Plantar un árbol por cada turista que llegue a Gran Canaria o bombear hasta la Cumbre el excedente de agua ya depurada para humedecer el terreno y crear balsas de protección contra incendios como los que asolaron esta zona de la Isla hace tan solo unos días. Estas son algunas de las medidas que propone la Asociación para la Defensa del Árbol y del Paisaje de Gran Canaria (Adapa), fundada hace cuatro años, con el objetivo de sortear o minimizar el impacto del cambio climático sobre el Archipiélago.

"En Canarias se devuelven al mar 60 millones de litros de agua depurada y, además, también tenemos un exceso de energía eléctrica que se desperdicia, sobre todo, por las noches", señaló el presidente de la entidad, Rafael Molina Petit, quien también considera que esto se puede aprovechar para hacer llegar el agua hasta la cota 1.500 mediante estaciones de bombeo. "Se podrían tener diferentes puntos de tomas de agua en la Cumbre y poner hidrantes donde haya viviendas", señaló.

Una iniciativa que, desde la asociación creen que permitiría tener el terreno más húmedo y, por ende, fomentar su enverdecimiento con lo que eso conlleva a la hora de que se propague con menos rapidez un incendio. "En invierno el agua podría dejarse correr por los barrancos para también humedecerlos porque ahora se acumula en ellos mucha vegetación seca que contribuye a que se extiendan las llamas", apuntó. De mismo modo, esta propuesta valdría para crear estanques que también podrían usarse para las necesidades de riego, según recogen una decena de miembros de la entidad en el artículo titulado 'Flygskam', la vergüenza de volar publicado hace un mes en este periódico con la firma a la cabeza de Julio Rodríguez Márquez, ingeniero de caminos y presidente del Colegio de Ingenieros.

En el texto, también señalan que "se podrían reforestar los terrenos que son ya de titularidad pública", así como en nuevas parcelas que se adquieran mediante compra o concierto con los dueños. Una propuesta a la que ellos también añaden la de otorgar subvenciones a aquellos propietarios que planten árboles en sus tierras. Y es que esta es la medida estrella que promueve Adapa para luchar también contra los estragos del cambio climático, y no solo por lo que la falta de foresta puede suponer para la vida, en general.

Se refieren al movimiento nacido en Suecia y conocido como 'la vergüenza de volar' - flygskam en sueco- que defiende el uso de otros transportes para los desplazamientos dados los altos niveles de CO2 que emiten los aviones. Un ideal que se extiende como la pólvora en Europa y que podría "tener importantes consecuencias sobre el turismo en Canarias", según alerta el presidente de Adapa. De ahí que la entidad plantee plantar un árbol por cada turista que venga a la Isla.

"Esto daría una imagen más sostenible de Gran Canaria a aquellos que nos visitan porque sabrían que aunque cojan un avión su paso por aquí repercutirá directamente en el Medio Ambiente", explicó Rafael Molina. O lo que es lo mismo, "venderles la idea de que su visita no tiene repercusiones netas negativas en el planeta y encima están ayudando a que la Isla sea más bonita, ecológica y habitable", recogen también en el citado artículo.

"Además, en Gran Canaria hay sitio de sobra porque solo se conserva un 9% de la superficie forestal que tuvo en su día la Isla", contó Molina Petit. Esto se debe a que "el primer monocultivo que se dio aquí fue la venta de árboles como leña", apostilló Julio Rodríguez. No obstante, esta proceso se invirtió en cierta medida "en los años 50 cuando se plantaron los pinares de la Cumbre", señaló el presidente de Adapa.

Con esta idea de plantar un árbol por cada turista que venga también se estaría fomentando que Gran Canaria "se convierta en un destino ecológico", apostilló Molina en un encuentro en el que también estuvo presente Esteban Rodríguez. A esto también habría que sumarle otras medidas relacionadas con el uso de las energías renovables y el reciclaje. Un proyecto ambicioso cuyo coste e impacto económico estudian desde la entidad de cara a darlo a conocer tanto al Cabildo de Gran Canaria como al Gobierno regional con el objetivo de que lo asuman en un futuro.