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Santa Brígida

De alpendre a bodega de lujo

Menos de 20 años después de su comienzo, la humilde bodega de los Martín Monzón se sitúa entre las mejores del país con el vino Lava

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Bodegas La Lava, uno de los cinco mejores vinos de España

Los tres hermanos Martín Monzón decidieron en el año 2000 reformar en su casa un antiguo alpendre para convertirlo en bodega. Tras unos años produciendo para amigos y familiares, en 2013 sacan la marca Lava, que ya es distinguida a nivel nacional. El último reconocimiento llegó por parte del sumiller Ferrán Centelles, que trabajó con Ferrán Adriá y lo eligió como uno de los cinco mejores de España en una selección de 500 caldos.

El vino grancanario Lava, un tinto joven de la cosecha de 2017, fue elegido como uno de los cinco mejores caldos de España durante el año pasado por el exsumiller de El Bulli, Ferrán Centelles. La elección la hizo entre los más de 500 vinos que cata al año por su autenticidad y máximo nivel.

La Bodega Lava de Santa Brígida es una empresa familiar pequeña y modesta de producción limitada que regentan tres hermanos: Juan Manuel, Guillermo y Mari Martín Monzón. La familia se encuentra muy contenta y agradecida "porque es un reconocimiento al trabajo bien hecho y porque ayuda a la marca Gran Canaria". La bodega Lava está en el barrio El Paraíso, en lo que era la casa familiar de los padres de estos tres hermanos viticultores.

Juan Manuel Martín Monzón, enólogo como su hermano Guillermo y copropietario de la bodega que produce los vinos Lava, se muestra desbordado por el reconocimiento. "Empezó con un artículo en diciembre en La Vanguardia y luego ha tenido mucha repercusión mediática", reconoce a este periódico.

Juan Manuel y Guillermo estudiaron enología hace veinte años. "Aunque la vida nos ha llevado por otros caminos, siempre nos ha gustado el mundo del vino. Empezamos a principios de siglo haciendo un poco de vino para nosotros, para familiares y amigos". Las andanzas comenzaron a principios del año 2000, aunque fue en el 2013 cuando sacaron la marca, Lava, como denominación de origen. "Reformamos un antiguo alpendre que teníamos en casa y lo transformamos en bodega y luego empezamos a elaborar el vino Lava. Empezamos así nuestra experiencia de lo que nosotros queríamos, de lo que era el vino para nosotros", detalla.

Primero, un pasatiempo

"Arrendamos un par de fincas y compramos algo de uva y así hasta ahora. Poco a poco empezamos a hacer nuestro tinto joven, que es lo más que hacemos, y luego algunas ediciones limitadas de blanco, tinto roble o incluso algo de dulce".

A principio de siglo comenzaron la producción de vino como un pasatiempo, hasta que hace poco más de cinco años emprendieron el proyecto de forma profesional a través de una microempresa. Actualmente elaboran 4.000 litros de vino al año gracias a 5.000 kilos de uva que recolectan en viñas arrendadas o que compran a productores en Santa Brígida, San Mateo y Artenara.

La empresa es pequeña y la producción es limitada. "Este año, que ha sido uno de los que más hemos hecho, hemos elaborado unos 4.000 litros de vino. Se vende casi todo en la isla de Gran Canaria, aunque también ha ido algo a Tenerife y Fuerteventura, donde tenemos algún cliente".

Con los estudios de enología tienen una formación vitivinícola, "además de lo que nos hemos ido curtiendo estos años, que no nos hemos desconectado de la elaboración. Hablamos con gente, amigos, hacemos cursos como una formación continua".

Los dos hermanos varones trabajan en Medio Ambiente del Cabildo de Gran Canaria, por lo que se dedican a la bodega en los ratos libres. "Mi hermana Mari es la que está ahora al frente de la bodega y mi hermano Guille y yo le echamos una mano. Procuras coger las vacaciones para hacer la vendimia porque la uva tiene sus momentos de más actividad y otros de menos. Tenemos que hacer todas las botellas que podamos". Tras el reconocimiento público, han pensado en dedicarle más tiempo a la bodega, "pero hay que ser realistas y hacer las cosas poco a poco. Es una ilusión que está ahí e igual en un futuro esto da para vivir".

El nombre de Lava se les ocurrió porque hace referencia a los suelos canarios, de origen volcánico. "De ahí viene. Es un nombre sonoro, muy nuestro y fácil de recordar". La mayor producción es de tinto joven, con uvas Vijariego Negro, Tintilla, Listán Negro y Baboso Negro, aunque también realizan vinos blancos con Malvasía Volcánica y Listán Blanco, además de un dulce con Moscatel.

Con esta última variedad ganaron el primer premio en la última edición de la Cata Insular de Vinos de Gran Canaria, organizada por el Cabildo en la categoría que engloba a los semiseco, semidulce, dulce y licoroso. La bodega también se alzó con el galardón a la mejor imagen y presentación.

Infancia en la agricultura

Los hermanos Martín Monzón son de Santa Brígida y siempre les ha tirado el vino. "Venimos de familia de campo, de agricultura y ganadería, y siempre nos gustó esa parte que hemos vivido desde pequeños. La familia se ha dedicado a la agricultura pero no al vino. Pasamos la infancia en la finca, donde veíamos lagares, pero nunca estuvimos vinculados al vino, sino a la agricultura en general. Lo del vino llegó después".

El vino Lava de la cosecha de 2017 es el que ha sido reconocido como uno de los cinco mejores vinos de España. "Pero ya está agotada la producción en la bodega. A lo mejor quedan botellas en algunos restaurantes o en tiendas donde las distribuye Vinófilos".

Una o dos veces al año asisten a alguna feria a exponer el producto, y a veces hacen venta directa, pero la mayor parte es indirecta a través de su distribuidor Vinófilos que tienen desde el principio. Lava no se puede comprar en los supermercados porque tiene una producción pequeña. Aunque sí se puede encontrar en tiendas gourmet y restaurantes. Les gustaría aumentar la producción pero sin perder la calidad. "Al principio hicimos una inversión modesta. Luego cada año reinvertimos".

En pocas palabras, Juan Manuel Martín definiría el vino Lava como "un tinto fresco, frutal, agradable y que refleja la tipicidad de la zona, de las uvas que elaboramos. Hay vino bueno por toda la isla. Si se hace bien, da resultado".

El sumiller y crítico Centelles destaca el gran potencial de Gran Canaria por su capacidad de elaborar "vinos únicos y sorprendentes". "Su diferencia al paladar y su frescor, sin ser ácidos, confieren a los vinos grancanarios un gran valor gastronómico porque se expresan muy bien en la mesa y son realmente distintos", aseguró este profesional que trabajó más de una década junto al cocinero Ferrán Adriá.

Centelles, que ahora recorre España catando vinos para una web británica especializada, señaló que "uno de los vinos que más llamó mi atención y que obtuvo una alta puntuación (17,5 de 20) fue el Lava, porque olía a cenizas y tenía un perfil muy auténtico".

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