La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Tejeda

Las manos tiznadas de Josefa y Víctor

La pareja afectada por el incendio limpia los destrozos provocados por las llamas en su finca, ubicada en Peña Rajada, entre Tejeda y Artenara

Josefa Martín y Víctor García limpian la finca tras los destrozos causados por el paso del incendio ANDRÉS CRUZ

Una pequeña escalera de apenas diez peldaños excavados en la roca da acceso a la finca que Víctor García y Josefa Martín tienen en el área de Peña Rajada, en las afueras del pueblo de Tejeda, en el camino que conduce a Artenara. Desde la carretera solo se escucha el crujir de las cañas y el sonido metálico del esqueleto de lo que días antes fue la cama en la que dormían. Y el silencio.

El profundo olor a quemado que aún desprende el suelo y el ambiente produce incluso sensación de mareo. Y en ese escenario están ellos, con las manos, los brazos y medio cuerpo tiznados de cenizas, recogiendo y limpiando el desastre provocado por el incendio forestal que ha quemado 1.164 hectáreas en la cumbre de la Isla. En silencio.

Cinco días después del inicio del fuego y tan solo 24 horas después de que se declarase controlado, la pareja, ella camarera de pisos y él conductor de guaguas, residente en el Sur, estaba aún desconcertada. El fuego ha devorado parte de la finca, que Víctor heredó de su abuelo, y el cuarto de aperos que utilizaba para pasar unos días de retiro durante los fines de semana. "Estoy nervioso, aquí venía a recrearme y me daba la vida", cuenta Víctor, entristecido, "esto no es ningún lujo, tan solo es un trocito de tierra en la que planto algunos árboles frutales para entretenerme cuidándolos". Ha perdido tan solo una pequeña parte de los castañeros, manzanos, higueras, naranjeros o limoneros que tiene cultivados en su terreno. De hecho, cree que podrá salvar el 90% de las variedades que tiene.

Desesperación

No corrieron la misma suerte el resto de dependencias del terreno. El cuarto de aperos, donde tenía una cama y una pequeña cocina, y el baño quedaron completamente destruidos. Incluso algunos objetos se derritieron. Menos las imágenes de Jesucristo y la Virgen del Socorro, patrona de Tejeda, que Josefa y Víctor guardan bajo una pequeña capilla de apenas unos centímetros construida con varias tejas. "Gracias a ellos no se nos quemaron todos los árboles", cuentan los afectados.

Una finca de color negro. Ese fue el desolador panorama que encontraron Víctor y Josefa cuando les permitieron acceder a la zona, una vez que los vecinos pudieron regresar al municipio después de haber sido evacuados por el peligro de que se acercasen las llamas. "Cuando vimos cómo estaba esto solo teníamos ganas de llorar", recuerda Víctor, "cuando ves semejante desorden no sabes ni por dónde comenzar".

Se dividieron el trabajo. Josefa empezó a quitar toda la basura que había caído sobre los árboles frutales, para adecentarlos y lograr que se salvasen. Mientras, Víctor optó por remover y despejar la finca de las grandes estructuras: se le quemaron las planchas del techo y cayeron, el aljibe, el motor e incluso una bombona. Más que una finca, parecía el escenario de una cruenta batalla.

Nunca les había sucedido nada semejante. "Yo pensaba que al estar la finca junto a la carretera, los bomberos apagarían el fuego con agua y ya está, pero nada", relató el afectado, quien ha pasado unos días "desesperado y cabreado a más no poder".

El olor a quemado era "brutal". "Se nos han quemado todas las mangueras y nos hemos quedado sin abasto; hemos tenido que traer garrafas para poder regar y limpiar todo el terreno", manifiesta Josefa, quien augura "varias semanas" para terminar de arreglar todo el destrozo ocasionado por las llamas.

Por la mente de Víctor solo pasa aquella tarde de sábado en que llamó a su tío Álvaro, que vive a menos de 800 metros de donde se encuentra este cuarto de aperos. "Mi tío me dijo que el incendio solamente era en el municipio de Artenara y me quedé tranquilo", relata, "pero ya durante la madrugada las llamas asomaron por la ladera y sobre esta finca cayeron las brasas". El fuego ya se había descontrolado y lo había devorado todo.

La pareja se queja de la "poca seguridad". "Tenía que haberse socorrido a tiempo y no se habría quemado ni la mitad del terreno que se ha visto afectado", apunta Víctor García, "no actuaron pronto".

Si algo tienen claro Josefa y Víctor es que José S. R., el autor del incendio, "debe recordar durante toda su vida lo que ha hecho". "Me gustaría hablar con él cara a cara para decirle que me ha quemado la finca, e invitarlo para que sea consciente de las consecuencia que ha tenido la imprudencia que cometió al soldar la puerta", sentencia Víctor.

Compartir el artículo

stats