“Tiempo del este, ni cabras, ni leche”. Este es el dicho de los viejos de la tierra que describe las condiciones de temperatura de la última semana en las medianías grancanarias, con la aparición de escarcha durante las primeras horas de la mañana, que ha amulado buena parte de las cosechas de papas y de algún que otro cultivo. Las grandes relentadas, que surgen en alguna ocasión en esta época del año, hacen su aparición por el contraste entre el fuerte calor del día y el frío próximo a los cero grados de la noche.

Los vecinos de Valleseco están acostumbrados al frío. Es parte de la identidad de este pueblo. Pero las condiciones vividas tanto por este municipio como por otros de las medianías como San Mateo, los altos de Moya y hasta Tejeda desde hace casi una semana solo se registra esporádicamente. De ahí que algunos conductores que se echan a la carretera tempranito hayan sido testigos del hielo pegado a los cristales de sus vehículos y en el asfalto. Y de tener que recurrir a un rascavidrios para quitarlo y poder echarse a andar, en imágenes más propias de la Península.

Los más afectados han sido los pequeños agricultores y jubilados que se aventuraron a cultivar las papas en esta época. La imagen de las matas achantadas y negras se ha apropiado de las pequeñas fincas, en medio de estampas blanquecidas de la tierra por el hielo mañanero.

“Debajo de los árboles está un poquito más verde, pero donde no coge la sombra del árbol está todo quemado. Como entre el viento del este en esta zona de Valleseco se traga hasta las piedras si puede. La escarcha de la noche, por mucho que se le echen productos a las papas, el este es más fuerte y hace que se queme. Es una época muy mala para plantar las papas. Aquí es mejor hacerlo entre marzo y junio, porque puede madurar y esperar a que venga un jarro de agua, como se suele decir”. Benjamín Rodríguez explica de esta forma el calvario de las papas.

El forraje pasa sed

El fenómeno no es habitual. Sobre todo por la enorme diferencia de temperatura que pasa del día a la noche, pasando de un calor de más de 20 grados por el día hasta rondar los cero grados de madrugada. Esto ocasiona que se quemen las hojas, y que algunos se hayan quedado sin recoger sus papas.

Los grandes agricultores saben esta consigna y evitan las papas hasta la segunda mitad de febrero o marzo, pero sí ha afectado a vecinos y jubilados que quieren tener su cosecha para la casa. Los más previsores las cogieron en navidad, aprovechando también los buenos precios. Además de las papas, estas grandes relentadas han dañado cultivos como las pera limón, salvándose un cultivo tradicional en la zona como los manzanos, que casi se beneficia de este frío.

Catire, como es conocido popularmente Ángel Santana, echa mano a un refrán de los viejos del lugar para expresar la situación de estos días. “tiempo del este, ni cabras, ni leche”. Es decir, la presencia del viento del este trae un año malo porque hay poca comida para el ganado. Este carnicero, ganadero y agricultor, que trabajaba ayer a todo ritmo para preparar la carne que abastece los restaurantes de Valleseco y Tejeda, reconoce que el frío está causando estragos a las Medianías grancanarias. Tiene plantadas unas siete fanegadas para forraje y teme que si no llueve algo en una semana vaya a perder parte de la producción para alimentar su ganado, ya que el frío no viene acompañado de agua, sino de carambanadas, o sea, la escarcha. “El agua vino este año temprano, y cuando eso pasa se dice que luego hay sequía hasta enero y febrero”. Catire tiene 200 ovejas, becerros y cabras, y por la falta de agua tiene que acudir al almacén en busca de comida. Y estas raciones nunca serán iguales que los pastos naturales para la alimentación del ganado.

El frío es compartido en la zona alta de Valleseco por profesionales como Carmelo Sánchez, el lotero, que se prepara para estas bajas temperaturas con una coraza de ropa. “La escarcha se lleva aquí bocados enteros”, señala de forma gráfica este hombre, que lleva unos 36 años intentando repartir la fortuna entre los vecinos, desde Teror hasta Tejeda. “Esto es horrible; por la noche hay que resguardarse, y la gente también se recoge antes”, sentencia.

A pesar del viento frío del este que corre por Valleseco, las lavanderas siguen metiendo sus manos en el agua para lavar la ropa en las acequias públicas, en una tradición que sigue todavía muy viva en el interior de Gran Canaria. “No está tan fría”, justifica Gladys Tadeo e Inés Quintana, mientras enjabonan la ropa. El argumento es que proviene del pozo de La Asomada, por lo que llegaría con una temperatura más llevadera que si fuera de otros lugares. “Las manos son duras y se acostumbran”, afirman. Ni siquiera lo hacen con guantes, porque no les gusta. Y como dice el concejal de Aguas, Francisco Rodríguez: “Valleseco es más frío que el diablo”.