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De Atapuerca a Risco Caído

Ambos contribuyen a comprender la historia del ser humano, detalla un experto en el enclave burgalés: "Los antiguos canarios vivían en una cápsula del tiempo"

Risco Caído, entre el sol y lunas llenas

Risco Caído, entre el sol y lunas llenas

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Risco Caído, entre el sol y lunas llenas Sara Sarmiento

Salvando las distancias geográficas y temporales, Atapuerca y Risco Caído pueden tener más en común de lo que en un principio podría pensarse. Ambos yacimientos arqueológicos son Patrimonio Mundial, lo que les confiere un estatus de exclusividad. "Son épocas distintas, circunstancias muy diferentes y los datos que se aportan también difieren. En Atapuerca estamos hablando de 500.000 años hacia atrás, mientras que en Risco Caído de cientos de años", recuerda Manuel Martín-Loeches, investigador del yacimiento de Atapuerca. Sin embargo, al mismo tiempo, ambos lugares arrojan importantísima información sobre la historia del ser humano. "Los dos tienen que ver, y eso es muy importante, con la historia de la humanidad. Nos dicen qué hace el ser humano allá donde está, cómo se adapta a un medio ambiente concreto, cómo hace su vida, cómo sobrevive y cómo convive con otros seres", detalla el experto, que en 2014 participó en unas jornadas en Risco Caído.

La particularidad de la historia de los antiguos pobladores de Gran Canaria, y del Archipiélago en su conjunto, que la hace singular y diferente a la historia que nos cuentan esos restos arqueológicos encontrados en Atapuerca y otros yacimientos, es la manera en que la sociedad se desarrolló aquí sin tener apenas contacto con el mundo exterior, en una especie de cápsula del tiempo. La llegada de los bereberes a la Isla se sitúa entre los siglos III y IV y, para cuando arribaron los castellanos, allá por el siglo XV, podría decirse que nuestros antepasados aborígenes estaban aún, en ciertos aspectos, en la Edad de Piedra mientras que en la Península Ibérica las poblaciones empezaban a adentrarse en el fin de la Edad Media.

En este sentido, para Martín-Loeches, "Gran Canaria es una especie de experimento de comportamiento humano" como sucede "prácticamente con todos los medios insulares". La adaptación al medio de las comunidades nos revelan cambios en las mismas". El investigador explica que "todos los medios insulares siempre acaban derivándose en especies que en origen son lo mismo que en el continente porque han venido de ahí pero acaban desarrollando una biología distinta". Pone de ejemplo el Hombre de las Flores, que en su evolución hacia el Homo Erectus disminuyó su tamaño debido a la menor presencia de depredadores y peligro a su alrededor, así como a la mayor facilidad para acceder a los bienes.

Pero no se trata solamente de los cambios a nivel biológico, sino en el propio comportamiento y cultura de los miembros de la comunidad, tal y como hace ver Martín-Loeches. A su juicio, la adaptación tiene más que ver con ello que con la biología en sí misma. "Es evidente que la cultura y el comportamiento de los aborígenes canarios se originó y modificó en función de las particularidades de las islas", subraya. El experto asegura que los antiguos canarios "vinieron ya con su cultura" pero debido a su aislamiento y a que las circunstancias de las islas eran diferentes a las de su lugar de origen, se modificó "su comportamiento humano, junto con su creatividad, capacidad para solucionar problemas y para anticiparse a lo que viene".

Martín-Loeches, para hacer entender bien esta idea, compara lo ocurrido en Canarias con sus primeros pobladores con los experimentos que, por ejemplo, "se han hecho de dejar a gente en la estación espacial y ver qué es lo que pasa, cómo conviven, cómo sus emociones afloran y cómo solucionan los problemas de la convivencia". "Dejas a un grupo humano aislado", sentencia. Risco Caído da cuenta de ello, de cómo se desarrolló, sin contacto con el exterior, aquella sociedad prehispánica. Revela aspectos relacionados con su religión, su arte, sus emociones y su manera de situarse en el mundo.

Emociones

La sociedad canaria era una sociedad agropastoril, en la que la agricultura fue ganando cada vez más importancia hasta llegar a convertirse en la actividad económica por excelencia. Para asegurar el éxito de las cosechas, el control de las estaciones era de vital importancia. La cueva número seis de Risco Caído cumplía la función de reloj natural que permitía llevar un control sobre esos cambios gracias a un haz de luz que penetraba a través de su cúpula y se proyectaba sobre los grabados de su interior.

