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El nuevo mapa político de la Isla

Raúl Afonso, alcalde de Moya y juez de campo

El nuevo presidente de la Corporación de Moya pitó en Segunda División l Dejó Ingeniería y Arquitectura a punto de acabarlas tras el fallecimiento de su padre

Raúl Afonso, nuevo alcalde de Moya, ayer en la villa. J. PÉREZ CURBELO.

El popular Raúl Afonso, nuevo alcalde de Moya, tiene una mañana algo ajetreada. Encadena reuniones de mañana, una tras otra, hasta que al mediodía hace pausa para un café. Es el momento de colarse en el despacho y agarrarlo ahí para revelarse, antes del primer buchito, como un entregado conversador.

Afonso es caboverdiano, pero de aquí, del barrio de Cabo Verde, Moya. Nacido en 1974, recuerda aquella infancia de un campo lleno de vida, del verde de las platanera, de olor a ganado -"cada vecino tenía una vaca"-, y de las perrerías de pequeño, de entrar en galerías y túneles de agua "y no saber como salir", de explorar casas antiguas perdidas y abandonadas, de andar por los estanques, de equilibrista por los muros de las presas o a birlar huevos de gallinas cuando las fiestas. Por la cara que pone, se lo pasaba en grande y echa de menos a los que no están."Ya de entonces pocos quedamos".

Pero pronto se hará "más seriecito, aunque tampoco ningún santo", y estudia hasta quinto de la EGB en el colegio Agustín Hernández de la localidad. "Era buen estudiante pero me despistaba mucho y mi profesor Carlos Benítez aconsejó a mis padres que me pusiesen en un centro privado. Así es como voy al Jaime Balmes, en Tafira".

Raúl Afonso tira al monte. "Mis padres veraneaban en Las Canteras, pero como Tita, mi abuela, vivía en Cabo Verde volvía allí, porque prefiero estar viendo lagartos que tirarme en la arena. A mi madre le cantaba la canción de Manolo Escobar que dice: Me voy pal pueblo, que la ciudad yo ya no la quiero, que no la puedo soportar".

Permanece en el Jaime Balmes hasta COU. "Siempre me gustó la construcción", relata después de otro trago de café. Y se matricula primero en Arquitectura, que llega a simultanear con Ingeniería Técnica de Obras Públicas. Estuvo a punto de finalizar ambas. De la segunda le faltan solo dos asignaturas cuatrimestrales, y de la primera los últimos cursos de Urbanismo y Proyecto.

Las interrumpe abruptamente en 2001, justo cuando iba a rematarlas en Madrid, en la Universidad Alfonso X El Sabio. Era el domingo 18 de febrero. Su padre fallece por un accidente en su finca podando una parra. "Poco antes, en Navidad, nos reunió a los dos hermanos y nos dijo que se iba de viaje a Estados Unidos, sí o sí, porque nunca se sabe lo que puede pasar, y dos meses después se mata". Un golpe rotundo. Solo tenía 54 años, y Raúl Afonso desbarata sus planes de estudios, suspende su traslado a Madrid y se pone al frente de la finca y el negocio familiar. No quedaba otra.

Para conocer la otra vertiente del nuevo presidente de la Corporación de Moya hay que remontarse a cuando tenía 18 años. Una vez constatado "que yo como jugador de fútbol no servía", comienza a fijarse en la actuación de los árbitros en el campo y una vez finaliza los estudios en el Jaime Balmes logra recuperar tiempo para formarse como juez. "Voy a Arucas, a la Delegación de Árbitros donde hago un cursillo de un año, pero no me hacían exámenes ni me daban partidos y pienso en abandonar. Así se lo digo al delegado, Andrés Déniz Guerra, y rápidamente me examinan y me ponen a pitar en Segunda Regional".

Su primer partido fue glorioso, entre el Sardina de Gáldar-Juncalillo, que terminó en un empate a dos. "Expulsé al delegado. A jugadores. Anulé goles y pité penaltis. Todo el catálogo ocurrió allí".

En esa carrera llega a Segunda División Nacional, durante dos temporadas y logra ser el primer clasificado en Tercera División de la provincia de Las Palmas. "Fui cuarto árbitro en la Copa del Rey en un Real Madrid-Valencia, con Fernando Hierro de capitán".

Estamos ante lo que se podría calificar como un alcalde desinquieto porque aún le queda fuelle en 2000 para interesarse por la política, si bien por el método de la inducción. "Me vienen a buscar Poli Suárez", el exalcalde que ha llevado al PP a dos mandatos con mayoría absoluta, "y Narciso Pérez Guerra, concejal y vecino mío. Y me meten en las listas en 2003. Soy el séptimo y el partido saca cinco representantes, por lo que me quedo fuera. En 2007 no repito por el arbitraje, que no me dejaba tiempo, pero en 2011 me presento de número dos con Poli. Gobernamos los primeros seis meses con CC, pero a la vista de que nos querían presentar una moción de censura, terminamos el mandato con la Agrupación Centrista Independiente de Moya, de Santiago Galván y Lucía Rodríguez".

Fruto de aquél trabajo dan el primer campanazo en 2015, cuando vuelve a presentarse de número dos con Poli Suárez al frente y obtienen diez de los trece concejales del Ayuntamiento. que son los mismos números logrados el pasado 26 M.

Para ilustrar el apoyo conseguido se puede citar que en la gran mayoría de las mesas ni siquiera sumando los votos de las cuatro formaciones restantes superaban los del equipo de Raúl y en algunos puntos, como en su Cabo Verde, de los de 251 votos emitidos, 193 eran para el PP.

Si se le pregunta a Afonso por la alquimia del proceso dirá que es por "poner a Moya en el mapa. Antes daba la impresión de que no existía, que estaba muy lejos y ni aparecía en los medios. Y Poli y el equipo comenzamos a ejecutar una gestión cercana, directa y con dedicación. De hecho nosotros en campaña ni hicimos un mítin solo la presentamos y la cerramos pero íbamos casa por casa, barrio a barrio, entregando los programas a los vecinos. Bueno, mi intención era hacerlo yo personalmente en toda la villa, pero hicimos cálculos y necesitaba un año", ríe. Y asegura que notaba el cariño y el respaldo, pero también recordaba con cautela el mantra de su abuelo, Tito: "Nunca se sabe el aceite que sobra hasta que se fríe el huevo".

Ahora aborda tres prioridades. Dotar a Moya de Plan General; exigir el paso de la carretera general del Norte mediante túneles para no estrangular el desarrollo del litoral y evitar desplazar a su población; y conseguir un plan de uso y gestión del Parque Rural Doramas, para reactivar la economía de las medianías. Pero no augura nada: "Lo único que sí prometo es dejarme la piel y trabajar, trabajar y trabajar".

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