Araceli Sánchez va todas las semanas al cementerio municipal de Ingenio, donde están, entre otros, los féretros de sus padres y de cuatro de los quince hermanos que son en total. No faltó ayer, como tampoco su hermana Isidra Sánchez, de 61 años, que acude, en su caso, en las fechas señaladas, como ayer, 1 de noviembre, día de todos los Santos, así como cuando "me sale del corazón. No me siento obligada a ir, nadie lo está".

"Eso sí, cuando salgo del cementerio me siento con el corazón roto porque aquí se acaba todo y por haber perdido a varios seres queridos que no están con nosotros, sino sólo que sus restos mortales están aquí ", explicó Isidra Sánchez, quien llevó ayer unas flores a su padre, Juan Sánchez Díaz, que falleció cuando tenía 95 años. Cuando fue al hospital por última vez lo hizo con su cachimba en la boca porque no quería desprenderse de ella ni en esas circunstancias.

Esta vecina visitó a cada uno de sus familiares que fallecieron, "sin olvidar a ninguno de mis cuatro hermanos, como el que murió cuando tenía 14 años o a mi sobrina de 27 años". Respecto a su futura muerte, Isidra Sánchez lo tiene muy claro: "Que me incineren. En torno a todo esto hay muchos negocios, como pantomimas de los que vienen una vez al año, ponen unas flores y se desentienden".

Fue acompañada por su marido y se encontró con su cuñado Ismael Romero, de 62 años, quien dijo que "hay que venir por los seres queridos, pero no es una obligación, pero no estoy de acuerdo con lo de poner flores y del negocio que está detrás. Es un robo. No me parece bien que un día como hoy te cobren 35 euros por un ramo o 70 por dos centros. Con ese dinero se puede pagar mucha comida".

Estas son algunas de las historias familiares de las muchas posibles que podían contar las numerosas decenas de personas que entraban y salían durante la jornada de ayer del camposanto de Ingenio, del que se abrieron las puertas a las 08.00 horas y que se cerraban a las 18.30 horas -el mismo horario de hoy, 2 de noviembre, día de Todos los fieles difuntos.

La llegada multitudinaria era prácticamente igual en los otros camposantos de la comarca del Sureste, es decir, en el de Carrizal, Agüimes y en los del municipio de Santa Lucía de Tirajana.

En el de Ingenio, no faltaron tampoco ayer jueves en la entrada los vendedores de cupones de la ONCE y de lotería, como también se encontraba el vendedor de helados con su furgón, en la que contaba como siempre con su nevera de veinte litros, de los que puede ofrecer un total de unos 160 helados. Las tres floristerías de la avenida de la Gloria estaban abiertas y contaban con una abundante clientela.

A parte de los muchos fieles y acompañantes que sólo van los días señalados, como ayer, también se encontraban ayer las personas que van todas las semanas, como es el caso de Francisca Ramírez, vecina ingeniense.

"Yo ya estoy sola en mi vida. Aquí [cementerio] están mis padres, mis cuatro hermanos y mis tíos. Me encuentro sola. Sin embargo me gusta venir todas las semanas. Aquí encuentro tranquilidad y a mis seres queridos. A pesar de mi soledad, pido que Dios me de unos años más, al menos dos, que no me quiero ir aún", manifestó Francisca Ramírez. "Es una pena que se viene mucho menos a los cementerios. Hoy [ayer, para el lector], hay una multitud, y un día normal somos bien pocos", agregó.

También fueron ayer las hermanas Rosa y Luisa Hernández, que son naturales de Ingenio, pero residen en la actualidad en el municipio de Telde. Ellas pusieron unas flores en la tumba del hermano, Juan Hernández- "Siempre venimos durante este día, como en otras fechas señaladas, como su en aniversario", comentaron.

Por su parte, el cementerio de San Nicolás de Bari, en Sardina, en el término municipal de Santa Lucía de Tirajana, también se hallaba abarrotado de fieles y de público en general durante la mañana de ayer. Agentes de la Policía Local regulaban el tráfico y la entrada del aparcamiento del cementerio que estaba lleno. Muchos automovilistas aparcaban en el arcén de la carretera general, como también otros venían caminando de Sardina o de La Blanca. Muchos aprovechaban alguno de los dos puestos a un lateral de la entrada para comprar las flores.

"Para mí es un homenaje a mis antepasados venir y poner unas flores a mis padres, Sebastián Francos y Celia Suárez. Es un reconocimiento a ellos y a todos mis antepasados en general. Se lo merecen", afirmó Celia Franco, que elige jornadas como la de ayer para visitarlos. Además, se encuentra con personas, como una compañera de estudios, que por lo general no vuelve a ver durante todo el año, sino que sólo cuando se reencuentra con ellas en el camposanto en días como el 1 de noviembre. "También es un homenaje y pensamientos en ellos cuando hago pequeñas cosas en la vida diaria que me los recuerda, como regar las flores de mi madre", señaló.

Poco antes del mediodía de ayer, también estaba María del Pino Delgado, quien llevó un ramo a sus padres Josefa Trujillo y Expedito Delgado porque "se merecen estas flores y piense en ellos".