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Entrevista | Marléne Nogueira e Ismael García Fernández

"Los fuegos se extinguen con el trabajo desde tierra, solos no haríamos nada"

"Desde los primeros momentos del sábado ya vimos que este incendio iba a ser muy grande y complicado", afirma la piloto

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Los pilotos que actuaron en el incendio de Gran Canaria

¿Cuál fue el momento más crítico de este último incendio en la cumbre de Gran Canaria?

Marléne Nogueira: El momento inicial fue muy fuerte, lo vimos desde aquí mismo, desde la base de helicópteros, tras una salida a otro sitio. Había mucho humo y organizamos la forma de llegar porque estaba muy cerca de Artenara y crecía muy rápido. A los pocos minutos ya consideramos que iba a ser algo gordo. Es la primera vez que me toca un incendio tan grande en esta isla y vi desde el principio que se iba a tornar en inmenso porque el viento cambió varias veces de sentido. Después hubo momentos en que pensamos que lo íbamos a apagar, que ya estaba casi controlado, y momentos en que creíamos que no podíamos sofocar. El primer día, el sábado, fue el más intenso, y cuando nos fuimos casa por la noche teníamos la sensación de que estaba controlado. Había humo y llamas en algún punto, pero nada más. Sin embargo, el fuerte viento de la noche lo cambió todo y al despertar fue impactante ver que todo alrededor estaba ardiendo. El viento fue el factor principal.

Ismael García Fernández: Yo me incorporé a este incendio después que Marléne. El momento más complicado y estresante de un incendio es cuando llegas y ves que no tienes nada que hacer, que has llegado tarde y que se van a quemar muchas hectáreas. Una vez que pasa eso, ya solo te queda trabajar a ritmo de crucero y esperar que en unos pocos días se pueda extinguir. La anécdota de este incendio es que nosotros, los pilotos, vivimos aquí cerca, en Las Arbejas, y la madrugada del sábado al domingo, cuando desalojaron todo el barrio, se olvidaron de nosotros. No nos enteramos de que se había reavivado el fuego. Marléne se despertó por el olor a las 2.30 horas y me avisó. Al mirar afuera vimos que todo estaba ardiendo alrededor. Decidimos quedarnos dentro de las casas, pero nos preocupaba la base de helicópteros porque está rodeada de árboles y podía ser peligroso.

¿Cuántas horas han trabajado en los días principales del incendio?

I. G. F. : Empezábamos a las 7.30 horas, al amanecer, y volábamos unas ocho horas, que es el límite máximo diario permitido. Entre todos cubrimos el servicio de 12 horas, lo que nos permite la normativa.

¿Y cuántas veces han cargado y descargado agua?

M. N. : Una media de entre 100 a 110 descargas al día.

I. G. F. : Hacemos vuelos de dos horas y entre 20 y 30 descargas en cada vuelo, algo menos si tenemos que realizar alguna inspección.

¿Cuántas personas van en el helicóptero en estas operaciones de descarga de agua?

I. G. F. En este tipo de aparatos vamos siempre solos. La función de este helicóptero ligero, que es una máquina formidable para este trabajo, es formar equipo con una brigada, normalmente de cinco o seis personas. Es una brigada de primer ataque al fuego, pones a los compañeros en el suelo y comienzas a trabajar con ellos, apoyándoles con descargas de agua. Así es como se apagan los fuegos antes que de sean tan grandes.

¿Y dónde recogen el agua? ¿Tienen sitios preestablecidos o allí donde pueden?

I. G. F. : La ventaja de esta isla es que en casi todas las zonas hay bastantes puntos de recogida. Tenemos un específico, aquí en la base de Artenara, y como éste hay varios más por la isla. Y luego hay bastantes embalses y estanques. Lo que no hacemos es recoger en el mar, salvo que haya vidas humanas en riesgo.

N.M. : En este incendio de Artenara y Tejeda ha sido muy importante la gestión de agua en los depósitos. Cuando descendía el nivel en los estanques más cercanos al fuego, enseguida había camiones de bomberos o cubas privadas para llenarlos y así pudimos hacer un trabajo continuado en un mismo lugar.

¿Y cuántos litros de agua dispersan cada vez?