Martín-Loeches asegura que lo que sucedía en esa cueva "tiene mucho que ver con algo que está muy de moda: usar los ordenadores para tener una memoria extra". Para él, se trata de tener "una memoria y guía externa que facilite a grupos de población el poder moverse a lo largo de las estaciones". Pero el experto va más allá y relaciona ese situarse en el tiempo, en el mundo, con las emociones que de ello se derivan al "tener la certidumbre de saber en qué época estaban, qué era lo que iba a venir después, si se tenían que proteger del frío o si debían recoger la cosecha".

En opinión del experto, Risco Caído provocaba en los antiguos canarios emociones "relacionadas con la anticipación, con el conocimiento, con el saber y con estar orientado en el tiempo, que son emociones muy importantes para el ser humano". Todo ello vendría a sustituir la sensación de incertidumbre, esa emoción negativa pero al mismo tiempo tan común en el ser humano. "Esa atenuación de la incertidumbre daría una gran tranquilidad y emociones positivas e importantes de saber que estamos en una fecha determinada y que lo que llevamos haciendo decenas de años hay que volver a hacerlo ahora", explica.

Entre los grabados de Risco Caído destacan los triángulos púbicos, unas representaciones artísticas que cobran una gran importancia en la cultura aborigen canaria, repleta de símbolos sexuales, figuras donde se destaca el sexo femenino y de creencias y rituales que mucho tienen que ver con el culto a la fertilidad."Yo siempre defiendo que el arte y la religión son cosas distintas", expone Martín-Loeches, quien aclara que "evidentemente, yo creo que su unión existe desde el principio de los tiempos aunque sean cosas de orígenes diferentes". En el caso de aquella sociedad prehispánica, el arte y la religión se unían en un todo indivisible.

Divulgación de la historia

Tanto Risco Caído como Atapuerca desvelan detalles sobre nuestro pasado. En el caso del yacimiento de Atapuerca, nos encomtramos ante un ejemplo de la historia de la evolución humana. Situado en la sierra que lleva su nombre, a unos escasos 15 kilómetros de la ciudad de Burgos, "se han encontrado restos fósiles y evidencias de la presencia de cinco especies de homínidos diferentes: Homo sp. (aún por determinar, 1.300.000 años), Homo antecessor (850.000 años), preneandertal (500.000 años), Homo neanderthalensis (50.000 años) y Homo sapiens", detallan desde la Fundación Atapuerca.

El trabajo realizado en torno este yacimiento, así como los desarrollados en Risco Caído y otros tantos lugares del planeta, contribuyen a comprender mejor nuestra identidad. "Ya sabemos que el pueblo que no conoce la historia está condenado a repetirla, sobre todo para lo malo", recuerda Martín-Loeches. En este sentido, "los lugares Patrimonio de la Humanidad ponen de manifiesto, sobre todo, lo bueno de lo que es capaz el ser humano", destaca el experto, quien añade que "la alegría de estas cosas es lo bueno que puede ser el ser humano al dejar estas huellas para nosotros".

El investigador admira la manera en la que en Gran Canaria se ha llevado a cabo la investigación en torno a Risco Caído. "Yo aplaudo a las autoridades que han estado luchando por conseguir el nombramiento de Patrimonio de la Humanidad porque he visto muchísimo trabajo de divulgación, de cuidado, de estudio", manifiesta.

"Ha sido una aproximación que yo me quito el sombrero. No han escatimado en recursos, no solo económicos sino también en esfuerzo, dedicación y saber hacer", admite. A Martín-Loeches no le faltan elogios: "Me siento muy contento de ver lo que he visto porque ojalá se hiciera así en otros yacimientos".

La Unesco incluyó el yacimiento de Atapuerca en la Lista de Patrimonio Mundial en el año 2000. La Organización destacó que sus vestigios fósiles "constituyen una fuente excepcional de datos, cuyo estudio científico proporciona información inestimable sobre el aspecto y el modo de vida de esos antepasados remotos de nuestra especie". Esta denominación supuso "un espaldarazo muy importante, sobre todo a nivel local", sostiene Martín-Loeches. Además, fue un impulso a la investigación. "Facilita el poder tener mínimamente unos fondos con los que seguir investigando. Hay una cierta garantía al ponerse en valor estos yacimientos. Las administraciones tomaron nota de que esto es algo que hay que cuidar y proteger", asegura.

Atapuerca ha sabido gestionar el yacimiento y Risco Caído podría tener en ello un ejemplo de cómo proceder. "Risco Caído, como sucedió con Atapuerca en su momento, ha dejado de ser exclusivamente nuestro. Ahora, es de toda la humanidad". Frente a ello, Martín-Loeches tiene una última reflexión: "Los que gestionamos tenemos que tener mucha más altura. Hay que rendir cuentas a la humanidad entera".

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