La semana pasada falleció Elvira Vaquero, una compañera de profesión, pero no una compañera cualquiera, sino de esas que hacen grande esta profesión docente. Una mujer implicada las 24 horas del día por su centro y por su comunidad educativa, lo que la llevó a comprometerse en su municipio desde la política en donde estuvo como concejala de Educación en esta última legislatura.

Es muy fácil hablar de una persona cuando ya se ha ido, está claro que, como dice un amigo mío, los reconocimientos hay que hacerlos en vida, pero Elvira Vaquero tenía ya el reconocimiento más grande, el cariño de sus vecinos y de las comunidades educativas de los centros de Valsequillo. Si tuviera que definirla con una palabra, ésta sería "luchadora", porque no solo estuvo varios años luchando contra una cruel enfermedad, que no logró apearla de su trabajo de gestión salvo en los momentos de hospitalización, sino una luchadora por conseguir mejorar la educación en su ámbito más cercano, en su municipio.

Porque para ser buen maestro o maestra hace falta ser buena persona, esa es la llave que arranca el proceso de enseñanza aprendizaje. Y así supo hacerse Elvira con el respeto y el cariño de su alumnado y de sus compañeros en el claustro. Ella era una maestra de esas de las antes, en versión moderna, que no se quedaba en que su papel era de puertas para adentro del cole, sino que le gustaba conocer a las familias y el entorno que les rodeaba para así poder afrontar mejor la dura tarea de la enseñanza. Por otro lado era una mujer con mucha empatía y ahí es donde ella brillaba con luz propia, pudiendo ver las necesidades de los niños y niñas porque se ponía en su piel.

Tuve la oportunidad de conocerla a través de mi amiga, valsequillera de pro, María Jesús, y ella solo me hablaba maravillas de Elvira.¡Y ella nunca se equivoca con la gente, se los aseguro!

Vaya desde estas líneas mi reconocimiento como docente, pero sobre todo como persona. Elvira, sembraste el cariño allá por donde pasabas y eso en esta sociedad individualista y egoísta no es lo normal. Está claro que para ser un buen docente hay que ser buena persona y lo mismo para ser un buen político. Tú lo cumpliste con creces y tu huella siempre quedará grabada, no solo en la comunidad educativa de Valsequillo sino entre todos aquellos compañeros y compañeras que tuvieron el lujo de compartir contigo lo que más amabas, tu profesión docente.

¡Adiós maestra!