I. G. F. : Nosotros recogemos unos 1.000 litros. El helicóptero Kamov de dos hélices debe rondar los 3.000 litros y los aparatos de tamaño intermedio entre 1.500 y 2.000 litros. Y quisiéramos aprovechar la oportunidad de esta entrevista para pedir a la ciudadanía que cuando nos vean operando en un incendio, como cuando tomamos agua en un estanque o nos disponemos a descargarla sobre un punto, que mantengan una distancia de seguridad porque estos aparatos son muy potentes y levantan viento y polvo a su alrededor.

En estos días se ha reabierto el debate sobre los hidroaviones, en concreto si debe ponerse una base permanente de esos aparatos en Canarias. Sin embargo, los técnicos sostienen que los helicópteros son más efectivos en la orografía de las islas. ¿Qué opinan ustedes como expertos en primera linea de fuego?

I. G. F. : Todos los medios son necesarios y en un incendio como este último de Gran Canaria nunca hay medios suficientes porque cambian las circunstancias del terreno, con zonas altas y bajas. El factor humano es importante, por encima de las máquinas. Lo elemental es la organización y hacer buen uso de los medios aéreos. Hay incendios que son inabordables y todos los medios son importantes, pero es clave tener un sistema directivo y un control de mando sobre todos los medios disponibles. El hidroavión de Infoca es perfectamente válido y en este incendio hizo un buen trabajo.

¿Con más hidroaviones se hubiese controlado antes, como afirman los dirigentes políticos que reclaman al Gobierno de España que ponga una estación fija de esos aparatos en el Archipiélago?

I. G. F. : Claro, mientras más medios aéreos, mejor.

M. N. : Es que depende de dónde esté el fuego. Si hablamos por ejemplo del fondo de un barranco, el hidroavión no puede llegar ahí. Hay que utilizar los helicópteros porque son más ligeros para ese tipo de momentos del incendio. Pero se puede escoger una zona alta y libre de cables para que trabaje el hidroavión, porque con una sola descarga cubre mucho más territorio en menos tiempo. No se puede decir que es mejor un avión o un helicóptero, son máquinas distintas para momentos distintos. Incluso en un mismo incendio los dos pueden ser importantes para situaciones distintas. El helicóptero es más versátil, pero también tiene un problema. Como es muy ligero, cuando hace mucho viento y se producen turbulencias, como en estos barrancos de Artenara y Tejeda, se torna muy difícil maniobrar y la operación es peligrosa. Las máquinas más pesadas y robustas quizá puedan afrontar mejor esas turbulencias. Por estadística, este helicóptero nuestro es muy bueno porque es versátil. Puede recoger agua tanto de una gran presa como de un pequeño estanque, puede trasladar a una cuadrilla a bajarla a un punto específico o complicado. Y también es más rápido haciendo las cargas y descargas. Lo que hacemos aquí en Artenara está bien, pero ha sido muy relevante toda la ayuda de los otros medios aéreos.

La visión de la ciudadanía sobre los pilotos de incendios forestales es que hacen un trabajo complicado, incluso peligroso. ¿Tiene ustedes también esa sensación de que se la juegan en cada batalla contra las llamas?

I. G. F. : Sí, muchas veces no llaman héroes, pero en realidad somos profesionales. Todos nos hemos especializado en incendios forestales por algo, en mi caso porque empecé de piloto de estas máquinas. Es nuestro trabajo y tenemos que asumirlo de forma profesional. Lo que no debemos es intentar actuar de forma heroica o ir por libre porque podemos provocar situaciones de riesgo.

