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Mónica Gil, la luz de medio planeta

La ingeniera grancanaria lidera un equipo de General Electric a cargo de las redes de distribución de energía de Sudamérica, Norteamérica y el oeste de Europa

Mónica Gil, la luz de medio planeta

Mónica Gil Doreste nace el 12 de septiembre de 1984 en la capital grancanaria y estudia en el colegio Heidelberg. De pequeña realiza su incursiones en la vela, en Optimist y luego en clase Europa, con unas buenas dosis de atletismo y otras de squash, mientras le cogía el gusto a materias de ciencia, sobre todo las matemáticas, la física y la química.

En esta receta también se mixturan las profesiones de su abuelo, de su padre y de su hermana, todos ingenieros, y se matricula en Ingeniería Industrial en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Una carrera que incluye un cuarto curso realizado, a través del Erasmus, en el prestigioso Instituto Tecnológico de Karlsruhe, Alemania, y a idioma completo, "que es una de las ventajas de aprender el alemán y el inglés en el Heidelberg", subraya.

"Fuimos cuatro compañeros, conocimos mucha gente, y el Erasmus tendrá fama de fiesta, pero tuve que estudiar lo mío", recuerda, "además de adquirir una nueva experiencia porque salir de tu país abre mucho la mente".

La rama de Ingeniería elegida por Mónica era la de Energías Renovables, pero redacta un curioso proyecto fin de carrera totalmente ajeno al asunto.

"Gracias a una beca en el último año hago prácticas en el departamento de Mecánica y me ofrecen la opción de investigar un proyecto de biomecánica, con ensayos mecánicos para intentar conseguir un sistema de fijación eficaz con un nuevo sistema de tornillos y tacos para fijarlos en huesos osteoporóticos, es decir extremadamente quebradizos. Fue algo muy interesante y diferente a mi especialidad", asegura. Pero esa sería su única incursión en la materia. Porque lo suyo es la energía, con unas primeras prácticas de varios meses en Endesa y Emalsa.

Hasta que su pareja encuentra trabajo en Suiza y la isleña arrambla con todos los tarecos al país helvético. Era el año 2009, en plena crisis mundial. Allí el panorama laboral tampoco es muy halagüeño y para no verse mano sobre mano emprende un máster en Investigación de la Producción de Energía por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), y que le viene redondo.

"Gracias a esto me contrata la empresa Alstom Power", y con ello Gil Doreste entra en la ingeniería en formato gigante.

Lo hace con las turbinas de gas de la multinacional. Joyas industriales de precisión relojera capaces de producir hasta 300 y 400 megavatios de energía eléctrica por unidad, lo que implica un suministro equivalente al de 110.000 hogares al día.

En esa primera fase profesional se encarga de desarrollar una herramienta para determinar la presión del combustible en los diferentes puntos del sistema.

"Ese fue mi primer trabajo serio, en el departamento de I+D". Tan serio que al año y un mes la contrata otra multinacional, ABB. Si las turbinas de gas ya de por sí tienen unas dimensiones apabullantes, ahora lo que le toca es diseñar trituradoras de minería, que no son precisamente molinillos de café.

Algunas unidades tienen el tamaño de cinco plantas de altura, de hasta 120 toneladas de peso y que deben ser separadas en cuatro partes para transportarlas al punto definitivo de extracción.

ABB, para ilustrar las dimensiones de algunos de sus proyectos, instaló en el año 2013 en la Columbia Británica, Canadá, una trituradora con capacidad para procesar 60,000 toneladas de mineral de cobre al día, y con una vida útil garantizada de dos décadas. Durante dos años la grancanaria plasma en 3D parte de esos diseños.

"Pero lo mío es la energía y quería un cambio, así que me paso en enero de 2013, y como ingeniera de análisis y cálculos para sistemas, a la empresa Andritz Hydro en Zurich", firma que fabrica turbinas hidráulicas desde hace 175 años, con una potencia instalada en todo el planeta de más de 430,000 megavatios, por si todo lo anterior no parecía lo suficientemente rotundo.

Aquí realiza los cálculos transitorios de las plantas hidráulicas, lo que implica un hilar fino para evitar las altas y bajas presiones (golpe de ariete) y el embalamiento de las turbinas", lo que implica una muy alta precisión de cálculo.

Tan alta que la llegan a enviar a Papúa Nueva Guinea para afinar la instalación de una planta, "perdida en medio de la nada".

Pero Andritz Hydro informa que traslada su centro en Zurich a otra ciudad suiza, "y por desplazamientos no me cuadra", con lo que Alstom la recupera para su división Hidro.

Aquí da otro paso más en su especialización, centrándose no ya en la turbina, sino en el propio generador, el que convierte toda esa potencia mecánica en energía eléctrica.

En esta peculiar trayectoria de lo grande, más grande y lo gigante, la ingeniera Mónica Gil toca techo. Porque se trata de plantas ubicadas en presas y ríos, lo que se traduce una vez más en máquinas de hasta cinco plantas de altura que incluye algunos de los componentes de ingeniería más pesados del mundo.

Llega el año 2015 y la multinacional norteamericana General Electric adquiere Alstom, pero ella sigue en la misma función, como jefa de proyectos técnicos de plantas hidráulicas, y al frente de dos desafíos pioneros en Suiza, las presas de Linthal y Nant de Drance, que incluyen generadores experimentales.

Hasta que en agosto del pasado año adquiere más responsabilidad en la multinacional norteamericana, para saltar de la generación a la distribución de energía, como Project Manager y a cargo de las subestaciones de alto voltaje con interruptores aislados con gas, pero no de ciudades ni países, sino de regiones continentales enteras.

"Mi grupo es responsable de toda Sudamérica, Norteamérica y Europa Oeste", concluye Mónica Gil Doreste, la isleña que da luz a medio planeta.

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