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Santa Lucía

Escenas rurales en el salón de plenos

El Ayuntamiento de Santa Lucía lucirá un gran mural que refleja la vida en el campo del municipio

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Mural de Iasen Sokolov en El Doctoral

El pintor búlgaro Iasen Sakolov trabaja desde hace cerca de un año en el mural costumbrista que, antes de que finalice 2018, decorará el salón de plenos del Ayuntamiento de Santa Lucía de Tirajana. La obra hiperrealista, realizada en óleo sobre un lienzo de 12 por cuatro metros, refleja la vida de los agricultores y ganaderos del municipio.

Sakolov, que lleva más de dos décadas afincado en Gran Canaria, reconoce que cuando fue seleccionado por el Consistorio santaluceño, a través de un procedimiento negociado, para desarrollar este proyecto sintió alegría y nervios, porque "todos los artistas tenemos miedo a la hora de presentar una obra, ya que desconocemos cómo será la reacción el público al verla".

El concejal de Obras Públicas y Patrimonio de Santa Lucía, Francisco García, explica que "los ayuntamientos no deben centrarse solo en hacer obras, hay que diversificar las inversiones y enriquecer el patrimonio artístico y cultural de los municipios". En este sentido, García asegura que desde hace dieciséis años, cuando se construyeron las nuevas Casas Consistoriales, "ya estaba planificada la inclusión de una obra pictórica en la pared del salón de plenos, pero por falta de fondos se fue posponiendo el proyecto".

Según afirma Iasen Sakolov, su inspiración a la hora de diseñar el mural "nació de los paisajes de Gran Canaria, de su luz y de sus gentes". El artista recuerda que, cuanto visitó la Isla por primera vez, su familia lo llevó a conocer Santa Lucía y se enamoró del municipio porque "tiene una fuerza enorme y es uno de los rincones más bonitos del Archipiélago", declara Sakolov, quien se define como un "pintor canario de origen búlgaro".

La pasión por dibujo brotó en Sakolov cuando tenía tan solo cinco años, "era un niño muy observador y me fijaba en los rostros de la gente, en los pequeños detalles, y siempre llevaba conmigo un lápiz mal afilado", rememora. "Por mucho que mi abuela me insistía en que me sentara en la mesa a dibujar, yo me empeñaba en hacerlo en el suelo, que era donde me sentía cómodo", explica este artista especializado en retratos.

Desde muy pequeño, se empezó a formar con grandes artistas que le transmitieron la base y los fundamentos de la luz y la perspectiva. Entre sus recuerdos de infancia, Sakolov destaca sus habituales visitas a un gran escultor de madera y piedra, "todavía puedo evocar el intenso olor a ajo de su estudio porque ponía cantidades ingentes en la comida y, aunque yo apenas podía soportar el aroma, me quedaba para observar cómo trabajaba con la madera". Una de sus travesura preferidas era aprovechar los momentos de descanso del escultor para coger sus cinceles y un trozo de madera y ponerse a tallar, "hasta que sentía el mango de madera en el cogote, señal de que el viejo se había despertado", relata el creador con cariño.

A principio de los años ochenta, época en la que se formó Sakolov en la Escuela de Artes Plásticas de Sofía, su ciudad natal, había una gran ebullición artística en Bulgaria porque "muchas personas tenían la necesidad de expresarse y solo podían hacerlo a través del arte", asegura el pintor residente en Las Palmas de Gran Canaria.

Del mismo modo, Sakolov recuerda que "solía ir con un compañero de clase a la Estación Central de Ferrocarril de Sofía para dibujar a la gente que esperaba el tren en los bancos de la estación". A pesar del intenso frío y de tener que dibujar con guantes, "algunas personas nos pedían que les diéramos los retratos y a cambio nos invitaban a una taza de té".

Al terminar la Escuela de Artes Plásticas, ingresó en la Academia de Bellas Artes de Sofía y poco después, antes de que cayera el muro de Berlín, emigró a Londres. Allí, en 1998, fue elegido por el polifacético artista Hamish Horsley para elaborar la figura central del Jardín Tibetano de la Paz, situado en el parque que rodea el Museo Imperial de la Guerra en el barrio londinense de Southwark y que fue inaugurado por el Dalai Lama.

El traslado a la capital británica, ocasionado por la difícil situación para los artistas en Bulgaria, supuso un gran cambio en la vida de Sakolov, tanto a nivel profesional como a nivel personal, porque "allí conocía a mi mujer, que es canaria, y decidimos venir a vivir a Gran Canaria, donde han nacido mis dos hijos".

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