En el Centro Comercial de Puerto Rico se vende droga. Así lo denunciaron este jueves los propietarios de los locales, quienes alertaron del aumento de jóvenes que trapichean con cocaína, marihuana, todo tipo de pastillas y hachís. Y lo hacen a plena luz del día, increpando a los clientes y turistas, y también delante de familias con niños. Los empresarios mostraron su preocupación porque la situación está provocando que caigan sus ingresos como consecuencia de la imagen de inseguridad que se trasmite y de la espantada a todos los visitantes.

El modus operandi es sencillo: desde las plantas altas del edificio, los vendedores de droga vigilan a los turistas que entran al centro comercial y se acercan a ellos para ofrecerles la mercancía. Y en toda esta operación, los cerca de 30 hombres que intentan suministrar estas sustancias se han llegado a organizar para avisarse cuando llega la Policía, según explicó ayer el administrador del Centro Comercial de Puerto Rico, Ubaldo Marrero. “No tienen reparo alguno en ponerse a vender droga desde las diez de la mañana hasta bien entrada la madrugada”, afirmó. Los vendedores esconden la droga en las zonas comunes como los falsos techos o las vías de incendio; droga que la seguridad privada del centro interviene y entrega a la Guardia Civil.

Los empresarios se reunieron en una asamblea a la que acudieron cerca de un centenar de personas, además de miembros de la Policía Local de Mogán, para debatir las medidas a adoptar para buscar las soluciones necesarias con el objetivo de erradicar estas prácticas en este centro comercial. En ella se acordó que, además de las denuncias colectivas, los propietarios de los negocios interpondrán denuncias particulares y controlarán que sus trabajadores no entablen relaciones con los vendedores de droga; se aumentará la presencia de seguridad privada y se solicitará a la Policía Local y la Guardia Civil que incremente el número de efectivos que patrullan por el núcleo turístico de Puerto Rico.

Según relataron durante la asamblea, cada día son más los clientes que alertan a los empresarios de que les han ofrecido alguna sustancia. El presidente de la primera fase, Juan Naranjo, señaló que “tienen este espacio como un campo propio donde campan a sus anchas en nuestra propiedad”. “Tenemos el problema añadido de que los vendedores ambulantes son quienes les facilitan los teléfonos de los clientes a cambio de comisiones”, aseguró.

Darío Rodríguez, empresario hostelero, llegó al centro comercial en diciembre y se plantea irse. “Venía con ilusión pero el panorama me ha dejado sorprendido; los clientes están repudiando este centro y eso es un varapalo para mi inversión”, lamentó. Karín Bouayouch lleva allí 23 años como hostelero. “Afecta a nuestros negocios, pero también a nuestra moral, la salud pública y a la imagen que damos”, dijo. Por su parte, Jordana Padrón, propietaria de un salón recreativo, ha contratado seguridad privada porque increpan a sus trabajadoras. “No quieren venir a trabajar”, concluyó la empresaria.