El Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana tiene previsto instalar los nuevos quioscos en las playas de Maspalomas y El Inglés, comprados y almacenados en una nave industrial desde hace más de cuatro años y medio, durante "el otoño o el invierno", coincidiendo con la temporada alta turística en Canarias, según ha informado el concejal de Cuidado del Litoral, Samuel Henríquez (NC), quien ha eludido señalar una fecha concreta.
El Consistorio colocará los diez chiringuitos, cuyo coste ascendió a cerca del millón de euros, sin primero haber sacado a concurso el pliego para la adjudicación de la explotación de los mismos, y cuyos contratos están vencidos desde hace años, y lo hará, explicó Henríquez, dada la "imagen lamentable" que se ofrece a los turistas.
El Ayuntamiento cuenta con la autorización para su colocación, otorgada por Costas, desde el pasado mes de noviembre, cuando se previó sacar a concurso la explotación de los chiringuitos. Sin embargo, la exigencia de Costas de imponer un canon de 437.000 euros retrasó todas las previsiones, al no aceptar el anterior grupo de gobierno esta cifra, que entendió desorbitada en relación a los 60.000 euros que se abonaban hasta ahora.
Fue precisamente ese obstáculo y el sucesivo recurso de alzada interpuesto ante Costas lo que imposibilitó que durante el anterior mandato se sacase a concurso y se adjudicase la gestión de estos espacios, dado que el estudio económico no es el mismo con un canon de 437.000 que con uno de menor cuantía, pues de ello dependerá luego que las empresas se interesen por optar a ser los concesionarios de los chiringuitos.
Cualquier proyecto que se saca a subasta debe disponer de un estudio económico. En este caso, sin conocer la cuantía final después de haberse recurrido el canon, no existe tal estudio, y su elaboración posterior podría dar como resultado que los pagos sean inviables y el Ayuntamiento se arriesgue a que el concurso se quede desierto.
Colocarlos sin haber convocado el concurso supondrá que las empresas que llevan a cabo la gestión ahora mismo, Ramilde SL la de los cuatro de Maspalomas y Alexis León León los seis de Playa del Inglés, puedan decidir no presentarse nuevamente dado que el aumento en el coste de la concesión repercutirá duramente en sus cuentas.
Sin embargo, el nuevo concejal de Cuidado del Litoral de San Bartolomé de Tirajana entiende que la negociación sobre el canon no es un obstáculo para que el Sur disfrute ya de los nuevos quioscos. "Entiendo que no es un impedimento, una cosa es el espacio y otra cosa es la gestión del recinto", apuntó Henríquez, "es perfectamente viable". "El problema del equipo de gobierno anterior era el canon; nosotros tampoco estamos de acuerdo, pero creemos que los quioscos se pueden poner ahora y luego iniciar las conversaciones para ajustar el canon", prosiguió el también primer teniente de alcalde de San Bartolomé de Tirajana.
Para Samuel Henríquez, "lo importante es mejorar ya nuestra imagen; el pliego de la explotación se podría eternizar y estaríamos otros tantos años sin quioscos". "Es incongruente que la autorización caduque en 2020 y hayamos pasado todo este tiempo sin haber colocado los quioscos", aseveró el edil, "si no los ponemos, se vencerá la autorización, así que los instalamos y luego negociamos".
Sin embargo, su antecesor en el cargo difiere de esta decisión. José Carlos Álamo (AV-PP, ahora en la oposición), defendió su gestión. "No tenía sentido preparar los pliegos con un estudio económicos desorbitado y con una autorización que se vencerá en 2020", apuntó. En este sentido, ha considerado que su sucesor "tiene un desconocimiento total y absoluto del expediente en su conjunto".
"No se pueden poner los quioscos sin tener resuelto antes la explotación de los mismos", reclama. Álamo animó al nuevo gobierno municipal a "abandonar el tópico típico de echarle la culpa al anterior gobierno y debe resolver la situación en la que está inmersa el municipio, porque lo que propone es irreal".
Antes de instalar estos quioscos en los arenales del Sur, el Consistorio realizará varias pruebas para comprobar si el mobiliario se encuentra en buen estado, dado que lleva varios años almacenado.
