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San Mateo

"No cogí un pico, solo pinceles"

El pintor Paco Juan Déniz celebra sus cincuenta años en la profesión con una exposición en La Caldereta | "Hoy en día se ven muy pocas críticas de arte, antes había más", lamenta

El pintor Paco Juan Déniz. Yaiza Socorro

Déniz empezó en el arte siendo un niño. "Mi primera exposición la hice con trece años en San Mateo. Estaba estudiando en la escuela y me pilló el profesor. En vez de darme dos tortas, me dijo si podía hacerlo un poco más grande. Fue así. Lo hice un poco más grande y me montó mi primera exposición", cuenta.

Aquel profesor que tuvo parte de culpa en el inicio de Paco Juan Déniz en el mundo de la pintura era Rafael Franquelo. "Cuando no me interesaba mucho lo que decía el profe, dibujaba. Algunos me pillaron y en mi época era lo típico: una torta. Franquelo tuvo parte de culpa de que me dedicara a esto. Y después Paco y Concha, que eran mis padres. Imagínate en el año 69 decirles a dos señores de San Mateo que no tienen nada que ver con el arte que su hijo quería ser artista, era para matarlo", recuerda el pintor.

Sus padres lo apoyaron desde el primer momento. "Mis padres me dijeron qué necesitaba. Me dejaron dinero para comprar materiales y una de las habitaciones de la casa me la dejaron como estudio. Mira tú. Si no es por eso yo no estaría aquí pintando".

Antes decía que era autodidacta. "Es verdad que no he tenido escuelas, pero siempre estoy viendo pinturas. Los libros que hay en mi casa son de arte. Yo estuve viviendo siete años en Madrid y prácticamente todos los días iba al Museo del Prado".

Siempre está receptivo para cualquier cosa que considere buena. "No me interesan las tonterías que se están haciendo, sinceramente. Francamente no me interesan porque eso y el arte no tienen nada que ver", razona, "desde que empezó la Transición en España, y antes porque yo viví la dictadura un poquito, siempre el artista era un tocapelotas. Era como algo molesto y políticamente era incorrecto. Hoy en día el arte se está tomando como cachondeo, como tontería. Yo tengo un montón de amigos y clientes que me han dicho: Paco, ya no voy a ver exposiciones, porque tengo la sensación de que se están riendo de mí. Es que se están riendo de ti, les contesto".

"Estoy cansado de cuatro modernos a los que le preguntan por mí y dicen: sí, Paco, siempre sigue haciendo lo mismo. Y después ellos no hacen nada. Yo por lo menos hago. Ellos no hacen y eso es lo que me molesta. Yo cuando voy a una exposición no quiero ir a hablar. Quiero ver la obra de esa persona",relata

El arte como juego

Reconoce que en este mundillo artístico hay muchas rencillas y envidias. "Eso me lo quité de encima. En una época dije: o me salgo de este mundillo o dejo de pintar. Y lo que hice fue salir del mundillo. Tengo mis amigos, grandes artistas que conozco por medio mundo ya que he tenido la suerte de conocer gente a la que admiro. Hay gente nueva también saliendo, pero el arte de hoy en día es de pena".

"Hay veces que me llegan invitaciones para ir a una exposición, y cuando miro digo: voy a ir para decirle a esta persona que esto se pinta así porque está mal pintado. Cuando le dices algo te contesta que está rompiendo, pero no. Tú no estás rompiendo, tú no tienes ni idea".

Afirma que hoy en día se ve poca crítica de arte. "Antes había mucha en la prensa. Solía leer críticas de artistas de exposiciones, pero hoy en día ya ves pocas. Si eres un poco coherente con tus cosas, no haces nada".

Toda su vida la ha llevado hacia el mundo del arte. "He tenido que dejar muchas cosas. Yo por ejemplo no tengo carné de conducir y me encanta conducir, pero sé que si tengo un coche a la puerta de mi casa no estoy en el estudio. Me pierdo. Tampoco tengo hijos. Yo sé pasármelo bien con un buen restaurante y también con un buen bocadillo. Sé que si hubiera tenido un hijo no le haría pasar por eso".

"Empecé jugando y sigo jugando. Aún no asimilo que tengo 63 años. Para mí es un juego. Disfruto de lo que hago. Yo no tengo otro trabajo por la mañana, yo vivo de esto. "prosigue el pinto, "en una época en la que vivía con una compañera visitábamos una exposición y le decía: este hombre es tal o cual y me contestaba que era medio brujo. Le decía que no, que se nota en la pintura. La pintura te dice todo".

