El Majuelo, un caserío en las afueras de Tejeda al que solo llegan sus moradores tras recorrer una estrecha pista en zig-zag, sufrió en la mañana de ayer el primer atasco de su historia por el interés en conocer los daños provocados por el fuego. Primero llegaron los afligidos propietarios y detrás una caravana de periodistas de televisión, la mayoría de programas de entretenimiento de cadenas nacionales poco habituados a caminar entre pitas y tuneras calcinadas. En hora punta se juntaron más de una veintena de informadores y otros tantos vehículos, todo un espectáculo para los pocos residentes en el barrio.

Emilio José Canino fue evacuado el sábado, a las 21.00 horas, y pasó dos noches en vela, la primera en el albergue municipal de Tejeda, con un grupo de vecinos de los cercanos barrios de El Rincón y La Degollada, y la noche del domingo en el polideportivo de San Mateo. Ayer, desde primera hora, regresó a El Majuelo y comprobó que su vivienda seguía intacta, pero no su taller y su finca agrícola, que debieron ser pastos de las llamas en las peores horas de la madrugada del domingo, cuando el incendio amenazó al mismo pueblo de Tejeda y obligó a desalojar a todos sus residentes.

El taller ha quedado reducido a las cuatro paredes y un tramo de techo, que albergan dentro maquinaria de labranza y herramientas ya inservibles. Fuera, los olivos, los naranjos y un cercado de papas quedaron totalmente chamuscados. Este año no habrá cosecha. Al revivir el primer día, el sábado, Canino comentó que el fuego iniciado a mediodía en Las Arvejas, Artenara, "asomó por Cueva Caballero al caer la noche y empezaron a rodar ladera abajo las piñas ardiendo de los pinos". Los equipos de extinción terrestres frenaron el fuego en la carretera de Tejeda a Artenara, mientras protegían las viviendas de El Rincón, pero no pudieron evitar que el fuego se acercara a El Majuelo.

"Toda la ladera se empalambró y la Guardia Civil nos sacó de aquí y nos llevó al pueblo por precaución, pero ya no nos dejó volver en todo el domingo porque el fuego estaba cerca del barranco", recordó.

Evacuaciones

Esa mañana, según Canino, le entrevistaron por primera vez en una televisión y ya advirtió de que si el incendio alcanzaba los cañaverales del fondo del barranco habría que evacuar a todo el pueblo. Y así ocurrió la madrugada del domingo al lunes, cuando el viento reavivó el fuego y prendió hierba seca y cañas de hasta nueve metros de altura en el cauce, propagando el peligro hacia el casco de Tejeda y el barranco de La Aldea. Allí se encuentran los barrios de La Solana, el Chorrillo y El Espinillo, también desalojados.

"El fuego llegó a El Majuelo y en menos de 15 minutos ardió todo desde aquí hasta lo que llamamos Mesa del Fondillo, era humo blanco, sin llamas, y ahí empezaron a evacuar a todo el pueblo, con sirenas de policía y puerta por puerta", rememora.

Frente a la locuacidad de José Emilio Canino, el otro gran afectado por este incendio, Antonio Hernández, apenas pudo articular palabra cuando le preguntaron por los daños en su finca. Entre lágrimas, él y su hijo Gabriel contaron que la casa tiene más de un siglo y que desde hace unos 15 años estaban rehabilitándola con vistas a dedicar una parte de ella a vivienda de alquiler rural y la otra parte a casa particular.

Además, el fuego quemó todas las mangueras de la instalación de riego y la mayoría de los árboles frutales, incluidos todos los aguacateros, unos 2.000 cuadrados de terreno. "Nos habían dicho que el incendio llegó hasta aquí, pero no esperábamos tantos destrozos; teníamos intención de venir a vivir aquí en el futuro, explicó Gabriel porque su padre no tenía ánimos ni para hablar. "Ahí están muchos años de trabajo y esfuerzos", se disculpó Antonio Hernández con un nudo en la garganta.

Mejor suerte corrió Alberto García, otro vecino de El Majuelo que ayer madrugó para comprobar si había daños en su casa y en finca agrícola. Como todos los fines de semana, el sábado se encontraba con su familia en Tejeda cuando les sorprendió el incendio de Artenara. La primera noche decidió obviar las advertencias y se quedó en el barrio para defender sus propiedades.

"Unos cuantos vecinos nos quedamos aquí, aunque pareciéramos delincuentes en nuestra propia casa; nos escondimos y empezamos a regar y a mojar todo el barrio. Así estuvimos hasta las siete de la mañana, en que llegaron los helicópteros", precisó. El domingo por la noche ya tuvo que desalojar, a última hora, porque fuerte viento hacía impredecible la dirección de las llamas,

Aunque la inmensa mayoría de los vecinos de Tejeda están satisfechos con la gestión del incendio y agradecidos por el trabajo del personal que ha participado en la extinción, la frase más repetida ayer en el pueblo es que "los incendios se apagan en invierno, no en verano", en referencia a que hay que limpiar el campo de rastrojos y aumentar la superficie cultivada.

Eso piensa Alberto García y también el joven empresario Ángel Marrero Suárez, que ayer ponía a punto los bares y restaurantes de su empresa después de tres días de inactividad comercial, dos de ellos con el pueblo desierto. En su opinión, habría que tomar medidas desde las administraciones públicas para erradicar cañaverales y vegetación seca en las proximidades de las viviendas y carreteras, un trabajo que deba hacerse en otoño e invierno. "Este incendio podía haber acabado en tragedia y nos debe hacer reflexionar", puntualizó.

Entre ruidos de helicópteros y sirenas de camiones de bomberos, que ayer seguían refrescando las zonas quemadas, el pueblo de Tejeda empezó a recuperar el pulso, aunque la mayoría de los residentes se recluyeron en sus casas tras dos noches de nervios e incertidumbres.

En la Dulcería Nublo, Rosa María Medina reemprendió la fabricación de sus reconocidos productos de almendras tras dos días con los fogones apagados. Ayer no hubo muchos turistas en el pueblo y tampoco clientes, pero sí muchas llamadas de los supermercados y grandes superficies que venden sus exquisiteces. "Imagínese las pérdidas económicas por tener que cerrar el domingo, el día más fuerte", comentó la propietaria.

El alcalde, Francisco Perera, y el concejal de Seguridad, Ezequiel Rodríguez, coordinaron desde primera hora de la mañana el regreso de los 200 evacuados en el polideportivo de San Mateo. El último salió a las 9.30 horas y todos tenían prisa por volver cuanto antes a sus casas, explicaron los voluntarios de Cruz Roja que les atendieron durante las 30 horas transcurridos desde el desalojo del pueblo hasta el regreso.

Una vez estabilizado el incendio y con las carreteras abiertas, el Ayuntamiento pretende pasar página cuanto antes y recuperar la normalidad. Tras "la pesadilla", hoy miércoles se reabren la ludoteca y la piscina pública al aire libre, todo un emblema del verano en la cumbre grancanaria, así como todo los demás servicios municipales de Tejeda, anunció Ezequiel Rodríguez.