M. N. : Puede haber momentos de riesgo en cada vuelo, en cada incendio, dependiendo de las condiciones atmosféricas. Aquí en Gran Canaria, por la orografía, hay vuelos difíciles y complicados, pero todos nosotros tenemos entrenamiento para estar aquí. Hay reglas civiles muy estrictas sobre la experiencia que deben tener los pilotos para poder combatir incendios e incluso, aquí en la Comunidad Autónoma de Canarias, hay normas específicas en los concursos públicos y contratos por las que requieren tener muchas horas de experiencia ante la dificultad de volar en montañas y en estas condiciones meteorológicas. Pero estamos aquí para eso, para luchar contra los incendios. Es nuestra profesión y la hacemos lo mejor que sabemos y podemos. Lo primero siempre es la seguridad. También quiero resaltar que lo más importante cuando hay incendios muy grandes es el trabajo que se hace con el personal que está en tierra, nuestras cuadrillas. Los medios aéreos no apagan incendios, nosotros ayudamos. En realidad, solo el trabajo en equipo de arriba y abajo permite hacer una extinción completa de los incendios. Hay veces que se plantea poner más medios aéreos, pero es un trabajo en equipo y quizás tenga más importancia que haya más personal en tierra trabajando y ayudando. A veces el debate se concentra en que haya más hidroaviones y más helicópteros, pero nosotros solos no hacemos nada.

¿Y cómo han acabado ustedes trabajando aquí, en Artenara?

I. G. F.: Somos pilotos de la empresa portuguesa HTA, que se presentó al concurso público del Cabildo de Gran Canaria y ganó el contrato para este servicio en las campañas forestales de verano. El mundo de los helicópteros de incendios es muy pequeño y nos conocemos todos. Yo anteriormente estuve trabajando en otra empresa de Portugal, donde ha habido incendios muy considerables en los últimos años, y allí adquirí mucha experiencia.

M. N. : Yo empecé en las fuerzas aéreas de Portugal e hice todo mi entrenamiento allí. Después, en la vida civil, me puse a trabajar en esta campañía aérea y me envían a los sitios donde nos contratan para las campañas forestales, ya sea en Cataluña o aquí en Gran Canaria. La primera vez que vine a Artenara, mi familia y mis amigos de Portugal me envidiaban porque decían que venía a las Islas Canarias, a las playas. Me encanta Artenara por dos cosas. Por la belleza de estos paisajes de la cumbre y por la amabilidad de la gente. Aquí en el pueblo nos tratan muy bien y me siento muy a gusto. Los pilotos pasamos mucho tiempo aquí en la base y cuando no hay actividad hacemos ejercicio o nos distraemos con algún deporte. Aunque sea un poco extraño, nos gusta el boxeo y hacemos combates entre nosotros. (Risas)

¿Cuántos pilotos hay en la base de Artenara?

N. M. : Aquí somos cuatro pilotos divididos en turnos. En horario normal estamos desde la 10.00 horas de la mañana hasta el ocaso, pero cuando hay incendios activos empezamos desde la salida hasta la puesta del sol o hasta que hagamos las ocho horas máximas al día que nos permiten. En un incendio nos coordinamos con el técnicos del operativo de Cabildo para que al menos haya siempre un aparato volando y preparado para una emergencia.

Las autoridades han informado que en este incendio de la Cumbre han actuado hasta 14 medios aéreos. ¿Existe más riesgo cuando hay muchos aparatos en aire?

I. G. F. : No, porque nos dividimos por sectores. Se puede trabajar con muchos helicópteros a la vez porque hacemos una especie de carrusel, no va cada uno por su cuenta. Normalmente, los aparatos más grandes son los que tienen la preferencia. La idea es distribuir a los grandes por un lado y a los pequeños por otro. Y cuando llegan los hidroaviones, siempre tienen preferencia.

¿Qué sintieron la noche del lunes 12 de agosto, cuando ya estaba bastante controlado el fuego en Artenara y Tejeda y les comunicaron de que había otro incendio en la localidad de Cazadores, probablemente provocado por un pirómano?

M. N. : Lo mismo que los días anteriores. Llegamos a casa y nos acostábamos a descansar con la sensación de que ya estaba más controlado. Y de pronto, te despertabas por la mañana con otro incendio gordo. Es esa sensación de decir: ¿pero otra vez? ¿qué ha pasado aquí?

I. G. F: Pues no hay mucho que decir al respecto, es nuestro trabajo y si hay un incendio hay que ir para allá, aunque aún no estemos recuperados del anterior. Cuando hace unos años trabajaba en Valencia, en la base había una persona mayor que siempre repetía una frase: "Hay que ir". Y al final la acabó resumiendo en "hayquir". Como decía, somos profesionales, lo cual no quiere decir que seamos indiferentes o que no sintamos el daño que sufren las personas afectadas y el medio ambiente.

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