, compiten con los alimentos y el lugar de anidamiento y descanso de otros animales", explicó Miguel Ángel Peña, "y con esa acción expulsan a las especies nativas" como los canarios o los pájaros pinto, a las que no permiten criar. Por otro lado, ocasionan daños en la flora, aunque éstos son meramente testimoniales, al utilizar pequeñas tiras de la hoja de las palmeras para fabricar sus nidos. "El deterioro está, pero es mucho menor", añadió el experto. En relación a los humanos, el único daño que provoca es el ruido que genera, que se magnifica al encontrarse siempre en grupo.

Como plaga, esta especie lleva en la Isla más de 20 años y en este tiempo el Cabildo no ha trabajado para erradicarla ante la dificultad de la empresa. "Erradicar una plaga de este tipo significaría poner en marcha una campaña bestial y sincronizada en toda Gran Canaria al mismo tiempo; no tendría sentido erradicarla en unas zonas y en otras no, porque se traslada", apuntó Peña, "y sería un proyecto costoso". Además, habría que activar una campaña de educación ambiental para explicar a la ciudadanía los problemas que genera. "Así como la serpiente californiana sufre gtran rechazo social, la cotorra goza de gran aceptación", agregó.

Desde el Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, el concejal de Sanidad, Francisco Pérez, recordó que su concejalía tiene en marcha un proyecto para la captura de palomas, tórtolas y cotorras, aunque "no tenemos conocimiento de haber capturado ninguna", matizó. Además, añadió que en los últimos años solo han tenido una queja vecinal por la presencia de cotorras en el parque de una comunidad de vecinos.