Tiene el estudio en su casa. "Además de los siete años en Madrid también estuve viviendo por ahí fuera, con el tiempo iba y venía. Cuando murió mi madre yo quería llevarme a mi padre de aquí porque mi idea era quedarme en la Península, pero mi padre no quiso salir de aquí y yo no lo quise dejar tirado. Me quedé con él diez años más que duró mi padre y luego por la edad que tenía ya me quedé aquí también. Yo tengo un estudio en mitad el pueblo. Ahora mismo me callo y se oye nada, a pesar de que estoy en el mismo centro del casco".

No se arrepiente de haberse quedado a vivir en su pueblo natal. "Además, aquí se vive de maravilla. Lo que pasa es que yo era un culillo inquieto. Tener la mochila y un billete de avión era todo lo que yo quería. Hoy todavía me cuesta cuando tengo que ir a alguna exposición por ahí. Vivimos como dios".

Dice que un isleño tiene la obligación de coger un avión. "Conocer mucho te enseña muchísimo. Dos parejas nos fuimos a conocer Marruecos y estuvimos un mes por allí. Mi compañera y la otra chica llevaban sus cámaras, foto va foto viene, y me dijo ella: oye, Paco, ¿tú no sacas fotos? Y le contesté: tú tranquila. Un par de meses después de regresar a Canarias los invite a comer. Los traje al estudio y vieron los cuadros que había pintado con motivo de ese viaje. Es que yo la cámara la llevo dentro".

"A mí una de las islas que me tira mucho es Fuerteventura porque me da la sensación de desierto y aparte mi madre es de Betancuria y siempre que quiero hacer un escapada me voy allá y utilizo paisajes para mis cuadros. Recurro a Fuerteventura, a El Hierro? prácticamente copio".

En su medio siglo de vida pictórica, desde su primera exposición, ha participado en más de un centenar de muestras, tanto individuales como colectivas. "Hay una chica que está haciendo la tesis sobe mi obra y cuando me lo dijo, hace un par de años, le dije que no sabía qué aportarle. Vino a casa y le di cajas de cosas y ahora tiene trabajo de sobra".

Nada más cumplir los 16 años se fue a vivir siete años a Madrid sin conocer a nadie. "Vendí un cuadro, bajé a Las Palmas a cobrarlo, me dieron 25.000 pesetas, que era un pastón en aquella época. Me metí en una agencia de viajes y pedí el primer billete que saliera a Madrid. Esa misma noche me fui. Llegué a Madrid, cogí un taxi y le dije al taxista que me llevara al centro. Me metí en un hotel en la zona de Sol y cuando me di cuenta habían pasado seis meses".

"Tuve la suerte del hotel donde me quedé el primer día. Le dije al dueño si podía dibujar en mi habitación. Vio mi obra, le gustó y estuve seis meses viviendo a costa de mis dibujos. Antes de Madrid solo había viajado a Málaga con el profesor Franquelo. En Madrid hice parte de mi vida. Iba a cada momento al Museo del Prado porque soy un fanático del Bosco, Goya, Velázquez? Iba mucho por la zona a ver exposiciones".

Paco Juan Déniz es un artista crítico y comprometido. "Para mí la pintura es un medio que tengo para desahogarme con mis críticas. Lo que vivo lo plasmo. Una vez quitaron las escaleras preciosas de la iglesia de San Mateo y yo estaba allí cabreado con el tío. Pasó un amigo y me dijo: Paco, ¿por qué no vas a tu casa y te cabreas como tú sabes hacerlo?. Vine aquí, hice una serie de collage, monté una exposición y un pollo que no veas. Yo me expreso con la pintura".

"A mí me ponen como surrealista, y sí, soy surrealista porque utilizo el surrealismo simbólico. Me quedé con el surrealismo porque en la poca parte de la dictadura que viví ya quería decir cosas, aunque políticamente no podía porque te aparecía la policía. Una vez me vino. Hice una exposición en Vegueta y en un cuadro había un bicho que le tengo fobia: la rata. Si sale en la tele en una película, miro para otro lado. Pues pinté una asquerosa rata y le puse 'La rata de Fraga'. Y Fraga era el ministro del Interior. Yo tenía el recorte de 'El País', donde Fraga decía su famosa frase "la calle es mía". Le dije a la policía que si las calles eran del señor Fraga, las ratas también eran suyas. Le dije rata a Fraga y se tuvieron que marchar porque no podían hacerme nada. Si no llego a tener el periódico ese, no lo habría hecho".

No pensó llegar a su edad pintando. "¿Cansado? Si me llegas a llamar hace 15 días igual ni te cojo el teléfono. Son épocas".

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